lunes, 31 de agosto de 2009

CUATRO PUNTOS





Saludos.

Esos son los puntos perdidos en Valencia. Cuatro contra un rival directísimo en la Liga B, la que jugamos nosotros. ¿O no?

No entiendo el orden de prioridades que tenemos. No lo entiendo. Y como no lo entiendo, tampoco entiendo que no saliésemos a devorarlos desde el minuto uno.

¿Cuál era el plan B?

¿Siempre tenemos excusas cuando perdemos?

Por cierto, estoy de acuerdo en que no debería permitirse que el Sevilla jugase en un patatal y el Valencia en una alfombra de césped. No es justo.

Y si no, pues el árbitro.

Y si no, los elementos.

O las fuerzas de la Naturaleza.

Lo importante será que al final de Liga estemos clasificados para Champions. De la forma que sea y como sea, asegurarnos los ingresos vía UEFA y televisiones.

Todo lo demás queda supeditado a las cuentas.

Ya pelearemos por la Liga A cuando tengamos cuatrocientos millones de presupuesto. Es decir, cuando los dos gigantes estén en los... ¿mil?

El problema son los papafritas, la prensa local, la nacional, los sevillistas anti Jiménez -que se dejan comer el coco miserablemente por los enemigos del Club-, los malos palanganas, los que no aprueban el exámen de sevillista...

Siempre tenemos los enemigos a las puertas para no tratar de los males internos. Y si no los hay, los creamos.

¿La idea es repetir puesto?

Ambición, ¿dónde está la ambición?

Era el primer partido. Cierto.

Pero no era un partido cualquiera. Ni mucho menos. Y si bien es verdad que los equipos no están rodados -hoy he llegado a escuchar en Nuestra Radio que el Sevilla necesitará mes y medio para estar óptimo-, me pregunto para qué sirve la pretemporada.

Y me lo pregunto siendo consciente de las pocas incorporaciones habidas, es decir, que el grueso del personal jugaba ya el año pasado. Se conocen bien. ¿O no?

¡A saber lo que harán ésos equipos que han metido seis o siete nuevos titulares! Puede que no consigan conjuntarse hasta enero. Con suerte.

Era el primer partido y no era un partido cualquiera. No lo era. Eran cuatro puntos.

Cuatro que se quedan en Mestalla.

Y a esperar la puesta a punto a ver si nos pilla antes de que lleguen los cocos de Champions.

Cuidaros.

domingo, 16 de agosto de 2009

CUENTO DE VERANO -II-

Saludos.

La costa, en aquellos tiempos, era un surtidero de cosas maravillosas.

De vez en cuando aparecían en la orilla unas bolas de cristal -boyas que habían escapado de las redes-, que eran el trofeo más preciado porque resultaban ser adornos muy llamativos; también trozos de corcho -igualmente restos de boyas de pesca-, con los que hacíamos ruedas para luego, con una caña larga y una guita, fabricarnos una especie de vehículo que apoyado en el estómago, gobernábamos con la guita a modo de cochecito; aparecían, también, monedas y aunque parezca incríble, llegamos a reunir una buena colección de dinero de épocas remotas -árabes, sobre todo-. De haber conservado aquellas monedas, hoy, sin duda, le habríamos sacado un buen precio -probablemente se perdieran en algún traslado de mi familia-.

Y las conchas.

Increíblemente grandes, raras y exóticas, servían desde ceniceros hasta motivos decorativos aptos para cualquier derroche creativo.

Imaginaros una panda de chavalillos sueltos, pura imaginación con patas, con todo un mundo virgen por descubrir, tiempo y ningún compromiso serio. Pensad también que entonces no había ni un solo motivo de distracción -díganse televisiones, consolas, nintendos, pesepes, guiis...-. Demasiadas horas de libertad para no esperar travesuras sin límite.

El Coto de Doñana era una tentación constante. Sabíamos, porque los veíamos, que había guardas a caballo -antiguos furtivos reconvertidos-. Pero con el tiempo aprendimos a esquivarlos con notable acierto. Así, lográbamos traernos bolsas de riquísimas piñas en un despliegue al mejor estilo militar: teníamos un avanzado que iba de reclamo y que debería decir, si era interceptado, que iba a "cagar" y para ello, lo proveíamos del conveniente trozo de papel higiénico. Dos alas, a modo de exploradores, que silbarían en caso de emergencia. El grueso de la tropa atacaba los pinos en los "corrales" -hondonada entre las dunas móviles que cambiaban cada año- y en un santiamén, dejábamos pelados dos o tres pinos. La retirada, perfectamente ordenada, garantizaba el éxito de la misión. Más tarde, en una fogata, asábamos las piñas -cuyo olor a resina quemada también tengo grabada en mi memoria olfativa así como los crujidos al abrirse al calor- y nos poníamos "púos" de aquellas pequeñas delicias llamadas piñones.

Y las camarinas -corema album-, riquísimas y jugosas frutitas blancas que comíamos a puñados.

El Coto, sin embargo, tenía sus peligros: las víboras y los alacranes eran nuestra constante preocupación. Por suerte, nunca nos alcanzó ninguno aunque en cierta ocasión me quedé a un metro de una víbora y pude ver, perfectamente, su cabeza triangular.

Tampoco era infrecuente ver bajar a la orilla y no lejos de la colonia, a primera hora de la mañana, a los jabalíes y a los gamos.

Tanto en plena noche como al amanecer, los baños resultaban deliciosos y no exentos de cierta inquietud por no ver lo que te rodeaba. Y cuando de vez en cuando caía una tromba de agua de lluvia, bañarse en plena tormenta era un desafío solo apto para niños "valientes".

Un año encontramos la vaina de una bala de cañón usada -resto de unas maniobras militares hispano-norteamericana-, de grandes dimensiones. Mi hermano mayor, listo él, pretendió sacar los restos del casquillo con un destornillador y un martillo. Para espanto de la chiquillería, aquello aún conservaba restos de explosivo y emitió un agudo pssffffffffff que nos hizo huir despavoridos. Alguno se econdió detrás de alguno de los postes -palos de un grosor de nueve o diez centímetros-, que soportaban la choza.

Y aparece el héroe: una de mis hermanas y una prima que veraneó aquel año con nosotros, estuvieron a punto de ahogarse al adentrarse jugando en una parte del agua donde había un gran escalón. Solo mi entereza, control, temple de nervios, fuerza y agilidad -¿que no?-, logró sacarlas del atolladero.

Y alguna gamberrada: otro verano, un primo -cada año se invitada a alguno/a de los muchos que tenemos-, supo lo que era comerse una croqueta cargada de laxante. Estuvo cagando dos días sin parar.

Continuará.

Cuidaros.

martes, 11 de agosto de 2009

CUENTO DE VERANO -I-

Saludos.

Siendo aún un niño y todavía solo seis hermanos, mis padres tuvieron la genial idea -y apenas unos recursos-, de llevarnos a todos a veranear a Matalascañas durante muchos años.

Eran los tiempos de las playas vacías,inmensas, interminables, donde pasábamos más de dos meses en un delicioso estado semisalvaje. Toda nuestra indumentaria se resumía en el inevitable bañador -que nos calzábamos a primera hora y nos quitábamos para ir a la cama- y un chaleco para las noches, cuando refrescaba.

Nos ubicábamos en una especie de colonia estival entre La Higuerita y Torre Carbonero con dos zonas delimitadas: los pileños y valencianos y otra, separada, para los sevillanos. Con sorna, nos llamaban "el barrio de los leprosos".

Como vivienda, la gente de Pilas nos fabricaba una casa de juncos -"bayunco", decían ellos-, con cuatro dormitorios y salón -para familia muy numerosa que luego aumentaría en cuatro más-; una cocina separada unos metros y un aseo -un pozo ciego-, más separado aún, hacia el interior, hacia el Coto de Doñana muchísimo antes de convertirse en Parque Nacional. Todo de bayunco formando paredes compactas de no menos de diez centímetros de grosor.

La cocina de gas butano y la luz de carburo: artilugio de dos cuerpos roscados en cuya parte inferior se colocaban las piedras -de un olor tan particular que aún hoy podría detectarlo entre otros muchos-; en la superior el agua. Provista de una boquilla -que se atascaba a menudo y había que limpiar con un alfiler, nos alumbró las noches playeras todos aquellos años.

Con el carburo usado fabricábamos cohetes: A una lata vacía se le hace un agujerito en la base. Colocados los restos del carburo debajo y la lata al revés, se vierte un poco de agua encima de forma que se va colando por el orificio lentamente. Los gases que se acumulan dentro hacen que, llegado un momento, se expandan, explote y la lata vuele metros y metros.

Para beber y lavarnos, teníamos un pozo excavado, con brocal, delante de la casa y nos surtía de un agua dulce, riquísima y helada.

Entre el pozo y el mar, un sombrajo grande. Era el mejor sitio de todos.

Allí nos reuníamos a la caída del sol para escuchar a los mayores contar historias. Acurrucados, nos embelesaban con las biografías familiares y detalles de las atrayentes vidas de nuestros progenitores siendo niños, algo incomprensible para nosotros, los niños. También nos asustaban algunas veces con cuentos de miedo e historias de terror.

El sombrajo, con el tiempo, también se convirtió en el lugar de los primeros escarceos eróticos de la adolescencia, con las chicas de pilas, a la luz de la luna.

La colonia tenía una choza/tienda/bar/pensión, que regentaba El Pelao y donde era imposible tomar un café sin mosca. Un día que por error le puso un café sin extra a mi tío Miguel, éste se quejó y se negó a tomarlo si no le servía lo mismo que a los demás clientes. Mi tío era un guasón que puso un cartel a la entrada de nuestra choza en el que se leía "dobihipro el sopa". Estuvo vigente unos años y los enanos tardamos por lo menos una semana en descifrar el jeroglífico.

Y mi padre, ejerciendo de perfecto Rodríguez, aparecía los fines de semana con el suministro, la comida que no se podía comprar allí mismo y que debía mantenernos vivos otra semana. Y comíamos como limas nuevas.

El pan nos lo traían a diario en un caballo. Uno de los hijos de Reyes, la pileña que nos fabricaba la casa, venía desde el pueblo del que salía antes del amanecer. A veces llegaba tarde porque le salía un toro y debía esquivarlo por las marismas a todo galope y en la oscuridad.

La vida en la naturaleza, por tanto, era maravillosa.

Día si, día también, mi madre nos pedía que le trajéramos coquinas. En aquellos años, llenar un cubito playero a robosar de coquinas grandes, hermosas y frescas, era cuestión de media hora. Usando uno o los dos pies, en un rato ya teníamos el entrante perfecto: cocinadas con un poquito de aceite, ajo picado y un chorreon de vino blanco, duraban en la fuente digamos... tres minutos. Y las sopas para rebañar la salsa era un batalla diaria en la que seis, ocho, diez manos pugnaban por lograr la última.

Nunca tuvimos caña de pescar porque estaba muy lejos de los presupuestos familiares -con comer todos los días ya era suficiente-, pero teníamos imaginación.

Por muchísimo menos dinero, nuestro padre nos traía un carretito de sedal, unos anzuelos y con algunos plomillos caseros, nos fabricábamos los "tiraillos": con unos metros de hilo enrollados en un soporte de madera, coquinas como cebo y agua hasta la cintura, sacar menos de veinte o treinta bailas, mojarritas y brecas era impensable.

Todos inmaduros, por supuesto.

Los albures no picaban y solo era posible pescarlos con la tarralla (especie de red redonda que se lanza con las manos y que los valencianos -procedentes de los arrozales del Guadalquivir- usaban con una destreza encomiable). Los albures, sin embargo, no los comíamos: los troceábamos para usarlos como cebo para las chovas, las reinas.

Un año, próximos a la adolescencia, uno de mis hermanos sacó una chova de dos quilos y medio con un tiraillo enrollado en una botella. Dos quilos y medio de chova son un pescado muy grande. Tremendo.

Tras más de dos horas de lucha -es un pez fortísimo-, con cortes en las manos por sujetar el hilo e infinitos esfuerzos, logramos sacar el trofeo.

Conservamos una foto en la que se nos ve a los tres enanos sujetando el bicho al más puro estilo de los cazadores africanos del pasado.

Continuará.

Cuidaros.

lunes, 10 de agosto de 2009

JARQUE









Saludos.

Hoy las musas están calladas, como yo, porque hoy se han ido a Barcelona.

Larga vida a Dani Jarque.

Cuidaros.

viernes, 7 de agosto de 2009

PARA RAVESEN

Saludos.

Gracias, amigo, por tu comentario en mi entrada anterior, por leerme y por el magnífico trabajo que haces en tu blog -lo de Huntelaar es impresionante-.

Pensaba contestarte ahí, en el tuyo, pero necesito algo de espacio y me muevo mejor aquí, en el mio.

La Selección Española de Fútbol, la Selección de una de las ligas grandes -sigo sin creerme que sea "la mejor" porque eso se mide por la cantidad de equipos fuertes y no por el dinero de dos-, es la que menos títulos posee. Italia, Alemania e Inglaterra -por ejemplo-, nos superan en todos los aspectos. Llevamos muchos años mirando a italianos, alemanes e ingleses con cierto "desprecio", como ligas "menores", pero ellos tienen más títulos como selecciones.

Ése desprecio es ficticio, fabricado desde los medios madrileños, tan capaces de crear pompas de jabón como de babear alrededor del poderoso eternamente. Eso les deja dinero.

Pero son libres de editar como les plazca. El problema es que hay quien les cree. Son muchísimos los que no son capaces de tener ideas propias y deben permitir que otros se las coloquen en la cabeza.

"La Roja", invento centralizado, llevaba decenas de años sin hacer nada digno. Nada.

Y resulta que cuando se equivocan y ponen a un entrenador mediocre, un viejo zorro que lleva toda la vida viviendo de mediocridades, logra el triunfo y se trae la Copa de Europa porque tiene la suerte de poder contar con unos jugadores excepcionales y consigue el premio.

Aragonés tiene, también, un carácter -cojones, dirían algunos- explosivo. Y mira tú por donde, el año que no pone a los niñatos del Madrid, gana.

Intolerable.

Pero eso es demasiado para la mafia central. Fuera Aragonés y volvemos a la senda de los elefantes con Del Bosque y la caterva que lo protege. Y Del Bosque es mucho peor que Aragonés en todos los sentidos: sabe menos que el zorro y tiene la mitad o menos de cojones. Porque el mérito que atesora es haber figurado como entrenador de un equipo que no necesita entrenador.

Además, se siente tan respaldado que no se corta un pelo y dice, delante de todo el mundo, que llama al jugador de Osasuna "porque se lo ha recomendado Camacho". Y se queda tan pancho.

¿Camacho?, Me suena. No recuerdo bien pero quizás fuera uno que tuvo el Madrid algún tiempo. ¿Hierro? También me suena.. y el resto.

¿De verdad pensamos que si los niñatos del Madrid juegan medianamente bien la próxima Liga no van a Sudáfrica? Aquí quedará escrito.

De la misma forma, me lanzo a vaticinar que España ni siquiera juega la final. ¿Apostamos? Venga, no te cortes. ¿Qué apostamos?

Lo que nos duele a los sevillistas es ver, año tras año, a magníficos jugadores relegados por otros menos preparados, menos buenos, pero que jugaban en otros equipos. Ver que si no bailas al son que te toquen desde el centro, no eres nada ni nadie.

Ejemplo: un central de un equipo que milita en la Liga Adelante, ha sido convocado repetidamente siendo la una de las defensas más perforadas en los últimos cuatro o cinco años. ¿Que no te lo crees? Pues es así. Confía en mí, por favor. Sé lo que digo.

Y Fernando Navarro es, posiblemente, el mejor lateral zurdo de España. Su problema consiste en haber fichado por el equipo leproso pero que a pesar de todo, ha quedado tercero. Y eso duele.

Son mangantes que juegan con los sentimientos de millones de españoles -que aunque yo no comparta, entiendo- y todo se confabula para que volvamos a ser el coto de los de siempre, los mismos.

Cambiar para que todo siga igual.

Yo no comparto la pasión por "la roja". Para nada. Me duele, como sevillista, el menosprecio de ésos mangantes. Pero insisto en que los quiero aquí, en nuestro Club, defendiendo nuestros colores y jugando para los sevillistas. Ni siquiera siento el menor orgullo en que se nos vayan los africanos a sus selecciones. Ni loco.

No siento orgullo porque la FEDERACION ESPAÑOLA, FIFA y la UEFA son MAFIAS que organizan NEGOCIOS a costa de los equipos, de los aficionados y sin que les importe un carajo las consecuencias siempre que ellos aseguren sus ingresos multimillonarios.

Y ni un ejército de psicológos podrá convencerme de lo contrario.

Yo no me cabreo. Yo tiro cohetes de alegría. Que se metan su selección por donde les quepa.

Ésa NO es MI Selección.

Un abrazo y cuídate.

HOY EN COLUMNAS BLANCAS






Saludos.

Mi artículo publicado hoy en Columnas Blancas.

Cuidaros.

jueves, 6 de agosto de 2009

PURITA CHAMBA

Saludos.

Acabo de conocer la lista de seleccionados por el Del Bosque y otra vez, por purita chamba, nos hemos escapado.

Andaba yo temblando por si se le ocurría equivocarse y nos llamaba a alguno de los nuestros y mira por donde, puedo respirar a pulmón lleno.

Llama a Monreal, de Osasuna, recomendado por Camacho porque, dice, en España no hay buenos laterales izquierdos. Por supuesto, el del equipo tercero en la Liga no cuenta porque es extranjero.

Le deseo al chaval toda la suerte, sinceramente, y que le salga todo perfecto. Es joven y puede que se asiente en el puesto para muchos años. Quiero que se asiente.

Ni se imagina Del Bosque lo que le agradezco que no tenga idea de que hay un equipo grande por el sur, por debajo de Toledo. Y yo no pienso decírselo no vaya a ser que le ayude a no cagarla con la Selección a pesar del interés que está mostrando.

Cuidaros.

VALORES RELATIVOS

Saludos.


A pesar del profundo ejercicio de abstracción que hacemos cada verano, de que intentemos luchar contra viento y marea y de que aseguremos que solo nos interesan los detalles de los nuestros, es impensable que no estemos al tanto de las novedades que se producen en los demás equipos de La Liga. Especialmente de dos.


Desde que tengo memoria, el equipo del régimen –y el otro- ha estado fichando a las perlas del fútbol mundial porque siempre ha contado con fuentes de financiación convenientes y generosas, apoyo mediático incondicional, soporte federativo sin límites -incluido el estamento tirilla- y una caterva de políticos y famosos en su palco. Por ello, su almacén de títulos es mareante.


Si nos paramos a pensarlo un momento, descubrimos que son méritos relativos. Tener a los mejores no te garantiza el éxito pero casi. Poseer a las superestrellas es sinónimo, normalmente, de logros de máximos objetivos y si bien es cierto que no siempre se alcanzan, raramente no tendrás un gran segundo premio.


Pero desde cualquier punto de vista racional –y que no sea la lógica ambición de todo aficionado para que su equipo lo gane todo-, contar con los elementos más idóneos, mejores preparados y con las capacidades más sobresalientes frente a otros muchísimos en claras condiciones de inferioridad, debe quitarle valor a tus triunfos.


No es lo mismo ganar treinta partidos frente a clubes cuyos presupuestos apenas son el diez o quince por ciento del tuyo, que hacerlo a otros de similares características. No es lo mismo.


Los equipos gigantes, cuando fichan a la estrella de turno, cumplen dos objetivos. A saber: se llevan al mejor dotado para reforzarse y debilitan al otro.


Nosotros sabemos mucho de eso.


Así, acumular estrellas para que devoren a once chavales cuyos salarios, juntos, no alcanzan al menos agraciado del poderoso, se me antoja un triste mérito y no puedo evitar asociarlo a aquello de los tanques y las piedras, a la Intifada.


Tal vez toda ésa historia de éxitos, de triunfos, de títulos y de grandeza, con enemigos de tu tamaño, hubiera sido, estoy convencido, bastante más corta, menos espectacular porque no hay valor en meter en el ring a un peso pesado contra un mosca. No lo hay lo maquillen como lo quieran maquillar.


Pero el fútbol, como la economía de mercado, no entiende de otros valores que los que proporcionan los millones de euros. Y como en la economía de mercado, hay unas cuantas multinacionales que acaparan esos mercados y devoran nombres con tanta facilidad como los destruyen. Además, no se paran en barras si las cosas no les salen como tienen previsto usando, si es necesario, métodos más propios de la imaginación de Mario Puzo que cualquier idea de nobleza que queramos pensar, porque no hay nobleza en la victoria sobre un enemigo mermado, disminuido y con armas muy inferiores a las tuyas.


Cuando vemos miles y miles de seguidores defendiendo a un equipo que maneja los presupuestos de los dos gigantes, cabría preguntarles si aceptarían que todos los que componen la Liga tuvieran un techo máximo de gastos, si aceptarían limitar la capacidad de adquirir estrellas, de igualarnos para que las victorias y los títulos que con tanto ardor celebran, tuvieran el valor real de conseguirlos en buena lid, en condiciones honestas y recíprocas.


Y por supuesto, con organismos federativos independientes, formados y preparados para ser efectivos, justos y equitativos.


Y medios de comunicación que traten las noticias con profesionalidad, imparcialidad y objetividad…


Y entonces me desperté.


Cuidaros.

domingo, 2 de agosto de 2009

GALÁCTICOS O... ¿DIVINOS?

Saludos.

Hace unos días tuve la ocasión de saber que la mujer de Kaká, el brasileño fichado por el Madrí, es pastora de una secta evangélica y de que está abriendo una iglesia en la capital del reino.

Conviene en éste punto recordar que soy escrupulosamente respetuoso con las ideas de los demás, sean del tipo que sean -y eso incluye las religiosas-, de la misma forma que espero que se respeten las mías.

No obstante, la señora de Kaká, Caroline Celico, en su afán por mostrar las bondades de su culto, "Renascer en Cristo", se despachó a gusto sobre la importancia del deporte para la formación de las personas -de acuerdo-, a la vez que lanza proclamas tales que "aplastar la cabeza del diablo" -en desacuerdo por impracticable- y otras lindezas a cual más contradictoria.

También, en éste punto, debe resaltarse que los fundadores de ésa secta están en busca y captura en varios países por... ¡evasión de impuestos! Yo me pregunto porqué siempre están los dineros detrás de los intermediarios de los dioses. Y otras, por sexo.

Dinero y sexo. Muy humano todo a pesar de tratarse de algo tan celestial.

Sin embargo, la parte más sabrosa, desde mi punto de vista porque el resto del discurso lo he escuchado siempre en boca de todos los iluminados, es cuando afirma que:

"En tiempos de crisis el dinero debe estar en algún lugar y Dios lo puso en las manos del Real Madrid para contratar a Kaká".

No, no se trata de un error. He visto el vídeo y he consultado diferentes fuentes. Lo dijo tal cual y se quedó tan satisfecha ante su grey, con lo que hemos de colegir que los del Madrí, tras la llegada del brasileño y la pastora, han subido un peldaño y que ya no son galácticos -poca cosa ante la inmensidad del universo si además se trata de una galaxia, la nuestra, tirando a pequeña-, sino que ahora, por decisión de las altísimas esferas, son DIVINOS.

Palabra de ése Dios. Y de sus representantes en la Tierra aunque los diablos -mu malos ellos- los busquen por quedarse con la pasta.

Siempre sentí una pasión rara por la Biblia porque nunca conseguía comprender -y sigo ahí-, que un mensaje tan extrañamente claro, tuviera una interpretación tan torcida. Hay tantas cosas que me chocan que no logro discernir quien escribe qué. Ni qué dicen unos y otros y porqué veo tan gran contradicción entre los discursos y los actos.

A veces, escucho bobadas tan espantosas que dudo de la estabilidad mental de los que las emiten. Me asustan. Y me asusta más todavía la nube de gente que los obedece a ciegas, que los siguen, los apluden y los ensalzan. O quizás porque haya ésa masa de adeptos irracionales, tenga sentido aquel discurso.

Solo agarra la semilla que tiene tierra abonada y fértil.

Pues es la sociedad mundial que tenemos y si no somos capaces de cambiarla o modificarla, habrá que rezarle a San Kaká, a Santa Caroline o a San Cristiano.

O cortarse las venas -con lo que debe doler-.

Cuidaros.

sábado, 1 de agosto de 2009

DE VUELTA

Saludos.

Han sido solo dos semanas pero me ha parecido tan poco tiempo que casi no lo he notado.

También han sido quince días de desconexión total y absoluta y aunque no queráis creerlo, solo he visto el partido aquel contra los coreanos. Me reservo la opinión.

Tenía necesidad de dedicarme a descansar, a hacer nada y a leer. Tengo muchísima lectura atrasada y aunque le he pegado un buen achuchón, aún debo recuperar buena parte de la deuda conmigo mismo.

Por cierto y si os gusta la novela negra, policíaca, echadle mano a la trilogía Millennium. De lo mejorcito en mucho tiempo.

No tengo las pilas totalmente cargadas, pero se han llenado bastante. Un viajito por el norte cantábrico y unos días de sol, playa, cerveza -me deshidrato con suma facilidad- y pescaíto con lo cual mi ya de por sí moreno natural -herencia de la sangre africana, sin duda-, me ha oscurecido aún más la piel, es decir, estoy negro.

Ya noto el síndrome post vacacional con total intensidad, cada año más potente y demoledor, y si apenas acabo de deshacer las maletas, ya cuento los días para tener que hacerlas de nuevo.

Pero no hay otra.

De todas formas y como no hay más cera que la que arde, vuelvo a la labor de ensuciar folios -o pantallas-, con las neuras de un sevillista al que le encanta contar cosas.

Me alegraré muchísimo cuando terminados los plazos conquistados, volvamos a reunirnos todos de nuevo y nos integremos en el sitio que nos corresponde bajo el escudo.

Cuidaros.