Tengo un amigo de la infancia, al que llamaré Curro, con el que suelo tener profundas conversaciones sobre lo divino y lo humano. En ambos casos, ninguno de los dos tiene la menor idea.
No obstante, Curro siempre ha cuestionado mi afición al fútbol y más concretamente, mi afición al Sevilla FC.
Dice Curro que es incongruente que un tipo como yo (y me pone varios calificativos de alto valor), pueda sentir la tensión que me embarga cuando veo a mi equipo jugar. Para Curro, un intelecto medianamente formado es incompatible con ése deporte de masas.
A Curro le gusta el baloncesto (a mí también me encanta e, incluso, lo practiqué bastante cuando la edad me ponía menos impedimentos). De hecho, es socio del Cajasol y en varias ocasiones hemos ido juntos. Allí, en el Pabellón de San Pablo, lo he visto saltar y vibrar con un buen tiro de tres, un mate o una asistencia al modo NBA.
Siempre, al salir, le digo lo mismo:
-Eso que tú has sentido viendo a tu club, es lo mismo que yo siento viendo al Sevilla.
Pero Curro no ceja y de sus palabras se desprende un tufillo que nunca me ha gustado. Parece que fútbol y cultura no se puedan asociar.
Supongamos, le digo, que a ti, universitario, inteligente, culto y formado, te gustan Bach, Dalí y el Cajasol. ¿Cuál es la diferencia si a mí, con valores similares, me gustan Mozart, Picasso y el Sevilla?
¿Quizás es una cuestión de miles de asistentes?
Por supuesto que en un estadio de fútbol, donde caben cuarenta mil personas o más, debe haber un porcentaje de brutos considerable. En el Pabellón de San Pablo, proporcionalmente, habrá los mismos.
Sin duda.
Son deportes, le digo a Curro. Deportes que levantan pasiones. Uno más y otro menos. Y eso no lo califica de deportes para animales y deporte para señoritos. De ninguna manera.
El fútbol es un deporte especial, mágico. Y un buen partido, vibrante, lleno de emoción, fuerza y arte, puede movilizar los sentimientos de cualquier persona, sin que importe su formación, su intelecto y su amor por lo bello.
Puede que no sea casual que mueva tantos millones de aficionados en el mundo.
Curro, a pesar de todo o quizás por ello, eres mi amigo.
Cuidaros.
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