¿DE OFICIO…? DEPENDE, TODO DEPENDE

 

Saludos.

Ultra petita

Ultra petita es un expresión latina, que significa "más allá de lo pedido", que se utiliza en el derecho para señalar la situación en la que una resolución judicial concede más de lo pedido por una de las partes.

Ultra petita se considera un vicio procesal, por cuanto genera una situación de inequidad entre las partes, toda vez que se estima que quien mejor conoce su propia situación jurídica y procesal debe ser la parte misma, y por tanto el juez, al conceder más de lo que ésta pide, puede incurrir en una situación de injusticia contra la parte que es desfavorecida por la resolución.

Por ejemplo, si en la demanda judicial el demandante pide una cantidad determinada de dinero por concepto de indemnización de perjuicios, y el juez le otorga una suma superior a dicha cantidad demandada, entonces el juez está dejando de lado su posición de árbitro y se está pasando a llevar a la parte demandada, infligiéndole un daño a su patrimonio, a la vez que la parte demandante sale favorecida incluso por encima de la pretensión que ella misma tenía al iniciar el juicio, la que se basa presumiblemente en una estimación propia y personal, de cuánto asciende su propio daño.

Hay una situación en la que, de todas maneras, el juez puede incurrir en ultra petita, sin que ésta configure un vicio procesal. Esto sucederá toda vez que lo haga haciendo uso de alguna facultad para actuar de oficio que contemple la legislación. Dicha facultad se suele otorgar con idea de proteger un bien jurídico determinado (por ejemplo, protección de un menor).

En ése caso, aunque la parte no pide no lo otorgado, es la legislación la que "pide" por ella, en interés de la justicia. Un ejemplo típico de ello es la facultad que otorgan algunos ordenamientos al juez para declarar nulos de oficio determinados actos jurídicos, cuando dicha nulidad aparezca de manifiesto, y ninguna parte lo haya pedido, lo que obviamente tiende a cautelar el interés social en que ciertos actos jurídicos que se celebren sean válidos, por sobre el interés personal de las partes.

El Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol contiene, perfectamente definida, la faculta del Juez Único del Comité de Competición para actuar “de oficio” cuando considere que se cometen actos extra deportivos en un partido de fútbol y que no fueron recogidos (cualquiera sea la causa, sospechosa o no) por el “juez de primera instancia” (el árbitro). Como en cualquier otro “delito”.

Éste señor…

…jugador de fútbol y que atiende al españolísimo nombre de Pepe (Pater Putativus), es un demente.

Y “juega” a ése deporte bajo las órdenes técnicas de otro perturbado:

Ambos, pertenecen a la pandilla (sinónimo de equipo), del Real Madrid C.F.

Es, probablemente, el conjunto con mejor palmarés del mundo y lo gobierna el más poderoso empresario de la construcción en España.

D. Florentino Pérez. Cuando alcanzó la “dignidad” de máximo dirigente del Real Madrid en su primera época, ocupaba el séptimo puesto en el ranking de constructores. Hoy es el primero.

Pues el Pepe que hace cosas como éstas…

… tiene la condición de ciudadano europeo, con todos los derechos inherentes, y sigue dentro de la C.E. (no se espera su expulsión fulminante, de momento) Incluido, seguramente, en el reducido círculo de los millonarios sin que su contribución a la sociedad esté avalada por valores amplios, trascendentes y humanistas. Solo genera fuertes beneficios.

Puede, incluso, que sea un ídolo para algún niño. En España o en su país natal, nuestro vecino Portugal. Los portugueses hablan un poco raro y tienen la desgracia de llevar toda su historia, toda, con nosotros como socios ibéricos. Solo nos tienen a nosotros en las fronteras y eso debe pesar. Puede que, a la larga, desquicie.

Pero los tres, para calamidad social, deportiva y racional, forman parte del engendro Real Madrid C.F. Un club señor.

El fútbol es un deporte de contacto físico, de fuerza, de velocidad y destreza. Puede, además, que permitamos que se ampare en aquello de “ganar a cualquier precio” o “de penalti injusto, en el último minuto”. Ganar. Como sea.

En 1929 nació la Liga de Fútbol Profesional y ya nada fue igual. Tal vez muriera en ése momento el fútbol espectáculo para dar paso al fútbol negocio. Y aparecieron los pepes que no hacen prisioneros.

Porque depende, todo depende, de qué camisetas luzcas en el terreno de juego. Salvo un par de ellas, los jueces únicos (fórmula magistral para evitar controversias y cualesquiera sean los pensamientos que os asalten en éstos momentos), todos las demás están tuteladas por el imperio de la Ley.

Dos no. Y una menos aún.

Y tipos como ése y sus compañeros de parranda (con los que tengo algo personal), volverán a salir el próximo partido, harán sus cositas y tal vez dejen al alguno dependiendo de la Seguridad Social (casos conocemos). Con pensión cortita, como corresponde.

Ya ha pedido perdón. Mañana más y nadie ordenará su ingreso en prisión. Ni siquiera el juez único.

Cuidaros.