miércoles, 27 de marzo de 2019

SELECTO AMBIGÚ: SEVILLA DE CINE.


Saludos.

Todos sabemos que nuestra ciudad ha sido, es y seguramente lo seguirá siendo, un escenario cinematográfico muy apetecible para productores y directores de cine de todo el mundo.

En Sevilla se han rodado escenas de cientos de películas, cortos y documentales desde la aparición del cinematógrafo…

[Las óperas ambientadas en nuestra ciudad, total o parcialmente, sobrepasan las 150 aunque ésta vertiente artística (la ópera tiene un público limitado) resulta menos llamativa, menos de “masas”]

…porque poseemos escenarios “naturales” incomparables. La herencia arquitectónica milenaria y multicultural, con su estética apasionante, la luz, el color, el sabor… hacen que seamos un destino codiciado para una larga lista de creadores de todo el mundo.

¿Cuándo comenzó ésa relación con el séptimo arte?

Pues hagamos un pequeño repaso a los orígenes, a los inicios porque prácticamente con el nacimiento de ése invento, allá en las postrimerías del siglo XIX, Sevilla y el cine anduvieron juntos.En diciembre de 1895, los Lumiere proyectaron la “Salida de los obreros de la fábrica de Lyon”, en la que se considera la primera aparición del novel formato de imágenes en movimiento.



Muy poco después, la probablemente primera película producida en Sevilla (cortometraje documental) fue la rodada por los inventores y creadores galos titulada  “Procesión en Sevilla y escenas de corridas de toros” en 1896.



(Nótese el detalle de la captura del “armao” fumando que se aprecia perfectamente en el corto de casi 12 minutos)

Y tan solo un año después, en 1897, los genios franceses escalan en Sevilla, en modo proyección, para gozo y disfrute de los sevillanos. Debe recordarse que algunos espectadores huyeron despavoridos cuando en viendo una toma de un tren aproximándose, pensaron que le se echaba encima literalmente.

Nueva actividad, nuevo negocio… necesitaron los permisos oportunos.



Y la prensa, en su casi olvidada vocación formadora, nos deleitaba con detalle de las “calidades” de aquella innovadora manera de recrearse.




Tenemos, por tanto, la preceptiva autorización gubernativa y la propaganda didáctica con lo que el reclamo terminaría creando fascinación perpetua.

La publicidad no se hizo esperar porque el evento prometía ser interesante:



Se creaban las expectativas necesarias para convocar a un público ávido por descubrir las “bondades” técnicas que se producían a finales del siglo XIX. El cine contribuyó no poco en fomentar ésa curiosidad.

Se acercaba el día y ya tenemos los detalles concretos.



Fíjense en los horarios y en la manera de llamar a los celuloides “fotografías animadas”. Y “En la calle de la Sierpes…”.

Posteriormente y durante muchos años, en ésa calle compartieron espacio los cines Llorens e Imperial. En el Llorens, en 1930, se proyectó “Sombras Blancas”, la primera película sonora exhibida en Sevilla.

El día siguiente nace la “crítica cinematográfica”, profesión que ha ido unida indefectiblemente al artefacto y que fue creciendo, cobrando valor (aunque en tantas ocasiones nos parezca deplorable) y que es casi obligatoria para los amantes del séptimo arte.



“El más perfecto de los que hemos visto en Sevilla”. Pues sí, había otros aunque de menor calidad técnica. La competencia en las salas nació a la par prácticamente.






En unos pocos años, el cine, la industria del ocio hasta entonces tan exclusivista, se hace popular y se extiende por la ciudad.

Pues vamos terminando en nuestro esfuerzo por establecer la llegada del Séptimo Arte a tierra hispalense.

Y un dato curioso para rematar.

Se ha considerado siempre que ésta película de 1927.…

…fue la primera que incorporó el sonido a la imágenes. Sin embargo, investigaciones posteriores confirman que la voz que se escuchó primeramente fue la de la valenciana Conchita Piquer en 1923.




Doña Concha, con 17 años.

Cuidaros.





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