domingo, 3 de julio de 2011

SELECTO AMBIGÚ–TOMA 3

Espero que te mueras

Por Señora Peabody

“Espero que te mueras pronto. Estaré esperando que te mueras.” (Regina Giddens en “La loba”, William Wyler, 1941)

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Si nos preguntásemos quién pronunciaría estas siniestras palabras en la época dorada de Hollywood, muchos pensarían en ella, en la mala por excelencia del celuloide, Bette Davis.

Todos conocen la crueldad de los personajes interpretados por la actriz de Massachusetts, pero pocos sabrán que en la vida real, la Davis no era precisamente una “hermanita de la caridad”.

Para demostrarlo, analizaremos tres de sus más perversos papeles, y lo que sucedió durante el rodaje de cada una de las películas en las que fueron encarnados.

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La carta (1940) William Wyler

Bette Davis vs Leslie Crosbie

Leslie, esposa del dueño de una plantación en Malasia, asesina friamente a su amante, y para justificarse alega defensa propia. Durante el proceso judicial subsiguiente, se muestra fría e impasible, pero la aparición de una carta en la que ella pide al difunto que le visite la noche del crimen hace que tenga que pedir a su marido una fuerte suma de dinero para comprarla, quedando el matrimonio completamente arruinado. Una vez absuelta en la causa legal, confiesa a su esposo toda la verdad, para acabar asesinada a manos de la viuda de su amante.

Davis y Wyler no tenían la misma visión interpretativa del personaje, pero fue el director judío el que se llevó el gato al agua y la actriz acabó reconociendo que había perdido, y que la película resulto todo un éxito gracias a él. Pero la gran maldad de la actriz durante el rodaje es poco conocida. Fue el director de fotografía, Tony Gaudio, gran conocedor de luces y sombras, y sus efectos, el que desencadenó la tormenta al descubrir una incipiente barriguita en la actriz. Ésta, furiosa al sentirse observada constantemente, y temerosa de ser descubierta y perder el papel, no dudó un instante en practicarse un aborto ese mismo fin de semana. A sus 32 años, era la tercera vez que lo hacía.

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La loba (1941) William Wyler

Bette Davis vs Regina Giddens

Regina, una mujer embaucadora, avariciosa y perversa, necesita dinero para poner en marcha un negocio, y no duda en pedírselo a su marido, dueño de la fortuna familiar, recientemente recuperado de un ataque al corazón. Ante la negativa de éste a financiar el proyecto, y aprovechando una crisis cardíaca, deja morir a su esposo negándole la medicina.

Si en “La carta” fue Wyler quien ganó la partida, en esta ocasión fue la Davis la triunfadora. El director quería “humanizar” el personaje de Regina, y Bette sin embargo lo exageró tanto en la estética como en la interpretación, especialmente barroca, acentuando sus defectos y su maquiavélico perfil. Las discrepancias en el enfoque dramático, la sofocante ola de calor padecida durante el rodaje y las continuas críticas hacia el trabajo de la protagonista, haciéndole repetir las escenas innumerables veces, provocaron en la actriz furiosas crisis de llanto, que terminaron por hacerla caer enferma. Al término del rodaje, ella pensó que había sido la peor interpretación de su vida.

A pesar de que la relación Davis-Wyler no era meramente laboral, tras concluir el trabajo, el director declaró que jamás volvería a contar con ella en ningún proyecto profesional. “La loba” consiguió nueve nominaciones a los Oscars, la quinta para Davis, y aunque no recibió ningún galardón, sí consiguió consolidar a la actriz como una estrella.

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Mr. Skeffington (1944) Vincent Sherman

Bette Davis vs Fanny Trellis

Fanny siempre usó su belleza para manipular a todo el que pudo. Se casó con un acaudalado hombre de finanzas para luego, desentenderse de él y de la hija de ambos, que huyen a Europa, mientras ella sigue coqueteando y beneficiándose de sus amantes. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, su marido y su hija regresan, coincidiendo con la aparición de una grave enfermedad degenerativa en la protagonista. Su hija inicia una relación con el último amante de su madre, y acaba casándose con él. La vanidad de Fanny la empuja a reconciliarse con su arruinado marido porque éste no puede conocer su deterioro físico debido a una ceguera.

A pesar de ser amiga del director, y de su reciente viudedad, una vez más la actriz hizo la vida imposible a más de uno. Se negaba a filmar ciertas escenas y se inventaba diálogos para confundir a otros actores. Las diferencias con Vincent Sherman alcanzaron tal punto que éste cayó en una depresión, llegando a plantearse fingir una enfermedad para no tener que trabajar con su “amiga”. Aún así, acabaron la película, volviendo Bette Davis a ser nominada para los Oscars.

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En los siguientes años, continuó haciendo cine, pero no fue hasta 1950, con “Eva al desnudo”, cuando volvió a ser ella misma. Mankiewicz la quería como protagonista, aunque trataron de disuadirlo:

Samuel Goldwyn:

-¿Cómo se te ha ocurrido contratar a esa mujer? Te destruirá, te va a hacer polvo, y luego te soplará ...

William Wyler:

-Estás loco, te aniquilará y acabará contigo ...

No obstante, el rodaje no fue tan problemático como se preveía. Se convirtió en la película del año, con 6 oscars de los 14 a los que optaba. Ella se quedó sin premio, pero obtuvo el reconocimiento y el aplauso quizás un poco perdido del público, y una interpretación mítica.

Sin duda alguna, el eslogan publicitario que Hollywood utilizaba le hacía justicia:

“Cuanto más mala es ella, mejor es la película”.

Cuidaros.

P.D. Tal cual esperaba y anunciaba en la Toma 1, he aquí la primera colaboración. Gracias Sra. Peabody, por elevar la calidad de mi blog a tales alturas.

5 comentarios:

Marcu dijo...

Bette Davis. De las más grandes del cine.
Su sola presencia llenaba la pantalla de arte.
De mirada misteriosa o tétrica, apasionada o calculadora que traladaba a veces a la vida real.
Enemiga acérrima de Miriam Hopkins, tanto que en el rodaje de una película, creo se llamaba "La gran amistad" o algo así, me falla la memoria acusó a Bette de quererla asesinar con una pastilla de jabón. ¿sería verdad?

Enhorabuena y cordialidad para todos.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

D. Marcu, en efecto. La Davis tenía ua personalidad arrolladora (para bien y para mal), dentro y fuera de la pantalla. Ella sola era polo de atención constante con esos ojos especiales, únicos.

¿Recuerda aquella canción sobre sus ojos?

D. Marcu, me sospecho que es usted capaz de componer una entrada espectacular para mi blog. ¿Acepta desafíos? ¿Se atreve?

En breve, otra obra especial (para mí).

Gracias y cuídate.

Marcu dijo...

Uff...la propuesta es muy atrevida por su parte y recibida con mucho miedo por la mía.
Nada más que soy un simple aficionado al cine que en eso de "entenderas" dejo mucho que desear.
De todas formas la propuesta es interesantísima pero...
Cordialidad par Vd.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

D. Marcu, soy consciente de que era un reto y también de que algo, allá al fondo, le está pidiendo aceptarlo.

Aquí estoy, amigo. Cuando quiera.

Cuídate.

Vademécum Sevillista dijo...

La verdadera maldad de la Davies estaba en su nombre ¡Betty! Eso lo explica todo.