Saludos.
En noviembre del pasado año publiqué un artículo que denominé “Ganar a cualquier precio”, en el que vertía algunas consideraciones sobre el proceso de reclamación del reparto justo de los derechos de televisión.
Decía entonces que Del Nido sabía que iba a ser una guerra larga, con batallas perdidas, con más quebraderos de cabeza que aplausos y que se enfrentaba a un formidable tinglado de intereses económicos (hablo de cientos de millones de euros), que harán todo lo que sea necesario para no perder sus privilegios.
Del Nido sabía y sabe que está condenado a ganar.
Del Nido sabe, también, que puede dejarse la piel en la pelea.
Y mira con preocupación las repercusiones que todo esto puede tener (buenas o malas), para el Sevilla F.C.
Es el corredor de fondo aún a pesar de que algunos clubes muestran su apoyo (con mayor o menor ahínco y aunque otros varios renieguen de sus manifestaciones anteriores). Es la cabeza visible, el enemigo de lo establecido, el factor desestabilizador es José María del Nido.
Sabe que ganará porque cuando finalice el contrato en vigor y con que haya doce o catorce clubes dispuestos a exigir otras cantidades que las estipuladas en éste, habrá que replantear ése reparto. Y sabe también que el tiempo juega en su favor en tanto que la propuesta irá sumando seguidores paulatinamente. Por la fuerza de la razón.
Y puede, tal vez, que la solución llegue desde fuera.
Parece probable, o debería parecerlo, que las voces de los demás clubes gigantes de Europa, en franca desventaja con los dos monstruos españoles, tendrán algo que decir en algún momento. Y la UEFA, el tinglado de los tinglados, estará obligada a escucharlos porque también le va mucho en ello.
La idea de establecer otro criterio, más acorde con los modelos del resto de Europa y que es, no se olvide, más justo, irá minando resistencias a medida que pasen los meses. Lo hará porque pocos presidentes podrán enfrentarse a sus masas sociales cuando la propuesta Del Nido les garantice, en el peor de los casos, doblar sus ingresos actuales. Tendrán que explicar por qué se niegan.
Estoy convencido de que Del Nido no dejará que se olvide.
El hecho anecdótico que se produjo en reunión de la LFP celebrada en Madrid, tras la de Sevilla, cuando varios clubes retiraron sus apoyos iniciales, no deja de ser eso, una anécdota.
La reacción de José María Cruz fue, por supuesto, la que debía ser y llamar a las cosas y casos por su nombre. No cabía nada distinto. Sin embargo, señala con precisión algo que ya es evidente y está por encima de lo puramente deportivo: en los palcos, en la mayoría de ellos, se fraguan negocios privados de tal calibre que el fútbol, a pesar de lo que mueve, podría estar en segundo plano ante los intereses particulares de las personas que lo dirigen.
Siendo así, no es de extrañar que muchos de esos presidentes de clubes de menor nivel económico, con deudas para una década, en Ley Concursal por dilapidar los caudales de sus equipos, achanten sus cabezas ante el poderoso Madrid. ¿Por qué?
D. Florentino, recuerden, posee una de las más importantes constructoras de España. En su primera presidencia, su empresa era la séptima del ranking nacional. Al poco tiempo, pasaría a ocupar el liderazgo.
Hay que destacar, no obstante, los gestos del Betis, del Espanyol y del Villarreal porque mantienen sus palabras y siguen apoyando a Del Nido. Parece, por tanto, que la inteligencia se concentra en pocos sitios.
Tenemos por delante, pues, dos años para ensamblar el aparato de reparto con nuevo modelo.
La solución llegará, seguro, cuando ésos dos articulen otras fórmulas para mantener sus estatus especiales.
O cuando logren apartar al enemigo público del Sánchez Pizjuan.
Decía el Príncipe de Lampedusa: “hay cambiar para que todo siga igual”.
Por cierto, si no la han visto, véanla:
Les dará una idea precisa de lo que sucede cuando se lucha en soledad y el primer enemigo es uno mismo.
Cuidaros.
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