Saludos.
Uno de los portales que más admiro por su capacidad, rigor y trabajo concienzudo, es el de mi amigo Carlos Romero, portal que sigo con especial interés. Lo hago porque pienso que es uno de los investigadores de la Historia del Sevilla más profundos y documentados.
En su última entrada, la que ha titulado "Todos los caminos llevan a... Discóbolo", hace un alarde expectacular de conocimiento de la historia del fútbol sevillano, de ambos colores, con interesantísimas cuestiones no bien resueltas y otras perfectamente aclaradas.
Sin embargo, quiero referirme a un comentario que firma un Sr. llamado Eduardo Gonzalez-Byass que dice: "Leyendo este artículo estoy cada vez más convencido de que la Historia la cuenta cada cual como le conviene. Eduardo González-Byass".
Ignoro si es un nombre real o un pseudónimo y no obstante, aún siendo de apenas dos líneas, lleva todo un mensaje.
Es cierto, D. Eduardo, que tendemos a interpretar los hechos en función de nuestros propios deseos y circunstancias; lo es también que no podemos esquivar la inercia de pretender salir mejor parados de las vicisitudes de la vida y de nuestros pasados; y cómo no, tratamos de adornar con colores los momentos adversos, de justificarlos a duras penas, con tal de que no aparezcamos tan malos como se nos dibuja.
Es todo cierto.
Y no es menos cierto, igualmente, que deseos y hechos no se llevan bien.
Pero hay algo que está por encima de todo ello: la veracidad.
No podemos ampararnos en frustraciones ni en deseos reprimidos para contar hechos que solo tienen una lectura: La buena.
¿De qué sirve presentar cuarenta documentos de todo tipo?
¿De qué que todos los organismos oficiales acepten el modelo y no exista controversia al respecto?
¿De qué que a pesar de todos ésos documentos, se siga dudando del valor de los mismos?
¿De veras le parece una posición adecuada la que niega ése valor?
Don Eduardo, hay formas y formas.
Se ha explicado por activa y por pasiva que el 1906 hubo un gran incendio en el Registro Civil de Sevilla; que los documentos almacenados desaparecieron en su totalidad; que al hacer un nuevo Registro, las sociedades creadas antes de dicho incendio, no necesitaron presentar nuevos Estatutos; que solo hubieron de hacerlo las nuevas, las creadas a partir de entonces...
Se ha explicado por activa y por pasiva, que disponemos de documentos oficiales del Club, Cartas y Estatutos de 1914, donde consta, de manera inequívoca, que nuestro Club se oficializó en 1905...
Tenemos, además, la Guía Gómez Zarzuela de 1906 que recoge, sin ambages y con datos del año anterior, una "Sociedad" de foot-ball, la única existente, cuya directiva al completo era la del Sevilla F.C. y aún así, se sigue negando que fueran la misma...
¿Y sabe cuál es todo el argumento?
Que están falsificados.
¿De veras le parece serio eso?
Esos documentos -Estatutos, cartas y documentos-, están al alcance de cualquiera, es decir, se puden consultar en mano. Más aún, se pueden someter a la prueba del Carbono 14, llegados al extremo, para verificar su autenticidad.
Pero no, son falsos, dicen, con una acusación temeraria y fuera de lugar, cruzando una línea divisoria que no tiene vuelta atrás, entre lo coherente y la fábula, en una fuga hacia adelante lamentable...
¿Ése es su argumento?
Con ello, D. Eduardo, no solo se hace el más espantoso de los ridículos -porque demuestra a las claras que es una salida miserable, incapaz de oponer razones válidas-, sino que se ofende a las familias herederas de los pioneros del fútbol sevillano porque, como tesoros de valor sentimental, historico y sanguíneo, guardan los documentos con todo el cariño de que son capaces.
Ofende quien dice eso, D. Eduardo.
No hable de interpretaciones, por favor. Pida documentos, pida pruebas, dejemos las histerias y sentémonos a hablar del pasado, a mostrar lo que tenemos y a debatir con calma, con parsimonia y con veracidad, lo que aconteció en la Sevilla de los primeros años del siglo veinte.
Pero antes, en la puerta, dejemos los prejuicios y avancemos.
La Historia del fútbol sevillano y andaluz, para lo bueno y para lo malo, es rica, inmensa y grande. Somos pioneros en muchas cosas e inventamos el fútbol español, tal cual suena.
Pero si las pasiones, los deseos y las envidias mal digeridas no nos permiten ver la realidad, poco podemos hacer.
Y sobre todo, no mintamos, no inventemos historias que nos convengan ni saldemos la cuestión con salidas fuera de tono, cogidas por los pelos.
Creáme si le digo que ya hemos iniciado el proceso de investigación con los amigos béticos que nos merecen, por su trabajo, todo el respeto. Esos son los que escribirán, sin dogmatismos y junto a nosotros, la Historia del Foot-Ball de Sevilla.
Cuídese.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con usted en todo Sr. Ariza.
Se está haciendo un nuevo camino y el camino se hace al andar.
Por más piedras que pongan seguiremos caminando.
Un saludo.
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