martes, 20 de mayo de 2014

LAS JOYAS DE MANES

 

Saludos.

Mani Manes

Éste Sr. era Mani o Manes, (latín Manichaeus, 215-276 d.c.) Decía, de sí mismo, ser el último profeta enviado por Dios a la humanidad. Nada más y nada menos.

Era un líder religioso persa y se haría famoso por fundar el maniqueísmo, una antigua religión gnóstica que llegó a alcanzar una gran difusión, aunque se encuentra extinta en la actualidad.

Mani significa “joya” en persa.

El maniqueísmo (al que tan fieles solemos ser en nuestras convicciones profundas), se define como: “la fe definitiva, en tanto que pretende completar e invalidar a todas las demás”.

[DRAE:  m. Doctrina fundada por el filósofo persa Manes que se basa en la existencia de dos principios eternos, absolutos y contrarios, el bien y el mal. || P. ext., cualquier actitud que mantiene posturas extremas, sin puntos intermedios]

Pues como ya tenemos suficientes referencias, quizás podamos ir entendiendo muchos de los fenómenos de opinión (en la mayoría de los órdenes sociales), a los que asistimos diaria y regularmente. No obstante, nos quedaremos con la frase entrecomillada del párrafo tercero: “la fe definitiva, en tanto que pretende completar e invalidar a todas las demás”

¿Religión desaparecida? Tal vez. Sin embargo, la doctrina que impregna el sentido del maniqueísmo no solo persiste sino que, en la medida en que las sociedades se radicalizan y cualquiera sea la causa que lo provoque, crece, se dispara, se extiende y propaga exponencialmente. Llegados determinados momentos o impulsos, se agudiza aunque la causa precipitadora signifique o tenga valores relativos. Otras veces ningún valor per se o, al menos, discutible

El maniqueísmo no entiende de medias tintas, no consiente gama de grises, no permite otras opciones que el blanco o el negro, lo bueno o lo malo, lo grande o lo pequeño, se es o no se es; o todos moros o todos cristianos…

De mi Equipo o contra mi Equipo. Sobre todo lo segundo porque si yo no lo consigo, los demás tampoco. Tiene que ser lo opuesto a mi, que soy lo bueno.

Esa parece ser la filosofía de una parte del beticismo militante, de un buen grupo de aficionados del Real Betis Balompié que tiene acceso a los portales de opinión de internet donde, de manera machacona y desde hace unos meses (arreciando por minutos), lanzan tremendas diatribas contra el Sevilla, mucho más y antes que a favor de su propio Club.

Todo indica que cada nuevo triunfo de sus vecinos les espolee para, en un arrebato de infantilismo incomprensible, insistir en tratar de denostar, minimizar, de ridiculizar y cuestionar ésos logros. Con cada nuevo fracaso propio, cada nuevo revés en su Club (este año vuelven a descender a la segunda división por enésima vez), se sienten en la obligación de objetar la limpieza misma de los triunfos del otro, de discutir y polemizar, de “justificar” que el Sevilla no ha llegado ahí por tener un Equipo mucho mejor, más preparado, más competitivo y fuerte. Todo lo contrario, algunos elaboran intrincadas teorías de endiabladas maniobras oscuras “de despachos”, en nada deportivas. Malvados.

Otorgan al Club de Nervión influencias impensables en Federaciones y órganos europeos tan alucinantes que sorprenden por su audacia, por su desparpajo, por su fantástica y deslumbrante forma de confeccionar una autodefensa, candorosa e ingenua, que les exima de sus propios errores y carencias: no puede ser que en siendo tan geniales, todo les salga mal. Y el otro, que sí acierta las más de las veces, debe hacer trampa o no sería posible.

Cualquier argumento vale, por muy peregrino que sea, para evitar pensar que su Club, éste año (y por extensión toda la Historia) siempre estuvo por debajo del de Nervión y solo en algún momento puntual, dramáticamente aislado para ellos, ocupó y alcanzó mayor mérito deportivo que el Sevilla;  que éste mismo año han realizado una campaña tan calamitosa que les lleva a los infiernos de abajo, de la Segunda. Y como no, algo habrá tenido que ver el Sevilla (y sus maniobras oscuras), para que suceda así o no podría ser.

Andan, además, desenterrando todo el arsenal de mentiras históricas sin pulir, tal cual se orquestaron en aquellas famosas tabernas. Parecen jóvenes y parece que no han aprendido nada, que se obstinan en ésas supuestas justificaciones de generación en generación, tomando el testigo de aquellos que desde el principio de los tiempos hubieron de reinventarse a sí mismos para poder digerir las diferencias.

Enarbolan con orgullo (nadie se lo puede negar y no lo haré yo), una pequeña lista de “primeros puestos” honoríficos, de esos que quedan bien pero que no sirven para nada porque, en fútbol, son los títulos reales los que definen la importancia del Club en todos los aspectos, a todo los niveles, en todos los organismos importantes.

Ganaron primero la Liga, ciertamente, para desde ahí olvidar que antes y durante muchos años, el Sevilla dominó Andalucía de manera contundente (y como lo seguiría haciendo siempre y hasta hoy mismo), ganando 17 títulos oficiales de las 20 ediciones de la Copa de Andalucía. Para éstos fanáticos, la Historia común comienza en la temporada 34/35.

Abominan del valor de los títulos de la Liga Europea (Europa Ligue, conseguida tres veces por el Sevilla), señalando que los verdaderamente importantes son la Liga y la Champions. Y lo hacen desde un Club que no ha ganado ningún concurso continental. De las dos competiciones oficiales de éste viejo continente, ellos eliminan la mitad sin muestras de azoramiento alguno. Tan panchos.

Un Equipo que posee 28 títulos oficiales frente a otro que presenta 4, no puede ser mejor.

Un Club que aún en sus peores momentos internos (terremoto presidencial reciente), se alza de nuevo y alcanza OTRA Copa de la Liga Europea (igualando los records de los mejores en ésta competición), no puede ser mejor.

Un Equipo que ha ganado todas las finales que ha jugado (record, otro, junto al Feyenoord holandés), no puede ser mejor.

Que además se alcance el record, otro, histórico de diferencias de puntos en una campaña… no puede ser mejor (aunque a mi, personalmente, me importe bien poco eso).

No, amigos, no. Las diferencias no están en la pasión, en el amor a los colores, en la cantidad de aficionados que llenen los Estadios, en los millones de simpatizantes que pululen por el universo, en ser los primeros en algo (que puestos a enumerar, ganamos por goleada)…

Las diferencias son que llevamos 124 años construyendo CLUB. Y un CLUB fuerte y poderoso, alcanza metas, las logra, las guarda, las atesora y las muestra.

Y crece. Y sigue creciendo. Y se instala ahí arriba para no bajar nunca de las cumbres. Y busca nuevas metas superiores…

Un CLUB que mira para arriba DEBE SER MEJOR.

1890-2015

Cuidaros.

3 comentarios:

fpd dijo...

Creo que no lo podrán entender nunca, en su génesis esta impreso, sus alegrías, las desdichas de los demás, sus fobias, los triunfos del rival; les puede más, que su propio devenir. Que podemos esperar.
Lucido como siempre.
Saludos

UNODELMONUMENTO dijo...


¿Los llamamos pues los Maniquepierda?

Eso que describes tan acertadamente es el sentido de su existencia. Luego si les quitamos ese sentido existencial no se puede entender al bético tipo.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

D. Fpd, no es posible ser GRANDES tratando de construir algo en función del OTRO, mirando al OTRO, sufriendo con el OTRO.

Así le va y así les ha ido siempre.

Unodelmonumento, bonito palabro. Si me lo permites, lo adopto y lo usaré en su momento.

Gracias.

Cuidaros.