Saludos.
Ellos parieron a la bestia y la bestia los devoró.
La cuestión se remonta a la Roma más antigua, apenas un esbozo del imperio que llegaría a ser. En situaciones de crisis (guerras, calamidades, hambrunas, plagas…), el Senado proclamaba un Dictator (“dictador” sin las connotaciones que la palabra alcanzaría más tarde), con todas las atribuciones para poder superar las contingencias.
Se nombraban por periodos de seis meses.
Es probable que el más grande Dictator fuera Lucio Cornelio Sila, brillante político y militar, pero tan ambicioso que declaró una dictadura indefinida. Sin embargo, quizás fuese el único en la Historia que terminada su obra, renunció a su cargo y volvió a ser un ciudadano normal.
Durante el tiempo de su mandato, no obstante, realizó innumerables actos contra todos sus enemigos. Un bestia investido de toda la autoridad.
El Sr. Lopera ha sido durante muchos años, el “dictator” de la polis de La Palmera.
Ellos lo pusieron y ellos tendrán que apuñalarlo, como a César, o no habrá forma de escaparse a su influencia.
Los dictadores, cuando llegan, suelen ser aclamados por los pueblos porque representan, erróneamente y desde determinados puntos de vista, la solución inmediata a los problemas del momento.
Enrique Vidal, en su magnífico blog Ayer y Hoy Sevillista, hace una excelente semblanza de lo que no deberíamos olvidar, de las cosas que hemos vivido y de lo que aún puede que vivamos todavía. Gracias, maestro.
Hoy, el que ha sido faro y guía del beticismo (hasta Carmona, primer adulador certificado, lo repudia), termina sus días de dictadura de la peor de las formas.
Ni punto de comparación con Sila. En ningún aspecto y aunque sea más de dos mil años más joven.
Cuidaros.
P.D. La imagen no va con segundas aunque cualquiera puede llegar a pensar que se le esté indicando el camino adecuado.
2 comentarios:
Estimado Ariza, si fuera por el subteniente Contreras, éste estaba ya donde tú y yo estamos pensando. Un abrazo.
Lopera no deberiar pagar por las culpas, los odios y la bilis de miles de aduladores reconvertidos.
La culpa no suya en exclusiva. Todos deberían cargar con su cruz.
Todos le alabaron por más que quieran negarlo.
Está bien arrepentirse. Tal vez mediante el arrepentimiento se hayan ganado el reino de los cielos, pero en la tierra también deben dar cuenta de sus actos.
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