Por Guardianes de la Memoria.
“Un pueblo sin memoria es como un árbol sin raíces, que tiende irremisiblemente a torcerse hasta convertirse en un columpio”.
Hoy, 8 de junio de 2012, se ha saldado una deuda. Una deuda que se contrajo hace exactamente 84 años. El Consejo de Administración del SEVILLA F.C. con su Presidente a la cabeza ha dado, una vez más, muestras de tener con su historia algo tan poco común en nuestros días como es la SENSIBILIDAD.
Por ello desde nuestra más profunda pasión sevillista mostramos nuestra mayor gratitud.
Presidente: gracias.
Esta historia comenzó hace unos años cuando este grupo de investigadores sevillistas se topó, escudriñando en viejas hemerotecas, con un recorte en prensa alusivo a la futura realización de un monumento al jugador Spencer en el nuevo campo que el Sevilla F.C. estaba construyendo, en la avenida de Eduardo Dato en el barrio de Nervión. El documento es de 1928.
Este es el suelto periodístico:
El Imparcial 01.07.1928
Poco tiempo después, nos encontramos con la amarga queja de un sevillista (M. Romero Jiménez) escrita en la sección de cartas al director que publicaba el diario ABC de Sevilla en 1932
La reproducimos a continuación sin más comentarios porque habla por sí misma.
ABC de Sevilla, 28.01.1932
Como habrán comprobado a Spencer se unía Paco Alba, con lo que ya eran dos los homenajeados en el supuesto monumento.
En alguna que otra ocasión referimos el asunto al Presidente y su respuesta siempre fue la misma;
-Pónganme delante el acta de ese acuerdo de la directiva sevillista y cumpliremos ese compromiso heredado…
Así las cosas, con la creación del Área de Historia del Sevilla F.C. tuvimos acceso a los antiguos libros de actas hasta que la descubrimos.
ACTA DE 8 DE JUNIO DE 1928
-Extracto-
Acta de 8 de junio de 1928
El Sr Matta recaba para la Comisión Deportiva a la que pertenece la iniciativa de organizar y erigir en el nuevo campo un homenaje a la memoria de los antiguos deportistas que pertenecieron a este Club, Sres Alba, Tornero y Spencer, que pudiera ser un mausoleo colocado en sitio preferente que perpetúe el recuerdo de tan llorados sevillistas.
Así se acuerda.
Se recoge en el acta todo lo informado en la prensa, añadiéndose además la figura del jugador Tornero. Posiblemente estamos ante los tres primeros jugadores sevillistas que comenzaron a sacar su abono allá por las tribunas de la Gloria, en el tercer anillo. Los tres fueron jugadores, los tres murieron jóvenes, y los tres sembraron de luto y conmocionaron el corazón sevillista por aquellos años.
No se dudó ni un instante por parte del Club en llevar a cabo el compromiso adquirido 84 años antes. Varias han sido las reuniones con los autores de la obra y los departamentos del Club. Muchas las horas dedicadas a investigar sobre nuestros insignes personajes y muchos los momentos para intentar transmitir a los autores del monumento lo que significaron para el sevillismo de su época y que hacen, sin duda, que merezcan el reconocimiento que hoy se les hace.
Hoy, aquel acuerdo de 8 de junio de 1928 se ha hecho realidad.
En lugar preferente, como quedó escrito.
Para la eternidad.
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JUAN TORNERO
Juan Tornero de Orta nace en Sevilla el 16 de febrero de 1894. Su madre era María Manuela de Orta y Sousa-Martins que aunque nacida en Buenos Aires llega de niña a Sevilla instalándose junto a su familia en la Plaza de San Martín. Se casó con Juan Tornero Toresano, y tuvieron cuatro hijos: Fernando, María Luisa, María Delia y Juan.
Tornero aparece en la disciplina sevillista en una sola temporada, la 1916/17, tras llegar desde Italia donde cursaba sus estudios y donde practicó y desarrolló una genuina forma de jugar al fútbol.
La técnica y el estilo que aporta tras su estancia en el extranjero le hacen obtener la capitanía desde un primer momento. Jugaba de medio centro.
En aquellos años el capitán de un equipo ostentaba una consideración distinta a la que tienen hoy en día. El capitán, además de elegir la alineación, debía convocar a los jugadores; hacerles estar a su hora y debidamente equipados en el partido; proponer la táctica de juego y dar las instrucciones precisas desde dentro del campo para que se llevasen a cabo. Tenía que ser verdaderamente bueno para llegar y ser nombrado capitán. Áurea torera tenía su figura.
En enero de 1917 contribuyó a obtener la Copa de Sevilla frente al Eterno Rival.
También fue decisiva su intervención en la final del Campeonato de Andalucía, donde el Sevilla F.C. ganó por cuatro tantos a cero al Recreativo de Huelva, obteniendo por primera vez el título de Campeón andaluz.
Tras este partido, Tornero decide dejar el fútbol "cortándose al coleta" si bien, el retiro duró poco pues es convencido por el presidente Paco Alba para que volviese a los terrenos de juego.
Participó en la primera semifinal del Campeonato de España frente al Madrid F.C.
A pesar del severo correctivo en el primer partido jugado en Madrid (ocho a uno para los madrileños en la tarde del 11 de marzo de 1917) la prensa madrileña elogió el juego sevillista que comenzaba a despuntar en el panorama futbolístico español y que difería mucho de aquel Sevilla, de fútbol más primitivo, que había jugado en Madrid años antes. Sin duda Tornero contribuyó a ello.
En el partido de vuelta en Sevilla el 18 de marzo de 1917, a las cuatro de la tarde en un Mercantil abarrotado de público y con la Giralda como testigo, se produjo la hazaña. Los espectadores presenciaron una tarde memorable comparable sólo a una tarde grande en la Maestranza.
Contra todo pronóstico el Madrid clavaba la rodilla por primera vez ante el Sevilla F.C. Juanito Tornero dirigió con sabia precisión el juego de los equipiers sevillistas hasta llevarlos a la cima de la Gloria.
Spencer fue el goleador aquella tarde en la que tras el partido los aficionados pasearon a hombros a Tornero por los terrenos del Prado de San Sebastián.
Coincide este partido con la llegada de Kinké a Sevilla. El gran Armet había visto el primer partido en Madrid, quedando sobrecogido por esa forma singular de jugar a pesar de la derrota. Unas pequeñas indicaciones del delantero catalán sirvieron para el triunfo.
En el verano de 1917, Juanito Tornero muere al contraer unas fiebres tifoideas tras bañarse en una charca en Aznalcollar.
Tras su muerte, el periodista deportivo Antonio Olmedo le dedicó estas sentidas palabras:
“A la temprana edad de 23 años, ha fallecido el notable jugador de football y querido amigo Juan Tornero.
Cuando cundió por Sevilla la noticia, causó honda emoción. Tan irreparable perdida la sentirán sus amigos y enemigos (si alguno de estos tenía) por mucho tiempo.
Era Juan de carácter afable, y por ello entablaba amistad con todos cuantos trataba, por sus bellas cualidades y compañerismo.
Ingresó en el Sevilla F.C., fue nombrado capitán del equipo, y debido a sus grandes conocimientos hizo florecer esta Sociedad, consiguiendo, gracias a sus acertadas disposiciones, grandes triunfos para su equipo en la temporadas pasada.
Todavía tienen los aficionados en la memoria el triunfo de Tornero en el segundo partido eliminatorio del Campeonato de España entre el Madrid y el Sevilla, en el que este equipo ganó brillantemente.
Juan Tornero salió aquella tarde en hombros de sus admiradores.
Si mi modesta pluma supiese expresar cuán gran jugador y amigo para todos ha sido el malogrado Juan Tornero, no tendría suficientes planas el periódico para estamparlo.
Reciba su familia mi más sentido pésame, y muy particularmente su hermano Fernando.”
ENRIQUE GÓMEZ (SPENCER)
Sobre el origen de su apodo podemos concluir que se dio por un cúmulo de circunstancias. Por una parte a la admiración que sentía por un futbolista así apellidado que jugaba en Jerez y que le sirvió para ocultar su pasión por el fútbol a sus padres, que preferían que su hijo se dedicara a otros menesteres. A esto podríamos unir el factor físico de Enrique, que pudo propiciar que fuesen sus propios compañeros los que le adjudicasen su alias definitivo, ya que cuando comenzó a jugar era un chaval espigado, fino, agilísimo, de pelo rubio y lacio que se dejaba bastante largo y que le caía sobre el rostro cuando saltaba o hacía un movimiento brusco, además de su tez blanca y cubierta de pecas. Todo esto le daba, sin duda, un cierto aire británico.
Enrique Gómez Muñoz (Spencer) nació en marzo de 1898 en la trianera calle Orilla del Rio, hijo de Carmen y de José -práctico del puerto-, siendo bautizado en la pila de los Gitanos de la Real Parroquia de Santa Ana.
Sin duda estamos ante la quintaesencia de la escuela sevillana o sevillista de fútbol. En su poder estuvo la gracia en el juego, el don del dribling, el regate elevado a su máximo esplendor, la agilidad en el salto, el mortífero disparo a media y larga distancia, el espectáculo más absoluto.
Nadie jugó ni jugará como él.
Fue el primer internacional del fútbol andaluz en partido disputado frente a Portugal en el campo de la Avda. de la Reina Victoria en diciembre de 1923.
Spencer fue, junto a otras cuatro o cinco almas tocadas por la gracia divina de eso de saber tratar la pelota con elegancia y clase, el que creó una de las líneas de ataque más sorprendentes y admiradas de la historia futbolística española: la Línea del Miedo.
Inició, siendo un niño, su carrera futbolística como defensa en el modesto Victoria F.C. pasando luego por el Athletic Club de Sevilla y el Recreativo de Sevilla desde donde llegó a los 15 años a la disciplina sevillista ocupando el puesto de interior derecha.
El 22 de marzo de 1915 en la final de la copa Duque de Santo Mauro en San Fernando inventó la chilena marcando un gol de tan peculiar manera. Cuentan las crónicas que aquel gol fue ovacionado por el público gaditano con delirio, acompañándose de los acordes de la banda de infantería de Marina que rompió a sonar y de muchos “hurras” a Sevilla.
Un año más tarde, en 1916, dio otra tarde de gloria que le encumbró a la categoría de héroe entre la hinchada sevillista. Se jugaba en el campo del Mercantil la semifinal del Campeonato andaluz frente al Recreativo de Huelva. A falta de un minuto para concluir el encuentro, en la última jugada del partido, Spencer realizó una jugada de ensueño que concluyó con un gol de antología. Se echó el equipo a la espalda y el sólo se inventó el prodigio. Saliendo desde su área, inició un slalom sorteando a contrarios que salían a su encuentro a base de driblings y regates por la banda derecha a velocidad de vértigo, lanzando desde larga distancia un obús que penetró por la escuadra onubense. Imparable, magnífico, sublime, narraron las crónicas.
El público en pleno éxtasis y en un estallido de felicidad se lanzó al terreno de juego para abrazar al jugador e intentar pasearlo a hombros. Spencer tuvo que refugiarse en la pequeña grada con palcos que formaba la trasera de la caseta del Mercantil ante la avalancha de aficionados que se le venía encima. Era casi un niño.
A veces, cuando la necesidad del equipo lo requería, ocupaba el puesto de portero mostrando unas aptitudes encomiables. Otras veces aparecía en competiciones atléticas quedando siempre en destacado lugar.
Estuvo trece temporadas en el Sevilla F.C. con dos breves estancias en Oviedo y en el Español de Barcelona. En el Sevilla F.C. sumó nueve Campeonatos de Andalucía que propiciaron para el equipo sevillista el apelativo del Eterno Campeón de Andalucía.
Tuvo el honor de marcar el primer gol para el Sevilla en el Campeonato de España en 1917 y consiguió el primer triunfo en dicho Campeonato ante el Madrid F.C. en un equipo que estaba capitaneado por Juan Tornero y bajo la presidencia de Paco Alba.
Enrique Gómez Muñoz y sus compañeros del Sevilla Football Club preparaban el partido de vuelta de la eliminatoria del Campeonato de España de 1926 que debía enfrentarles al Real Madrid. Unas fuertes molestias abdominales le hicieron tirarse al suelo de su Reina Victoria. Maldecía su suerte pues quería jugar ese partido a toda costa. Al día siguiente se resintió con agudos dolores. Trasladado a la clínica del Dr. Cortés se decidió su intervención quirúrgica. Cuando supo que tenía que ser operado, Spencer pronunció la siguiente y apasionada frase; “ojalá que este dolor me hubiese dado después del partido”… Sevillista hasta la muerte.
El domingo, 14 de marzo, a las diez y media de la mañana se produjo el fatal desenlace. Por la tarde sus compañeros tuvieron que jugar el partido rotos de dolor.
A su entierro acudieron miles de aficionados para acompañar al féretro que fue portado por sus compañeros y por los jugadores madridistas que, cariacontecidos, también estaban presentes. Se habían quedado en Sevilla para asistir al entierro de su admirado rival y no por ello menos amigo. Cientos de telegramas se enviaron desde todos los puntos de la geografía española. Decenas de coronas llegaron al camposanto sevillano. Todos los periódicos nacionales, se hicieron eco de la triste y luctuosa noticia. Sevilla entera lloró.
Ricardo Zamora, el mítico portero dijo de él en sus memorias:
“He aquí el mejor footballer que ha dado el fútbol andaluz. De la escuela del gran Armet fue éste el alumno más aventajado. Poseedor de magnífico toque de balón; perfecto al amortiguar y retener la pelota; hábil al avanzar por driblings preciosos y elegantes; flexible y agilísimo en el salto; certero en el remate de cabeza y brillante en el disparo. Spencer completaba, resumía un tratado o compendio del bien jugar.
En pleno triunfo, en el apogeo de sus facultades desapareció. Rápida y traidora enfermedad lo arrebató de entre nosotros, perdiendo Andalucía su figura más saliente y representativa.”
PACO ALBA
El 14 de octubre de 1.905 culmina el largo proceso fundacional del “Sevilla Football Club”.
La entidad nace impregnada del espíritu regeneracionista de sus socios, mayoritariamente jóvenes españoles que se han formado en el extranjero y que están influenciados por las más modernas corrientes de pensamiento europeas que ven en el deporte –y en el fútbol- el vehículo ideal para la recuperación del país, mediante la mejora de la salud y la higiene de la juventud.
Este objetivo aperturista y social se plasma en los primeros estatutos de la entidad, uno de los pocos existentes en España que expresamente recoge este interés.
Son la modernidad, el progreso y el ideal europeísta lo que propugnaban los jóvenes “sportsmen” del Sevilla Football Club, comprometidos con las elites intelectuales del país.
Así las cosas, en 1914, accede a la presidencia del club decano Francisco Javier Alba y Alarcón, Paco Alba. Había nacido en 1890 y fue socio oficializador y destacado jugador de los primeros tiempos, ocupando en la primavera de 1908 un puesto en la directiva como capitán del primer equipo.
Desde el principio se da cuenta de la importancia del fútbol y de lo que este deporte significaría años más tarde.
Fue un hombre polifacético y con gran talante organizativo, lo que le condujo a desempeñar el cargo de primer presidente de la Federación Regional Sur de clubs de fútbol, y su gran labor federativa fue decisiva para la creación del Campeonato de Andalucía.
Con él como máximo mandatario, el “Sevilla Football Club” quedará definitivamente consolidado en lo institucional y en lo deportivo, como el más destacado de Andalucía y máximo representante del fútbol del Sur a todos los niveles.
Entre los méritos atribuibles a Paco Alba cabe señalar la refundición de los estatutos y reglamentos inspirados en los del F.C. Barcelona, en la asamblea celebrada el 27 de junio de 1914.
También se alcanzan los primeros éxitos deportivos en la Copa de Andalucía, se arrolla -deportivamente hablando- a todos los rivales de alrededor, se produce la llegada de Kinké y el nacimiento de la escuela sevillista, se forma la línea del miedo, integrada por Escobar, Spencer, Kinké, León y Brand, a quienes se unen elementos valiosísimos como Ocaña y Herminio.
Paco Alba valla y remoza el campo del Mercantil e inaugura el campo de la Avenida de la Reina Victoria, donde se disputará el primer partido internacional de la selección española en nuestra ciudad, contra Portugal, así como la primera final de Copa de España.
En su faceta periodística y bajo el seudónimo de “inside right” (interior derecha) realiza una labor de defensa a ultranza de los intereses de su Sevilla como pocos han realizado a lo largo de nuestra historia.
Su presidencia llegó en tiempos difíciles puesto que ya los gastos eran numerosos y los ingresos escasos, ello conllevó a que Paco Alba y su grupo de directivos estuviesen continuamente buscando recursos para poder salir adelante.
En abril de 1921, Paco Alba fallece, un año después de dejar la Presidencia, pero en plenitud de su sabiduría y madurez personal, cuando el Sevilla Fútbol Club más fuerte crece.
El cariño del popular Paco Alba para con el Sevilla era tan intenso que cuando conoció su incurable enfermedad a la edad de 30 años, no dudó en permanecer al pie del cañón viviendo su esperado final con una dignidad fuera de lo común.
Con motivo de su muerte, quien fuera jugador de los primeros tiempos, presidente y amigo entrañable de Paco Alba, Carlos García Martínez escribió la siguiente carta en su memoria:
"Paco, el popular Paco Alba, era una institución sevillana. Dedicado desde sus más cortos años a la propaganda intensa del "sport", en él descansaba y él era el propulsor entusiasta de las más variadas iniciativas. Predicando con el ejemplo, no se detenía en obstáculos de ningún género; fiel a su convencimiento de que la salvación de España estaba en la vigorización de la raza, fue el alma mater del fútbol sevillano y el más experto y constante cultivador de todos los ejercicios de educación física. Ha muerto cuando todo le sonreía: su juventud, su fornida naturaleza, sus envidiables condiciones de carácter, su jovialidad peculiar, que despertaba en todas partes simpatías."
Con la muerte de Paco Alba se marchó el último de los regeneracionistas, llevándose el espíritu con que los padres del sevillismo engendraron nuestro club.
Cuidaros.
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