EL RESPETO

 

Saludos.

El respeto comienza por uno mismo.

“El respeto o reconocimiento es la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidad: respeto mutuo, reconocimiento mutuo. El término se refiere a cuestiones morales y éticas, es utilizado en filosofía política y otras ciencias sociales como la antropología, la sociología y la psicología.
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el reconocimiento del mismo como entidad única que necesita que se comprenda al otro. Consiste en saber valorar los intereses y necesidades de otro individuo en una reunión.”

Los sucesos que hemos podido presenciar, ver y escuchar en el Vicente Calderón durante el partido del domingo pasado, cuando una buena parte de la afición colchonera injurió gravemente la memoria de Antonio Puerta son, sin el más mínimo atenuante, falta de respeto.

A la persona.

Al futbolista.

A la Institución.

Y a la afición.

No hay paliativos posibles. No puede haberlos.

Las salvajadas lo son sin colores, sin fronteras, sin condición social y sin excusas. Y quienes las amparan o defiende, reos de salvajismo tal cual lo son los que las obvian, las excusan o las protegen.

Son, además, un síntoma de absoluta falta de respeto a ellos mismos porque nada justifica la agresión: Nada, del tipo que sea, cualquiera sea el motivo, Incluso la autodefensa (única posibilidad de ejercer violencia disculpada) tiene que ser administrada sabiamente, con causas de proporciones enormes que raramente se dan.

Esos sucesos han vuelto a incentivar (si es que hubiera hecho falta) el tradicional recelo de las aficiones del Atlético de Madrid y del Sevilla F.C. Han estimulado una histórica fiereza de relaciones de una parte de las aficiones de los dos equipos.

Sabían que iban a provocarnos (tocándonos fibras sensibles) y hemos sido provocados, hemos respondido y estaremos esperando el próximo encuentro, en Sevilla, para tomarnos la revancha.

Y mostraremos la misma falta de respeto de los animales de Madrid.

No me gusta. No me agrada escuchar en el Sánchez-Pizjuan los insultos que se dedican a las otras aficiones. Me parecen fuera de lugar, inoportunos, de mal gusto y sobre todo, de falta de respeto hacia nosotros mismos porque jamás podremos reclamar algo que nosotros incumplimos.

No podemos esperar que los animales se comporten como personas y las personas como animales.

Lo sucedido en Madrid (todo apunta a que los autores, por acción o por omisión, saldrán ilesos de cualquier cargo), es sintomático de radicalismos poco recomendables, perversos, bestiales y peligrosos que abundan más de lo deseado en la sociedad. Una sociedad, por otra parte, que premia los excesos con desidia desconcertante. Y en el fútbol, amparo de insatisfacciones que pretenden y se usan para justificar otras carencias, son tan arriesgadas de permitir que se vuelven trágicos con más frecuencia de lo deseado.

No me gusta.

Y no me gusta que en nuestro Estadio faltemos el respeto a los otros.

Puede que me esté creando enemigos en mi propio bando, puede que me asalten los anónimos (ya estoy acostumbrado y los valoro en lo que valen) para decirme todas ésas tonterías de que son capaces desde el incógnito, desde lo oculto.

Puede y me arriesgo a ello, pero sigue sin gustarme que nos faltemos el respeto a nosotros mismos faltándoselo a los demás, esperando ésa revancha para poder decir que nosotros, más.

No me gusta.

No quiero que me comparen.

No quiero ser como ellos.

Las bestias lo son en cualquier lugar y no tiene colores.

Cuidaros.