Saludos.
No, no son momentos fáciles para el sevillismo porque los asuntos se suceden sin solución de continuidad y no siempre son buenas las noticias. De hecho, la mayoría malas.
Después de unos años de triunfos y títulos a escala continental como nunca antes, me preguntaba ya entonces (no era complicado pensar que no siempre íbamos a estar como aquel bienio mágico), de qué forma reaccionaríamos cuando llegasen las vacas flacas. Y es cierto que son flacas aunque también debemos admitir que no escuálidas. En cualquier caso, nada comparable a aquellas temporadas que decía. Y seguimos a distancias siderales de otros muchos que sí, realmente sí, lampan en sus famélicas realidades, afectados de cánceres internos desarrollados y para los que puede que no haya una terapia adecuada si no cambian de modelo.
Por el magnífico trabajo de los gestores del Club, el Equipo se consolidó entre los grandes de la Liga española con todas las consecuencias: presupuestos y títulos que son, a la postre, las mejores referencias y las más válidas (obviaremos los sentimientos porque sobre ellos es ilusorio e infantil atribuirse liderazgos). Desde las cavernas donde se plantaron las nuevas semillas, no paramos de subir y subir durante nueve años, llegamos arriba y nos quedamos ahí para siempre. ¿Para siempre?
No cometamos el tremendo error de pensar que una vez instalados en el ático, el inmueble era nuestro por derecho propio, por nuestro físico o nuestro caletre. O por derecho divino. Hay ejemplos letales que no debemos seguir.
Convertidos en gigantes (que no en gigantes mastodónticos que sería vomitivo imitar a pesar del rosario de trofeos que ello comportara), algo dejó de funcionar adecuadamente o de manera distinta a como lo había sido entonces y se inició un descenso, suave pero constante, que amenaza con ponernos de los nervios porque tenemos memoria y hemos vivido lo suficiente como para abominar de muchas fases de nuestro pasado.
Desde aquel 2006 glorioso, hemos mantenido el nivel europeo (mejor o peor), con relativa soltura. Sin embargo, cada año nos cuesta más el esfuerzo y vamos sumando fatigas por los afanes.
Hemos vendido casi todas las joyas vendibles (con pingües beneficios en la mayoría de los casos, ciertamente) para:
a) Debilitarnos en la medida que no se suplieron con valores similares. En general, ni parecidos.
b) Fortalecimos a los muy poderosos en sus ya potentes onces.
c) La política de fichajes hizo un giro incomprensible y abandonamos la fórmula magistral de sacar de debajo de las piedras (cantera, cantera y otras canteras) y nos dedicamos, con mas errores que aciertos, a “comprar contrastados”. Contrastados cuyo rendimiento, en general, ha sido pobre. Entre otra cosas porque los sentimientos no están el mercado y los colores, salvo honrosas excepciones, se viven o no.
d) El éxito de apostar por un entrenador “desconocido” (Juande Ramos y su inexplicada huida a paraísos dorados), nos hizo pensar que siempre habríamos de tener la misma fortuna y los mismos precios bajos. La realidad nos está golpeando fuerte y ni Jiménez, ni Álvarez, ni Manzano se aproximaron. siquiera, a lo conseguido por el manchego. Y con Marcelino, a media Liga, seguimos esperando la explosión que le suponíamos y que con tantas ilusiones fue acogido. Pero los presagios no son buenos.
Seguimos inclinando a estribor y permítanme el símil en éstos días.
Sumemos a todo ello que a los “elementos” que gobiernan en las sombras (dos y sus innumerables cómplices) no les gusta que un pimpollo venido a más les pretenda tocar sus carteras. Eso se traduce, porque pueden y de hecho lo hacen, en infinidad de zancadillas, trampas y celadas, aparentemente invisibles, que suman, restan, agotan y marcan. Y queman.
Sigamos. Los problemas personales del Presidente salpican, queramos o no, al Club. Si no teníamos suficientes enemigos en los medios manejados desde Madrid, éste caramelo les ha sabido a gloria. Es cierto que somos conscientes de que los asuntos no están relacionados directamente, pero lo es también que se usan con inquina y mala fe, como siempre, y que hay demasiada gente (incluso sevillistas, desgraciadamente), capaces de dejarse influenciar por todo ello. Eso va creando conciencia negativa nos guste o no.
Hay, además, noticias en el horizonte personal de Del Nido que no auguran nada bueno para él. De rebote, el Sevilla.
Los movimientos de entradas y salidas parecen precipitados, pocos estudiados o fruto de apresuramientos y necesidades acuciantes de estabilizar o amortiguar los efectos de la crisis (general y particular). Los no ingresos de competiciones europeas (o de participaciones demasiado cortas), añaden valores negativos a los balances previstos y eso hay que compensarlo de alguna manera. Y la solución “socio” es, a todas luces, inapropiada aunque ahí también vayan a “apretar” lo suyo. Eso solo sirve para crear (si los resultados no acompañan), aún peor conciencia general.
Y ahora, en los últimos días, conocemos que hay movimientos de concentración de acciones inquietantes.
Si algo ha tenido en su Historia éste Club ha sido la capacidad de movilización de sus huestes. Ello nos ha permitido disponer de activos (humanos y materiales) que ya hubieran queridos muchos otros para sí. El Sevilla ha sido siempre el sevillismo, sus colores, sus gentes, sus esfuerzos, sus penas y glorias, sus manos y sus hombros. Y podemos ver muchos ejemplos de ello apenas leamos cuatro líneas de nuestro pasado.
Pero el cambio de modelo hasta convertirnos en Sociedad Anónima (aún con la milonga añadida de “deportiva”), no nos hace diferentes de las mercantiles: tenemos un Consejo de Administración que gobernará quien posea mayoría de acciones.
Y esas mayorías la pueden componer grupos o personas individuales.
Más de cien años de sevillismo pueden quedar concentrados en solo un par de manos y pueden subvertir toda ésa Historia porque a pesar de los méritos que adornen a los elegidos, los mejores somos todos juntos. Todos. Como hasta ahora. Como siempre.
Porque ya hemos dado muchas muestras del poder que atesoramos y desposeernos de él puede ser sinónimo de un peligro cierto y que, ojalá me equivoque, no pronostica nada bueno.
Me acelera el pulso y no debo.
Cuidaros.
4 comentarios:
Efectivamente, amigo, no corren buenos vientos y además no se vislumbra calma en el horizonte.
Son tiempos de inquietudes, irregularidades, perturbaciones y hasta desquiciamientos de parte de la masa social; anormalidades al fin y a la postre pero...si la pelotita entra y los resultados llegan...
Cordialidad para Vd.
Hermano solo espero que las aguas se calmen un poco y el sevillismo tome conciencia de todas las cosas en su justa medida,aunque parezca otra cosa,creo que por algo se caracteriza al sevillista y no es otra cosa que no tragar con todo venga de donde venga,espero que la entidad que es lo primero,siga estando en las mejores manos posibles y como te digo tomemos conciencia un poco de tantos y tantos acontecimientos juntos y no rebujemos nunca chivos y cabras,los piés en el suelo y la cabeza fria,es dificil,pero necesario en todo momento,un abrazo hermano.
No es sencillo resumir mejor la situación actual de una forma tan clara y en un solo post. Y, además, tomando como referencia el pasado más cercano.
Si no me equivoco, más del 40% de las acciones del Sevilla pertenecen a sevillistas de base, el capital sigue estando muy fragmentado, y eso tranquiliza.
Por otro lado, uno prefiere ver las acciones en manos de buenos gestores que de otros nefastos.
Pero a mí también me inquietan mucho estos movimientos. El Sevilla no reparte dividendos, con lo que quedan dos motivos para querer tener acciones: El sentimentalismo y el afán de poder.
Yo conozco personas que tienen una acción, y eso les vale para decir que son dueños del Sevilla. Uno de los dueños. Lo dicen con orgullo. Les enorgullece sentirse así porque son más sevillistas que el escudo. Es una cuestión sentimental.
Pero acaparar poder lleva implícitas muchísimas otras cuestiones que no manejamos los aficionados. En teoría (ingenua teoría), presidir o tener un puesto de responsabilidad en un club de fútbol es una cuestión también de orgullo, más sentimental que onerosa. ¿Tanto quieren al Sevilla estos señores como para gastarse tantísimo dinero en acumular acciones?
No dudo del sevillismo de nadie, pero permítanme dudar de que es sólo el sevillismo lo que les lleva a comportarse de esa forma.
De todos modos, a mí me da que, con esta compra, Del Nido pretende asegurarse que no habrá otros movimientos peligrosos cuando deje la presidencia, probablemente en no demasiado tiempo, para dedicarse a sus problemas personales, que son grandes e importantes.
El tiempo dirá.
Un saludo.
Saludos.
Muchísimas gracias, Sr. Anónimo. Sin embargo, es política de ésta casa no publicar comentrios anónimos incluso cuando, como es su caso, sean elogiosos.
Gracias.
Cuídese.
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