Saludos.
Hay gente, en esto del fútbol, que tiene suerte.
Ahí ven dos ejemplos nítidos.
Independientemente de las circunstancias particulares de cada uno, de los asuntos internos que los obligaron a abandonar el Club de sus amores (que desconozco y por ello me resisto a opinar aunque tenga alguna idea aproximada) y de los derroteros necesarios en los profesionales del “cualquiera que te fiche en cualquier parte” , éstos dos tienen algo especial que les hace distintos.
Desde hace unas temporadas (uno más que el otro), dos veces al año, por lo menos, ganan siempre pase lo que pase. Si o si.
Primero fue D. Joaquín, el Utrera, (me cuenta un pajarito que le encanta machacar aceitunas con su familia). Sacó a un Sevilla hundido en las miserias infernales de la Segunda División a base de esfuerzo, entrega, casta y coraje (cumpliendo a rajatabla la letra del Himno oficial) y lo elevó hasta Europa.
Dejó la base, la solidez, la ambición necesaria para los años mágicos que llegaron enseguida y salió, no podía ser menos, por la puerta más grande del Sánchez-Pizjuan, la misma por la que regresará algún día.
El pasado fin de semana, volvió a ganar en su casa de sangre a pesar del resultado.
El otro, D. Manuel (el de Arahal).
Heredó un Equipo campeonísimo aunque en descomposición y tuvo la mala suerte de dirigirlo en la curva descendente. A pesar de sus estadísticas, no logró mantener el nivel hasta el punto de que el único título a que pudo hacerse acreedor, se lo adjudicó su sustituto por pocas semanas.
Aplaudido y denostado por igual entre la afición, no salió, aparentemente, tan bien como el otro.
Dentro de una hora, aproximadamente, volverá a ganar pase lo que pase.
Pues eso, que hay, pocos, tipos con mucha suerte.
Y ustedes que los vean.
Cuidaros.
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