lunes, 1 de septiembre de 2008

LA HERENCIA

Saludos.

Los seres humanos configuramos nuestras vidas con una sabia mezcla de genes, modelos, espectativas, esfuerzos y deseos.

Los genes nos vienen dados y no podemos elegir. La naturaleza nos programa en una determinada dirección, física y mental, y nada podemos hacer contra eso (todavía).

Los modelos nos los prestan la familia y el entorno. Imitamos a nuestros padres, hermanos, amigos y otras personas que, por una razón u otra, nos despiertan deseos de parecernos a ellos.

Las espectativas nos las marcamos en función de nuestras capacidades y la madurez mental que acompaña a cada edad. Hay límites para ello: yo no podría nunca ser pívot de baloncesto. Tampoco podría ser un genio de las matemáticas. En función de, como decía, nuestra propia madurez, podemos navegar por nuestra existencia alcanzando ésas espectativas si, razonablemente, están a nuestro alcance.

Los esfuerzos son la base de casi todo lo que nos planteamos. Podemos marcarnos unas espectativas altas o bajas que, sin el esfuerzo necesario, nunca llegaremos a conseguirlas.

Los deseos, los intelectuales, son la base desde la que se construyen las espectativas y se logran con los esfuerzos.

Mi padre, hombre bueno e inteligente (que no es sinónimo de listo), me transmitió la mitad de mis genes, la razón, el modelo y la madurez para superar toda una vida cargada de trampas y sinsabores.

De la misma forma, heredé de él algo tan importante, tan sustancial y valioso como es la curiosidad.

Sin la curiosidad, el ser humano hace miles de años que habría desaparecido.

Y también me legó otra pequeña faceta, casi imperceptible, apenas destacable pero tan valiosa como la que más, que se llama "clase".

Mi padre tenía clase.

La clase de mi padre era sencilla y nada tenía que ver con títulos nobiliarios, dinero (que no tenía) ni estatus social: era honrado, trabajador y hacía lo imposible para no "joder" a los demás.

Su máxima (que he hecho mía) era: no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí.

Todo un tratado de filosofía.

Mi padre no fumaba, no bebía y no decía "tacos". Su vida era trabajar para sacarnos adelante y curiosear detrás de toda la información que le llegaba. Nunca se conformaba con las apariencias y hurgaba un poco mas allá, por detrás de las cosas, para SABER, para ENTENDER, para CONOCER los procesos.

Luego nos transmitía sus conocimientos con observaciones "curiosas".

Todo un tipo.

Tenía clase.

De la clase que te permite pensar que esos genes benéficos seguirán su curso y se implantarán en nuestros herederos.

Yo no tengo herederos, pero mis hermanos sí y observo en esos niños la herencia. Veo a mis sobrinos inteligentes, buenos y curiosos. Y sé que les llega desde mi padre.

Sé que mis sobrinos tendrán clase. De la buena. De la que no te dá el dinero, los títulos ni el status.

Seguramente llegarán a buenos niveles en la sociedad, que tendrán estudios, cultura y un lugar y sé, también, que tendrán la clase que les garantice ser buenas personas por encima de cualquier otra consideración.

Es la clase buena.

Es la clase que a mí me interesa, la que se tiene de nacimiento o no se tiene, la que encuentro en mi familia, en mis amigos y en las personas que quiero, vengan de donde vengan y sin que me importe su nivel social, sus estudios y sus ocupaciones.

Los demás, los que se compran la clase, no me interesan.

Cuidaros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu padre debió ser un gran tipo. Algunos daríamos cualquier cosa por aproximarnos, aunque sea levemente. Tuve un gran padre y un hermano-padre que un día puso un libro en mis manos. Jamás podré agradecérselo lo suficiente.

Anónimo dijo...

Espero tu comentario como agua de mayo,despues de dar una vuelta por el internet,es de lo poquito respirable a poder leer,te admiro por tu forma de ser,tu clase y tu inteligencia,ademas de plasmar en unas lineas palabras que yo jamás podria engarzar en toda mi vida,eres una persona digna de admiración y sabes que yo bien lo hago,enhorabuena por haber tenido la suerte de haber contado con ese gran hombre al que te refieres en tu post que no es otro que tu padre y chapo de nuevo por tu solvencia en la narrativa,un abrazo mi hermano,de mayor quiero ser un padre como el tuyo,será muy dificil,pero lo intentaré con todas mis fuerzas,me recordó en casi su totalidad al mio,de esas clases de padres van quedando muy poquitos,espero que yo al menos pueda ser un pequeñito reflejo como padre de lo que en tu escritura sobre tu viejo has escrito,cuidate que te quiero mucho tio.