SABER COMPETIR

Saludos.

Todos convendrán conmigo en que los últimos cinco años del Sevilla han sido, posiblemente, los mejores de su larguísima Historia. Y tenemos muchos acumulados.

En éste quinquenio hemos visto recalar por Nervión trofeos impensables, nacionales e internacionales, reconocimientos mundiales, títulos y honores como nunca.

Y hemos visto a nuestro Equipo pasarle por encima, muchas veces, a los más ricos del barrio.

Todos ésos méritos, indudables, han traído también algo que es insustancial pero tan importante que sin ello todo lo demás es imposible. Me refiero a la capacidad del Equipo para saber competir.

Vale, vale, que ya estoy escuchando a los que me refregarán la situación actual en la Liga. También de los tropiezos de los años anteriores y tendréis razón.

Sin embargo conviene recordar que hoy, el Sevilla y en cualquiera sea la competición, debe ser tenido en cuenta. Muy en cuenta. Es posible que la Liga, la de la regularidad, se nos esté atragantado porque subconscientemente siempre podemos pensar que hay tiempo para recuperarnos. Es un error pero es factible. Y no es falso.

Todos los puntos, contra todos los enemigos y sobre todo, contra los más débiles, son los que llenan el saco que al final, cuando termina la competición, nos dejan arriba, en Europa o penando lastimosamente en medio de la tabla.

Algunos bajan a donde van los más malos de la Primera.

Yo he visto a Italia ganar varias veces el título mundial. Y he visto lo que algunos se atreven a llamar “anti fútbol”, el catenaccio (cerrojo), que para el espectador en un auténtico martirio.

A los que nos gusta el fútbol de ataque (y me precio de ello), lo que hacen los italianos es de una pesadez espantosa, un suplicio.

Por el otro lado, los que piensan que lo que importa es el resultado, el planteamiento de un equipo es bueno si al final tienes un gol mal que el otro.

Ambos tendremos razón. Ambos bandos la tenemos.

Pero Italia, por encima de la estética de su juego, siempre me produjo la sensación de que sus hombres son, ante todo, magníficos profesionales. Gente extremadamente competitiva y que sabe, perfectamente, lo que debe hacer para ganar. Lo justo y necesario y no ceder en los noventa minutos.

Y llevarse el título.

En la pasada final de la Copa del Rey (por cierto, os recuerdo que somos los vigentes Campeones de España)…

…el Sevilla hizo un partido espectacular. No brillante pero espectacular.

Hizo lo justo y necesario para traerse la Copa (que os recuerdo, igualmente, que es de nuestra PROPIEDAD).

Un partido magnífico en el que el Atlético jamás pudo estar a la altura. Control en todo momento porque supimos competir.

Y porque nos mostramos como auténticos profesionales (al modo italiano).

Ayer, frente al Villarreal (uno de los gallitos del año en curso y que puede hacer un juego brillante), volvimos a saber competir. A pesar de los regalos, de que nuestra defensa es un puro despropósito y de que regalamos con una alegría preocupante, competimos hasta el final.

Y nos trajimos un resultado excelente.

En la vuelta, las prisas serán para el otro.

Y ése gallito de moda tuvo que ver como el Sevilla le hacía tres goles (llevaba solo seis este año, ahora nueve, de golpe un cincuenta por ciento más).

Para los de Villarreal, la losa mental debe ser tremenda. Para el Sevilla, su entrenamiento de los cinco años anteriores, de tantas competiciones ganadas, nos hace un peligro cierto para el que sea. Se llame como se llame.

El Sevilla, en competiciones de corto recorrido, sigue siendo letal porque está educado en saber competir. Cada día mas.

Ya solo nos falta aplicar ésa máxima a la Liga y acabar de una vez (esto está durando mucho), con la debilidad defensiva.

Quiero creer que aún veremos muchos más trofeos arribar a nuestro Stadium porque estamos sabiendo competir.

Y vosotros que lo veáis.

Cuidaros.

FE DE ERRATAS.

La final de la Europa League fue el 12 de Mayo. La de la Copa del Rey, el 19.

Sin que eso deteriore la capacidad del Sevilla para competir (todo estaba a favor del campeón europeo), fuimos mejores y lo demostramos.