sábado, 27 de octubre de 2012

TENDRAN AQUI CABIDA

 

UNA APROXIMACION PERSONAL

Saludos.

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“…Es un club al que puede pertenecer cualquier persona sin distinción de nivel social, ideas religiosas o políticas, que tendrán aquí cabida”.

Para todo sevillista que se precie, es la frase determinante de una forma de pensar y de sentir y que define el arraigo profundamente humanista de aquellos que refundaron el Club en 1905.

La pronuncia el primer Presidente “oficial” del Sevilla Football Club D. José Luis Gallegos, en el Pasaje de Oriente y siempre resultó llamativo que en la creación de una sociedad destinada a la práctica deportiva, al fútbol, se incluyera ésa declaración. No conozco otros referentes en la fundación de otros clubes españoles en ése sentido.

Pasaje Oriente

¿Qué induce a Gallegos a formular ése enunciado en un momento y sitio, a priori, tan fuera de lugar, tan atípico?

JoseLuisGallegos

Tratemos de situarnos en el contexto social, político y deportivo.

Corre 1905 y España aún se resiste a asumir que ya no es un Imperio: apenas unos años antes ha dejado de gobernar las últimas colonias de ultramar (Cuba, Puerto Rico y las Filipinas). Sin embargo y para las clases altas, la nobleza y la monarquía, todo sigue igual y mantienen sus formas y modos de vida a expensas, como siempre, de las otras clases. Pero las fuentes de ingresos de las colonias ya no llegan y los recursos propios se van agotando, ya no son suficientes.

Sevilla, además, es un gran cuartel. Las tropas retiradas de ésas colonias llegan a nuestra capital y aquí se estacionan hasta sus licencias o traslados.

El haber sido el puerto más importante de España (por aquí llegaba toda la riqueza que durante siglos se estuvo extrayendo de aquellos territorios), lo convierte, por ello, en el último reducto de la decadencia y en Sevilla se amontonan todos los “residuos” coloniales.

Finalizado, por tanto, el “comercio” de allende, hay que mirar hacia el terreno natural, hacia el continente europeo. Francia, nuestro vecino del norte, no es bien mirado porque apenas un siglo antes andábamos a tiros con ellos, de mala manera, hasta expulsarlos en sus ansias expansionistas. Paradójicamente, la salida de los franceses y sus ideas revolucionarias contribuyeron bien poco a modernizar los pensamientos sociales patrios.

Para ésa guerra nos echaron una mano los británicos (entonces amigos y aliados contra París) y hubo que pagarles un precio por ésa ayuda. Así los encontramos, desde muchas décadas, alrededor de toda industria susceptible de exportar al Reino Unido con concesiones reales y facilidades comerciales (minerales, vinos, naranjas, aceite, aceitunas, corcho… )

Por nuestra parte y con un importantísimo tráfico marítimo entre la UK y los puertos españoles de Bilbao, Barcelona y Sevilla, importamos carbón (buena calidad y barato a pesar de los aranceles y fundamental para las industrias locales), petróleo, madera, tecnología y técnicos… y corrientes de opinión. Ideas.

Desde la Revolución Francesa de finales del siglo XVIII, fundamentalmente, las sociedades europeas se han armado de nuevas ideas y corrientes de pensamiento para la organización social y la participación en los asuntos públicos de los ciudadanos.

Todos los movimientos sociales de importancia se fraguaron en el siglo XIX y mientras en otros países se divulgaron y asimilaron pronto, España aún se resistía. No obstante, las aperturas comerciales significaron también y lógicamente, el desembarco de ésas formas, de ésas ideas.

Además, la burguesía sevillana no dudaba en enviar a sus retoños a estudiar en las universidades británicas. Unido a ello, multitud de matrimonios mixtos que dejan en manos inglesas la formación de sus descendientes (la colonia anglosajona era muy importante a la sombra de la Giralda). Bastantes de aquellos técnicos llegados a Sevilla se quedaron aquí para siempre.

Tenemos, por tanto, las condiciones suficientes y necesarias para el “caldo de cultivo” de aspiraciones en cambios profundos y reorganizar una sociedad caduca, anclada en valores pasados y enfrentados, directamente, con lo que ocurre en el resto de Europa donde, como casi siempre, nos han tomado una ventaja que jamás logramos recortar suficientemente.

Pero todos ésos movimientos regeneradores llegan por las únicas vías posibles, por los únicos ciudadanos con acceso a ellos por su formación, educación y oportunidades de conocerlas. Llegan por donde llegaron siempre las revoluciones, es decir, por la burguesía.

Sevilla, en 1905, es un compendio de desgracias. Unido al sistema de gobierno monárquico, a la corrupción generalizada en la clase política, a la hambruna (sequías, inundaciones, malas cosechas…), acumulación y masificación de militares y cuarteles pendientes del erario público y a la decadencia general, encontramos inquietudes sociales en ésas clases capaces de advertir que el Estado y la sociedad no funcionan, que todo está mal y que pueden hacer algo por cambiarlo.

Lógicamente, los trabajadores y obreros de las clases bajas andan alejados, por desconocimiento y por falta de oportunidades para conseguirlo, de todo ello. Habrá, por tanto, que esperar que las clases superiores consigan cambiar el modelo para que les lleguen ésos posibles cambios.

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Habla Joaquín Costa, padre del Regeneracionismo.

Junto con Francisco Giner de los Ríos, entre otros y su Institución Libre de Enseñanza (la ILE) y apoyados en las ideas de Krause (el krausismo), formularon las propuestas que deberían haber hecho cambiar, definitivamente, el modelo social español para adecuarlo al europeo, para adaptarnos a un entorno más progresista y mejor organizado, más tolerante, más abierto y democrático y sobre todo, más inteligente porque, no se olvide, la mejor y mayor formación de más ciudadanos es una exigencia necesaria, exigible, en el desarrollo de cualquiera sea la sociedad.

Era toda una revolución ideológica y social que amenazó directamente a los poderes fácticos y hasta 1936 ( la definitiva) vimos varias formas de frenarlas. (Asistimos ahora, estos días, a la última y más reciente manera de terminar con eso).

Estamos, en 1905, en el contexto ideal y las preguntas, posiblemente, lleven las respuestas implícitas:

¿Por qué ciudadanos acomodados, formados en mejores universidades, con medios suficientes para subsistir, sin preocupación aparente por los desheredados incluyen ésa declaración universal en la formación de una sociedad para el deporte de burgueses?

¿De qué ideas andaban imbuidos Gallegos y sus amigos para incluir ésa premisa en el football?

Probablemente caben otras explicaciones, pero mientras más profundizo en el contexto, en las circunstancias y el las formas en que se gestó la refundación del Sevilla, más cierto tengo que ésas ideas regeneradoras (término médico opuesto a la corrupción) estaban sólidamente asentadas en ésos ciudadanos, que participaban de ellas y que, ahí vemos el ejemplo práctico (desde mi punto de vista), no dudaban en manifestarlas y en usarlas incluso y sobre todo, en una parte importantísima de la exigida formación de todos los ciudadanos. Y en el deporte, en la mejora de los cuerpos, en la vigorización de la raza (no confundan el término y sitúense en entorno adecuado) como primera meta, como primer objetivo para ésa regeneración.

Debería parecer, por tanto, impensable que un grupo de un nivel superior se preocupara de abrir sus clubes de diversión a todas las ideologías y niveles sociales a menos que… formaran parte de las corrientes democratizadoras y sociales que invadían Europa.

Otras explicaciones parecerían forzadas.

Más tarde, muy poco más tarde, asistimos al nacimiento de otros clubes fundados, por contra, en las falsas raíces del españolismo rancio y oscurantista, el que combatían con rigor los regeneracionistas.

Es verdad que el Regeneracionismo no culminó en movimiento político y que algunos (Ortega y Gasset sobre todo aunque lo abrazara con pasión en sus primeros años) terminaran por prostituirlo. Pero es igualmente cierto que muchos de los fundamentos que entonces se formularon calaron en la sociedad y solo recientemente (más de un siglo más tarde) hemos podido asistir a ésa apertura social que promueve mejores ciudadanos, mejor formados y más sanos.

Y Gallegos y los suyos lo dejaron patente en el Pasaje de Oriente hasta el día de hoy, llenado de contenido algo tan insustancial, a priori, como puedo haber sido una Sociedad de Football, la Sociedad de Football de Sevilla, el Sevilla Football Club.

Cuidaros.

2 comentarios:

Vademécum Sevillista dijo...

Excelente, y le apunto, ya que veo que el tema le interesa, que produndice sobre un aspecto colateral nada desdeñable. También hubo regeneracionismo en el ejército, dentro de lo que los expertos llaman "modernidad defensiva". Surge del victimismo (le suena el término) de cierto poderoso estamento para defenderse de las responsabilidades del desastre colonial, y acabo degenerando en un enfrentamiento hacia el elemento civil que, al cabo de varias décadas, se transformará en revanchismo providencialista. Las cosas no suceden por casualidad, amigo mío, sino por causalidad.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

En efecto, D. Ayer y Hoy.

Tengo constancia cierta de aquello porque era toda la sociedad, incluída parte de la militar, la que se "movilizaba" en las nuevas formas.

No obstante y por imperativos multidisciplinares, lo trataremos en otros momentos. Usted me entiende.

Gracias.

Cuídate.