jueves, 4 de febrero de 2010

AÑOS DE SUERTE

Saludos.

Como supongo debe pasar en todos los trabajos, el día después de cualquier partido es una sinfonía de comentarios, chanzas, choteo y puyas en función de los resultados de nuestros dos Equipos.
Para dicha blanca y roja, este año la sordina la ponen los verdes. A la fuerza.
Pero los nuestros, en tres competiciones, dan para mucho de todo aquello y siempre a nuestro favor.
Como no se esperan grandes análisis de los que juegan en la Adelante -y si lo hacen, es casi en secreto-, las voces más altas se dirigen, desde ambos bandos, a los buenos, a los que estamos arriba.
Hoy, ésta mañana, el lamento verde más extendido tuvo que ver con la suerte del Sevilla en el partido de ayer. Habré escuchado -yo apenas intervengo y me limito a poner una media sonrisa- unas veinte veces "la suerte de ésos mamones".
Pero ocurrió que el abanderado de la causa "suerte" -de esas veinte veces él fué el autor de dieciocho-, volvió a lamentarse del destino de los nuestros una vez más. Sin embargo, otro verde que trabajaba cerca, en un acceso de sensatez, le responde en voz alta y quizás consciente de que yo estaba allí, al lado:
-Pues sí, tienen suerte. Pero son ya siete u ocho años de suerte. Y nosotros en segunda.
Si hubiera llevado un sombrero puesto, me habría descubierto en su honor.
Se llama Carlos.
El caso es que estamos a un pasito de la final y que le temo muchísimo a los del Getafe. Más aún, le temo a los nuestros que puede que salgan creyendo que todo está hecho. Y no es de extrañar porque ya hemos visto dos casos flagrantes: Barça y Depor.
Y el caso, también, es que parece que nos estemos comiendo dos mantecados a la vez viendo al equipo.
Y otro caso, ahora sí, la suerte de Manolo en el primer cambio porque yo creo que la grada pitona tenía razón, que el cambio era por Fabiano. Pero llegó la varita mágica y se le tuvo que cambiar la pitada por el aplauso.
Y es tanta la suerte -que diría el verde-, que pese a que Manolo tardó más de media hora en darse cuenta de que el Getafe dominaba el balón y que solo Palop y la suerte impidieron el desastre, lo sacamos bien.
Y el caso -y vaya noche de casos que llevo-, es que los de Madrid venían a hacer eso, de la misma forma que lo hicieron en la Liga.
Todo salió bien cuando equilibramos el centro.
Por suerte.
Y yo queriendo y deseando que el compañero ése verde siga con sus lamentos porque a falta de otra cosa que criticar -en nuestra casa-, ésa es buena.
Porque si miran para la suya...

Cuidaros.

4 comentarios:

Rafael Sarmiento dijo...

Ya sabes que yo soy muy comprensivo con Jiménez. Y al hilo de lo que dices de la suerte, el sevillismo está de suerte porque su entrenador ya sabe dar con la tecla. Sólo falta que no tarde media hora de asedio rival para tomar la decisión, pero al menos vamos mejorando, jeje.

La verdad es que el partido fue para nosotros, pero lo de la primera media hora es para hacérselo ver. Y mira que yo creo que Jiménez hubiera salido de inicio con el trivote, y que no lo hizo por el canguelo que le da el Sánchez Pizjuán. Que eso es otra cosa que la afición se debería de plantear, porque el hcho de que a equipo y entrenador le tiemblen las piernas por la presión de la afición en casa es para preocuparse.

Sea como sea, y con permiso del Getafe, que a mi tampoco me gusta nada, tenemos serias opciones de entrar en la final. Y parece que sería contra el At. Madrid. Que no pase como con el rabo y el león.

Un saludo

RABIOSO dijo...

TIRAR LA PIEDRA Y ESCODER LA MANO
El arte de no dar nunca la cara


Existe un dicho popular, sapientísimo, sobre los individuos que provocan una pelea, división o falta de respeto y luego se callan y quedan quietos, como el pointer cuando descubre la presa y se queda inmóvil señalándosela al cazador, para que nadie descubra que fueron ellos los que provocaron la confusión. Para poder entender mejor la expresión popular de “tirar la piedra y esconder la mano” creo que es oportuno dividir dicha expresión por la mitad para que se vea bien el significado de ambas partes, ya que su significado es totalmente metafórico.

Tirar la piedra sería como crear una polémica, lanzar una acusación, dar un aviso sobre algo, “calentar el ambiente” o iniciar una pelea.
Esconder la mano sería como esconderse, retirarse, desaparecer, no responsabilizarse de las repercusiones que haya tenido el “lanzamiento de la piedra” para que no te involucren en ello.

En Argentina dicen que hay un equivalente a esta frase que es tocar el timbre y salir corriendo, y si nos fijamos, es fácil ver la relación entre ambas. Es como llamar la atención, hacer saltar una alarma y luego desaparecer para que no sepan quién ha sido.

La gente cobarde es especialista en este arte, en tirar la piedra y esconder la mano y muchas veces se crean auténticas crisis simplemente porque alguien inicia un rumor, muchas veces falso, pero se empieza a hablar de ello y al final se crean conflictos que afectan a muchos.

Soy de la opinión que si se dice o hace algo hay que aceptar las consecuencias, ya que lo de tirar la piedra y esconder la mano, a la larga es muy contraproducente. Pero bueno, allá cada cual con sus actos…

El problema es ese, los actos, lo que se hace y se dice sin mirar las consecuencias, pero sobre todo y lo que es peor aún, sin asumirlas. Es, en parte, lo que ayer tuvo lugar en la grada del Ramón Sánchez-Pizjuán. A la media hora de juego, Jiménez decide reforzar el centro del campo; algo obvio visto lo que se estaba viendo. El Getafe controlaba totalmente el centro del campo y el Sevilla viéndolas venir, ante lo cual Jiménez decide y arriesga sacando un mediocentro más, en este caso Romaric (no podía ser otro) y retirar a un delantero. Aquí había, evidentemente dos opciones, sacar del terreno de juego a Negredo o a Luis Fabiano y se decidió por Negredo. Que conste que yo hubiese hecho lo mismo. Ante tal disyuntiva, evidentemente, es más lógico dejar en el terreno de juego a Luis Fabiano que a Negredo, siendo ambos grandes delanteros.

Pues bien, es aquí donde toma cuerpo la expresión “tirar la piedra y esconder la mano”. Parte del público, poseso y lleno de adrenalina y rabieta como si se tratara del público sentado en el graderío de un circo romano, comienzan a gritar, silbar y emitir chiflidos protestando por el cambio. No entienden ni comparten el cambio realizado por un técnico profesional, que se la juega y al final gana. Pero analicemos el comportamiento de la masa, de la masa iracunda, esa que vive en un eterno estado de narcisismo colectivo.

La masa (no confundir con “El increíble Hulk”) comienza a gritar, insultar, silbar a Jiménez porque Jiménez, el que sabe, se ha equivocado a su “humilde” entender. Pero el problema viene cuando esa misma masa iracunda que ha lanzado la piedra, decide esconder la mano. La esconde porque el entrenador de El Arahal ha acertado y acierta porque desde que sale al campo Romaric deja de existir el Getafe, que nos tenía ciertamente preocupados y casualmente el delantero que no es sustituido, Luis Fabiano, es además el que marca. Y luego viene el definitivo 2-0 que nos deja en una situación bastante ventajosa de cara al partido de vuelta. Pues bien, siendo la pitada a Jiménez con motivo del cambio, una pedrada sin argumentos (pues luego se demostró), no tuvo esa masa pitadora la cualidad o virtud de reconocer que se había equivocado y los que se introdujeron los dedos en la boca para silbar, vaya usted a saber dónde acabaron metiéndose los mismos.

Sí, sí, me refería a los dedos.

Yovi dijo...

Amigo mio estoy totalmente en desacuerdo con Vd.
La grada pitona no pitó pensando que el cambio era sacar del campo a Luis Fabiano en vez de a Negredo.
La grada pitona, en un ataque de histería colectiva, faltando a los más mínimos principios de la educación y la vergüenza y elevando a grado sumo un odio visceral y casi inhumano, bronqueó porque Jiménez quitó a un delantero y puso a un mediocentro. La grada pitona tiene unos esquemas básicos y simplistas del fútbol, piensa que dos delanteros aseguran más goles que uno sólo. Al parecer debe ser así y todo lo que no sea eso es patético y vulgar.
La grada pitona no se da cuenta que cuando el rival tiene superioridad en el centro del campo y cierra las bandas, ni poniendo a los cinco stukas o a la delanter del miedo se puede ganar, poeque la grada pitona sabe -aunque se haga la tonta- que el fútbol se elabora en la zona ancha y si no tienes mando en esa zona no llega ni un balón a los delanteros.
El contraargumento a los pitos, ahora - a toro pasado- es ese , que se pitó por quitar a Negredo.
No amigo mio, estuve presente y vi las caras de odio y me dio una tremenda pena. Algunos rezaban para que nos metiesen tres, porque anteponen el orgullo personal a los interese del equipo.
Por eso le digo que no, que no estuvo bien la grada pitona y que me alegro que el cateto de Arahal les marcase un golazo por la escuadra, porque ese golazo beneficia a mi Sevilla que es lo único importante.
Y le aseguro que muchos de la grada pitona dormirían con cargo de conciencia, porque esta persecución es lamentable y vergonzosa.
Lo mismo en la vuelta nos eliminan -esto es fútbol- pero el otro dia disfruté de una lección magistral de como cambiar una situación conflictiva cambiando un sólo jugador.
Ah, y el cambio fue el correcto, porque Luisfa -como todo genio- es muy susceptible y un cambio se lo hubiese cargado.
Perdón por el rollo

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con Yovi y digo más, si al que cambian es a Luisfa la bronca hubiese sido aun mayor.
Cuidate Jose M.
José Luis Herrera.