Saludos.
Aunque no sea la primera que escriba sobre ello (sospecho que tampoco la última), nuevamente me tomo un tiempito para, desde mi muy particular óptica (imperfecta, íntima y sujeta a cualquier consideración), despacharme sobre los escribidores profesionales.
Hoy leo a mi amigo Alexis largar contra un ínclito histórico (como ayer lo hice con Alvarado) y las formas y maneras que tienen algunos de ganarse las habichuelas (¿se siguen comiendo habichuelas a esos niveles?).
Y sin ánimo de molestar a nadie (lo prometo) yo me sigo preguntando ¿porqué leemos, escuchamos y vemos a ésos señores?.
Estos señores tienen su grey y su anti grey, todos clientes, todos atentos, todos pendientes de lo que dicen para, según sea el caso, aplaudir o denostar. Y entre todos, pro y anti, pagarles las habichuelas (más otros manjares afines, espero).
Hacen su trabajo, punto.
Están ahí porque cumplen un cometido específico y para el que les pagan, supongo, muy bien.
Son honrados con sus trabajos, con sus jefes y con sus familias. Alvarado los llama “papafritas”. Yo no.
Yo no los leo, no los veo y no los escucho.
Yo no soy perfecto ni de muy lejos. No adoctrino, no pretendo ser modelo, no quiero dejar huella, no quiero pasar haciendo camino (gracias D. Antonio por haber escrito ésas cosas maravillosas) y no quiero aplausos… pero hago mis cositas. Entre otras, “pasar olímpicamente” de gente que vive del esperpento, de decir mentiras, de construir falacias y de crear fantasías que solo se ¿creen? ellos.
Es su trabajo. Y lo hacen bien porque, a las pruebas me remito, tienen a mucha gente pendiente de sus chorradas. Nos guste o no, se les tiene en cuenta.
“Odio quiero mejor que indiferencia”, o algo así, decía la sevillana con acierto infinito.
Me sigue maravillando ver a sevillistas con el Marca o el As bajo el brazo (los dos fenómenos más representativos y repelentes –entre tantos- del peor periodismo posible, bajuno y asqueroso); de escuchar en bocas de sevillistas argumentos largados por cadenas estatales de televisión y radios (casi todas) para, subliminal o directamente, crear polémicas falsas, dañinas, perversas…
Todo gira en torno a dos intereses (uno mucho más que otro) y seguimos sin querer verlo.
Prometo que hace mucho tiempo que decidí no pagar por que se me falte al respeto; prometo que decidí no seguir haciendo el “canelo” con gente que se me ríe a la cara; prometo, como dije en su día, no contribuir a la grandeza de los miserables más grandes y prometo seguir haciéndolo en el futuro.
No les doy ni la posibilidad de alterarme, de ocasionarme retortijones de tripas y ni siquiera crearme mal cuerpo.
Ni de coñas.
Yo solo soy sevillista y me sitúo a otro nivel. Al mío. Al nuestro.
Como dice mi amigo Antonio (Ansales), “pase vú, la señora de vú y el vusito shico”.
Cuidaros.
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