sábado, 28 de junio de 2008

UN CUENTO

Capítulo III
El Campeón de la princesita salió en busca de McMarracho. Mientras, un heraldo envió un mensaje al perverso malhechor, emplazándolo a la justa.
Pero McMarracho, oculto en las cloacas de Palangania, se mofaba de los intentos de Xcutiva de llevarle ante la Gran Corte.
Pasaba el tiempo y McMarracho no aparecía.
-¡Cobarde!- gritaba ella desde su castillo.
Pero nadie localizaba al malvado y el Campeón Ppvis, aburrido, volvió a dedicarse a lo que más le gustaba: cantarle poemas de amor a su dama. Sin éxito alguno, hay que añadir.
Una mañana, Xcutiva preguntó a su espejo, como tenía por costumbre, sobre sus cualidades.
-¿Quién es la más hermosa de Palangania?
Y Hego, sin dudarlo, repuso.
-Tú, mi señora, eres la más hermosa de Palangania.
Luego, como también era habitual, preguntó:
-¿Y quién es la más inteligente de Palangania?
El espejo dudó un momento. Durante unos segundos, pareció que lo pensaba. Luego repuso:
-Hay una persona más inteligente que tú, mi señora.
Xcutiva se quedó muda de incredulidad. Luego, pensando no haber oido bien, repitió la pregunta:
-Te pregunto que quién es la más inligente de Palangania, espejo.
Y Hego, otra vez, tardó en responder:
-Hay una persona más inteligente que tú, mi señora.
Xcutiva no daba crédito.
-¿Quién es? -gritó.
Y Hego, repuso:
-McMarracho, mi señora.
Xcutiva, violeta de furia, agarró un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas al espejo.
Hego cayó hecho pedazos al suelo.
Un espejo mágico roto es un galimatías espantoso. Todas y cada una de sus partes se ponen a hablar a la vez, cada una diciendo una cosa distinta. Con tanto ruido, no se escuchan unas a otras y deben elevar el tono, por lo que al poco, se hace insoportable estar cerca.
Xcutiva salió disparada de su alcoba llamando a sus criados para que retiraran los pedazos de espejo.
Luego, envió a un lacayo a ordenar que le fabricaran otro espejo nuevo. El lacayo se desplazó a la tienda de espejos mágicos para princesas y encargó el más grande que pudieran fabricar.
Dos días después y transportado por varios hombres, llevaron el espejo al castillo de Glog.
El espejo medía tres metros de largo por dos de alto y lo colocaron ocupando toda una pared de la alcoba de la princesa.
Ella aceptó complacida cuando quedó instalado.
Una vez sola (los espejos mágicos no hablan salvo en presencia de sus dueños y sin más testigos), quizo saber si el producto era de la calidad pedida:
-¿Cómo te llamas?
Durante unos segundos y como si estuviese haciendo algunos ajustes internos, el espejo carraspeó, tosió un poco y por fin, tomando aire ruidosamente, repuso:
-Superhego, mi señora.
-Me place -dijo ella.
Se paseó por delante de él, se miró varias veces y asintió complacida con lo que veía.
-¿Quién es la más hermosa de Palangania?
Superhego, sin dudarlo, repuso:
-Tú, mi señora, eres la más hermosa de Palangania.
Acto seguido, preguntó de nuevo:
-¿Y quién es la mayor adoradora de Sevful?
-Tú, mi señora, eres quien más quiere a Sevful.
Como si temiera la respuesta, tardó un rato en preguntar de nuevo:
-¿Y quién es la más inteligente de Palangania?
Sin perder un instante, Superhego respondió:
-Tú, mi señora, eres la más inteligente de Palangania y lo eres desde niña, como te auguró la Meiga Testinteli.
Henchida de amor por sí misma, Xcutiva ordenó que le sirvieran una copa grande de Champcroix y se dispuso a una nueva jornada de lucha contra el perverso McMarracho.
En la ciudad, el dueño de la tienda de espejos mágicos para princesas, charlaba con su hijo y aprendiz:
-Tienes que aprender a fabricar los espejos para que los clientes se queden contentos. Por ejemplo, el que le hemos enviado a la princesa es de primer orden, de excelente calidad y hecho con materiales de primerísima clase.
-Pero padre -intervino el hijo- le has enviado un espejo trucado. Has puesto una parte demasiado grande de mentiria en la mezcla con la arena.
-Por supuesto -dijo el padre- ¿Pretendes que me corte el cuello? Le he enviado un espejo garantizado que jamás dirá nada que pueda hacer que la princesa, enfadada, lo rompa. Además -añadió a modo de reflexión- ¿quién es tan estúpido que solo ve en los espejos cosas buenas de uno mismo?
Continuará.
Copirrai Yo.
Todos los personajes y eventos que aparecen en el cuento, son ficticios y fruto de la imaginación del autor. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

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