Saludos.
NOTA PREVIA:
Reproduzco hoy un artículo que publiqué en Columnas Blancas el pasado 26 de agosto porque considero que está tan vigente como entonces.
Ayer, frente al Español, volvimos a caer lastimosamente. Otra vez. Otros tres puntos que regalamos en Nervión.
No funcionó el “plan A” y no funcionó el “plan B”. Porque… ¿tenemos plan B?
Solo se necesita presionarnos arriba y buscar al delantero que se filtre entre los centrales. Es fácil. Todos los saben.
Previsible. El Sevilla FC es previsible.
¿Qué ocurrirá la próxima temporada cuando no juguemos competición europea?
¿Tendremos los mismos presupuestos?
¿La panda de holgazanes estos querrán cobrar lo mismo?
¿Lo “mejor” sigue estando por llegar”?
¿Qué será lo “peor”?
Igual sufrí un espejismo cuando escribí esto.
Cambien algunos nombres de los que cito y será exactamente igual.
Estoy espantado y no quiero pensar en los próximos días, semanas y meses.
---000---
“Todos tenemos en las retinas de la memoria aquella época en que el máximo dirigente del Equipo del final de La Palmera pregonaba, a bombo y platillo, su incursión en la Champions League. Eran tiempos en que se nos refregó por la cara la efímera grandeza y luego, casi enseguida, vimos que caían en picado y pasaban años penosos hasta desembocar en la segunda categoría del fútbol español –como varios otros-.
Fue un equipo en descomposición y que en poco más de tres o cuatro temporadas, bajó de los cielos a los infiernos incluyendo una larga estancia agónica en el purgatorio.
Lopera debió pensar que los éxitos de aquel año eran debido a sus propios méritos y no dudó en vender a sus estrellas –los que lo habían llevado a ganarle al “cherzy”- y en ponerle las cosas difíciles al entrenador porque, deduzco, estuvo convencido de que ya estaban instalados en la cumbre y la fuerza del propio equipo sería suficiente para mantenerse en la élite.
Nosotros vivimos dos años espectaculares y recopilamos una gran cantidad de trofeos como nunca antes. Dos temporadas en las que fuimos envidia para muchos porque logramos confeccionar un Equipo altamente competitivo, capaz de imponerse a los grandes monstruos, con inversiones de muy bajo nivel y un elenco de jugadores con “hambre” de títulos.
Además, elevamos a la cumbre a un entrenador cuasi desconocido pero que, gratamente, supo sacar el máximo rendimiento posible de la plantilla. Y se fue por razones nunca bien explicadas.
El Club alcanzó cifras record en los presupuestos y nos colocamos entre los mejores de Europa. En el segundo escalón por dineros, de acuerdo, pero entre los mejores.
Y llegó el proceso de regresión: De tener un once de ataque puro, inciso, creativo, goleador y desquiciante para el contrario, pegamos un pendulazo y colocamos al un técnico aún más incierto que el anterior. Uno de la casa.
Uno con menos palmarés que el otro y justo con la visión de juego más opuesta. En dos temporadas, el ochenta por ciento de las incorporaciones fueron defensas en sus varias parcelas.
En dos temporadas quemó el crédito mundial acumulado y convirtió al Equipo en algo gris, oscuro, anodino y vulgar y que solo se mantuvo arriba por la calidad de los jugadores y mucho de suerte. A veces, también, por sus aciertos.
A trancas y barrancas y con más pena que gloria, dejó escapar ocasiones de oro para atesorar nuevos trofeos -a veces de manera espantosamente ridícula-, y “vendiendo” como gran logro la clasificación –también por los pelos-, para competiciones europeas. Competiciones donde, todo hay que decirlo, caímos lastimosamente en más de una ocasión.
Y cuando la situación para el de la casa se hace insostenible –por resultados adversos- volvemos a reincidir con otro de la misma procedencia, que aún debe demostrar la confianza del Club porque no tiene mayor palmarés y que, para sorpresa de propios y extraños, parece no haber aprendido nada del que fuera su jefe en el bienio mágico.
Entre tanto, vendemos a destajo y nos desprendemos de todas aquellas joyas que nos llevaron a la gloria. Magníficas ventas, por cierto, en la mayoría de los casos, pero se desmantela un Equipo ganador porque, debemos suponer, ya pensamos que la propia fuerza del nombre Sevilla FC es suficiente para estar en la cumbre.
Curiosa coincidencia.
Los números bien, gracias, y todo se supedita a lo económico.
Se nos olvida que salvo los dos monstruos de las pelas –que jamás tendrán problemas de financiación- los demás, todos, debemos hacer encajes de bolillos para sacar unas cuentas aceptables.
Se nos olvida o pierde la sagacidad de nuestros ojeadores y gran parte de la afición comienza a dudar de las cualidades que adornaban a los “fichadores” –en los que habíamos puesto una fe ciega- ya que, debemos reconocerlo, los que han venido a sustituir a los vendidos han bajado sensiblemente el nivel de calidad. Muy sensiblemente.
Y por mucho más dinero porque, parecen pensar allí arriba, ya no nos son necesarios los desconocidos –que luego será estrellas- creyendo, erróneamente, que los fichajes de medio pelo nos mantendrán en la élite.
El índice de aciertos del equipo de Monchi lleva suspendiendo casi tres años. Si quitamos a Zokora y poco más, el resto de los incorporados son del montón. Algunos hasta muy malos. Y mucho más caros…
Por todo ello, me pregunto si no nos hemos contagiado del virus de la lopericia y sufrimos alucinaciones de grandeza; si no nos hemos creído tocados de la fortuna perpetua, hagamos lo que hagamos; si no hemos perdido la visión del esfuerzo, del arte, de la casta… para redondear magníficos presupuestos; si no somos un poco obtusos para declarar, al principio de las temporadas, que vamos a luchar por la tercera plaza, con lo que ya salimos derrotados, al menos, por dos…
¿Qué hay de la ambición? ¿Qué hay de salir a por todas y que luego el destino te coloque en tu sitio? ¿Porqué ofrecer rendición antes de la batalla? ¿Por qué ya no nos vencen a pesar de nuestra entrega y dignidad…?
No reconozco a éste Equipo. No admito que se cambie un modelo que funciona. No entiendo de fútbol, pero sí se, con seguridad, lo que no lo es.
Y no quiero que nos contagiemos de ésa enfermedad porque el final es conocido aunque a nosotros, más potentes en todos los órdenes, tarde más en corroernos.
Cuidaros.”
3 comentarios:
Jose, dos similitudes que van poco a poco hacia el mismo destino, una ya llegó hace tiempo, otra aún queda, lo mejor-peor por llegar.
Está claro que algo falla ¿QUE?
EQUIPO TÉCNICO? JUGADORES? DIRECCIÓN?
algo realmente estamos viendo que falla y como no pongamos medios, las similitudes serán idénticas de un barrio a otro.
Saludos desde Amor Sevillista
Saludos.
Antonio, afortunadamente no nos parecemos mucho aunque podamos tener destinos similares.
Ni borracho me imagino un tipo como ese en el Sevilla. Creo que no lo consentiríamos jamás.
Un abrazo y cuídate.
Tranquilo Sr. Ariza. ESTE PROYECTO ES INDESTRUCITBLE!.
Publicar un comentario