Saludos.
No, no te absolvo. No quiero. No me da la gana.
No te lo mereces y yo no te perdono. NO TE PERDONO.
Has venido al Sevilla para hacer bien un trabajo. Has venido al Sevilla F.C tras pedirlo muchas veces. Llegas con la aureola de conseguir sacar petróleo de las piedras y apenas sacas chispas.
Cobras por ello. Y bien.
Se suponía que eras perro viejo, psicólogo, gran capitán… y se te mean encima. Y eres contumaz hasta la exasperación. Decenas de miles de ojos ven que fallas menos tú. Insistes en fórmulas que no funcionan, una y otra vez, hasta que empieza a oler mal.
La duda es que quizás no seas ni la mitad de lo bueno que te crees. Quizás seas, sencillamente, malo. Quizás tuviste suerte unos años y eso elevó tu caché, te abrió puertas y llegaste a un Grande. Como otro que por lo menos, dejó una ristra de logros.
Y puede que no valgas. Que te venga grande.
Y tienes EGO. Demasiado. Tanto que te tapa lo que debes hacer. Tanto que no te deja ver que tú solo eres una pieza para que la máquina funcione.
Tú solo eres una pieza, Gregorio. Tú no eres la pieza.
Tal vez nunca debiste salir de las Islas aunque muchos, yo entre ellos, pensáramos que podía ser una buena elección.
Erré.
Me equivoqué.
Pero lo mío es solo delito de opinión.
Lo tuyo vale muchísima pasta, Gregorio.
Y el jueves estaré allí, animando, cantando, haciendo palmas y proyectando toda mi conciencia para que ganemos.
No, no te gritaré. No lo hice nunca (a los del pito si, bajito, para recordarles su álbum genealógico solo). Eres, aunque me produzcas ardores de estómago, el entrenador de Mi Equipo.
Solo por eso te respeto.
Pero no te absolvo porque no te lo mereces. Ni me trago tu EGO.
Y me da igual si eres triste o alegre. Es tu problema.
Suerte.
Cuídate.
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