Cuidaros.
Hace unos días de días sufrí uno de mis habituales descensos bruscos en los niveles del autoconcepto y de la autoestima. Rápidamente emprendí una huida precipitada de mí mismo para intentar recuperarlos. Sin éxito. Era previsible.
Son momentos en que abandonas todo, lo que sea, porque no te soportas. Y por mucho que corras, tu sombra va contigo.
Abandonas todo eso que estés haciendo porque uno de los efectos secundarios de ésa pérdida es que te vuelves contra el entorno, te revelas contra los demás (porque sabes que pierdes contra ti) y antes de llamar a cada cual según la definición exacta que procedería, de desafiar incluso al que te saca medio metro, decides somatizarte a ti mismo, correr sin destino y esperar que la naturaleza te reivindique.
Germán Coppini y su Golpes Baixos crearon una canción, mala, que sin embargo, se convirtió en un hito y hoy pasa por un clásico de aquel engendro que dieron en llamar “la movida”. Tu mérito, amigo, fue germinar fuera de Madrid, al noroeste.
Pero amparado en Brecht, colocó una lírica de escaso o nulo valor en la mente de todos. Y nos quedamos con el título y con el estribillo. Lo demás es perfectamente prescindible (buscad la letra y no me pidáis responsabilidades a mi porque no os las daré).
Los tiempos, Germán y a pesar de que hayan pasado tantos años, siguen siendo malos para la lírica.
Las guerras me deprimen. Me deprimen los depredadores y me hunden los de la especie oscura por muy claras que tengan las pupilas.
Hubo un tiempo en que salía a la calle y me la jugaba. Un tiempo en que me la jugué muchas veces.
Pero el tiempo, el de la lírica y el otro, transcurre sin piedad, sin descanso y sin desaliento. Te persigue, te acosa, te rodea y te hace preso. Y te encierra en la mazmorra de tu propia mente. Cadena perpetua, dicta.
Tu mente, aliada ancestral de la lírica, no envejece. El resto, el soporte, el chasis, si.
Y se te apagan los sueños poco a poco, lentamente. Y lo que no es, no puede ser y además es imposible.
No corras porque no llegarás antes que tú mismo.
Solo sueña.
Es todo lo que te queda.
Saludos.
2 comentarios:
¿Sabes una cosa? escribes como los ángeles.
Es un placer leerle don José María.
Saludos.
Saludos.
Gracias, Nacho.
Nunca he leído a un ángel, no obstante, por lo que no puedo opinar.
Es broma.
Gracias, amigo.
P.D. Nacho, sin acritud, soy Jose Manuel.
Anónimo... aún no he llegado al grado de degeneración de enviar anónimos a los demás. Lo mio es recuperable.
Cuidaros.
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