Saludos.
Si lo analizamos desde el punto de vista meramente estadístico, con la fría mirada de las cifras y los datos la temporada en curso, habremos de convenir, obviamente, que los números del RBB son mejores que los nuestros: Andan arriba, en puestos Champions, con más puntos, más goles y mejores porcentajes generales por lo que debemos pensar que no será fácil, que será un duro contrincante y que a pesar de lo que se diga, esto se juega a “cara de perro”. Más que la mayoría de los demás encuentros, se llame como se llame el contrario.
Aunque siempre habremos de respetar y esperar (no queda otra) que el final, el último partido de la temporada es el que deja las cuestiones saldadas definitivamente, el que coloca a cada cual en su sitio y es el resumen de méritos y deméritos acumulados durante la campaña, no podemos hurtarnos lo de patológico que supone ganarle al otro, al de al lado, con el que llevamos más de un siglo compitiendo existencia por cercanía, por pasión y por morbo si así lo queremos. Pero hay dos estadísticas: las generales y las particulares y éstas, las segundas, tienen, probablemente, un valor especial en ésta tierra.
Si a todo ello unimos los sentimientos que vivimos en una ciudad donde compartimos espacios, trabajos, vecinos, familia, amistades y “guasa”, los ingredientes de éste puchero se enriquecen de manera exponencial añadiendo sabores y matices extraordinarios. Será cocina tradicional (103 años y 15 días desde que se inventó) con la nueva, la de diseño, la de cada choque distinto, siempre igual y siempre diferente.
Hasta que el Sevilla F.C. devuelva la obligada visita al Real Betis, habrán de pasar varios meses en los que saborearemos (en función del marcador final), un resultado que proporcionará no pocos momentos de gozo a los que consigan mejores dígitos. Serán meses en que no permitiremos que se olvide, que recordaremos a cada insinuación y en los que compondremos decenas de chistes, gracietas y giros propios, puyas y estocadas en un chaparrón de guasa como desde siempre, de toda la vida. Siempre igual y siempre diferente porque somos así. Ni bueno ni malo, así.
Tenemos, además, la inmensa suerte de ser la ciudad menos cateta del mundo porque poseemos dos clubes y nos dividimos por mitad, mas o menos, con uno o con el otro y sin importar demasiado la categoría en que milite cada cual en cualquier momento.
Mañana, por tanto, viviremos otra edición de Historia en el Ramón Sánchez-Pizjuan. Serán otros noventas minutos de pasión desbordada, de intensidad, de empuje, de cánticos especiales porque el rival lo merece. El rival es ése que se creó para tratar de combatir la supremacía blanca y roja, el que se “españolizó” como respuesta a las formas y modos importados de Escocia y que nunca, jamás, lograron superar hasta hoy.
Es verdad que en toda la Historia hay momentos en que el Real Betis nos superó en algunas cuestiones, pero si queremos volver a las estadísticas de ésos 103 años, la goleada a favor de Nervión es indiscutible en la inmensa mayoría de los terrenos, los que sean.
Y mañana domingo por la noche, la sinfónica palangana debe sonar sincopada porque los datos señalan que los otros, los de verde, vienen fuertes y a por todas, que no se piensan conformar y no entregarán su espada fácilmente. Un dato: la reyerta para adquirir entradas en el Benito Villamarín es más que significativa: llegan todos los que podamos acoger. Todos.
Y sincopada porque todas las notas (importantes o no, mejores o peores, grandes y pequeñas), deben orquestar al mismo nivel, a la misma altura y valor, con toda la fuerza posible y aún más y en cantidad y calidad abrumadora. Mañana, los instrumentos sonoros de cuerdas vocales decidirán, aún por encima de los goles o por ellos mismos, la manera en que uno de los dos demuestra más y mejor su pasión, sus colores y la potencia sicológica para que los once, los de abajo, los del calzón corto, sienta el aliento en las nucas, en las piernas y en los corazones.
Mañana, hay que llevarlos en volandas a ganar…
… y éstos son la punta de lanza.
Un grandísimo aplauso, mañana, para reconocer su valor.
Gracias, Biris. Sin vosotros no es lo mismo.
Cuidaros.
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