SELECTO AMBIGÚ–TOMA 2

 

Saludos.

Podría haber empezado por alguna de las cientos de películas del cine mudo y de alguno de los grandísimos Keaton, Chaplin, Lloyd… incluso haber llegado hasta los Lumiere y su “Salida de los obreros de la fábrica”, en la que parece ser la primera de todas.

Sin embargo, daré un salto en el tiempo y me iré a 1939, con cine ya sonoro aunque aún esperando al color.

“La Diligencia”, de John Ford.

¿Porqué elijo ésta para iniciar la serie? Pues porque me parece que señaló un antes y un después en las de cowboys.

Eran tiempos en los que el género “western” había perdido bastante vigor, quizás por saturación, pero que no arredró al maestro Ford y se lanzó a rodar una declaración de principios.

John Ford descubre a John Ford e inventa a John Wayne.

Y nace el tándem Ford/Wayne, indisoluble en el tiempo, porque nos señala lo que luego se repetiría, con éxito, en casi todas sus demás películas:

-Grandes espacios exteriores, muchos francamente hermosos.

-Cámaras con picados y contrapicados espectaculares.

-Trama sencilla con muchos personajes.

-Machismo sin complejos porque las mujeres, aún las más duras, siempre un escalón por debajo del hombretón.

-El inevitable triunfo del “bien” sobre el “mal”, con moralina casi empalagosa.

-El trasfondo de la patria, tan yanqui.

-Un modelo de personaje que se repetiría docenas de veces (John Wayne) y sobre el que girarían todas las demás tramas.

Ford rueda en clave Ford hasta su muerte. Seguramente y tras el éxito de “La Diligencia”, siempre ofreció la misma película con ligeras diferencias de guiones y exteriores. Incluso aunque las situara en épocas, circunstancias y tiempos diferentes a los westerns. Lo cierto es que, sin embargo, casi todas están catalogadas como obras maestras aunque haya algunas que a mi no me parezcan tan grandes.

Y John Wayne, siempre también, interpretaría su propio papel, el de John Wayne. Así, lo veremos envejecer con las mismas ropas, el mismo sombrero, el mismo chalequillo, la misma velocidad de desenfundado, casi idénticos diálogos, indiferencia absoluta para dejar tiesos a los pieles rojas y a los malvados blancos aunque con un fondo, muy al fondo (no vayamos a cargarnos al machote con sensiblerías) tierno, el pañuelo del cuello…

Probablemente no era uno de los mejores en interpretación (con diferencias, podríamos colocarle encima a veinte o treinta sin pestañear), pero el papel de Wayne lo recreaba con auténtica perfección y le iba de maravilla.

Solo la barriga, que fue creciendo con los años y que le obligó a subir de talla de ropa film a film, le impidió rodar escenas más violentas y hubieron de agilizar los guiones para solucionar la falta de elasticidad del mozo.

Obsérvense, si tienen a mano una película de la saga Ford/Wayne y del género que hablamos, en esos detalles. Además, miren el tamaño de las manos de Wayne y vean que los colts casi parecían de juguete, los caballos un poco mayores que ponis bajo su humanidad y las chicas, con besos bastante modositos (cuando los había), endeblitas adolescentes entre sus enormes brazos.

Ficha técnica (datos tomados de http://www.filmaffinity.com/es/main.html):

Stagecoach

AÑO1939

DURACIÓN 99 min.

DIRECTOR
John Ford

GUIÓN
Dudley Nichols (Historia: Ernest Haycox)

MÚSICA
Varios (canciones populares americanas siglo XIX)

FOTOGRAFÍA
Bert Glennon (B&W)

REPARTO
John Wayne, Claire Trevor, Thomas Mitchell, Andy Devine, George Bancroft, Donald Meek, Louise Platt, John Carradine, Berton Churchill.

PRODUCTORA
United Artists

PREMIOS
2 Oscars: Mejor Actor de Reparto (Thomas Mitchell), Mejor banda sonora original (adaptada). 7 nominaciones

GÉNERO
Western

Cuidaros.