Saludos.
En septiembre de 1931 y en Asamblea General Ordinaria del Betis Balompié, presidida y convocada por Ignacio Sánchez Mejías, accede a la presidencia del Club D. José Ignacio Mantecón Navasal.
La Asamblea fue extraordinariamente larga y agitada (duró más de seis horas): comenzó a las diez de la noche, en el salón de actos de la Sociedad Económica de Amigos del País, calle Rioja, con lleno absoluto…
… y con numerosas fricciones entre los asistentes desde el inico mismo; la primera cuando se reclamó que el Sr. Sánchez Mejías no debiera haberla convocado en razón de ser Presidente Honorario y no efectivo, cargo que ostentaba Camilo Romero Sánchez y que se salda con la peregrina excusa de “para no tener que convocarla otro día”. El tumulto societario alcanza tonos épicos con abundante intercambio de palabrería pesada (insultos y palabrotas en román paladino) como podemos leer en la tremenda crónica (sin firma) de “El Liberal” de 7 de septiembre, en su edición de noche.
A la una y tras un lacrimógeno alegato del señor Cuéllar (dimisionario y receptor de durísimas críticas de buena parte de los socios por su gestión pasada) y del Sr. Domenech (facilitador y aspirante) el personal acusa cansancio y comienza a abandonar la sala.
Y aunque nos estemos alejando un poco de la principal idea que persigue el artículo, conviene destacar algún que otro aspecto de ésa importantísima, a los efectos, Asamblea: se debate también la idoneidad pertenecer a más de una sociedad de foot-ball (recordar que el Sr. Sánchez Mejías fue expulsado del Sevilla F.C. por su comportamiento y manifestaciones, no por su militancia futbolera); a las dos, con pocos socios presentes ya, las discusiones alcanzan tintes violentos y en un inciso, Sánchez Mejías dimite como Presidente Honorario; a las tres, el Sr. Domenech anuncia que retira la candidatura que tutelaba y pasadas las cuatro, por fin, resulta elegida la siguiente Junta de “consenso”:
En medio del caos y rodeado de una colección de nombres que asustan y asustarían todavía más años después, quizás brille una luz en el nombre del nuevo Presidente. Una Asamblea en la que coinciden dos intelectuales: uno por formación, Mantecón Navasal, y otro, Sánchez Mejías, por afición.
¿Estaba Mantecón entre el grupo de intelectuales que en 1927, en el Ateneo de Sevilla, homenajeó el Tercer Centenario de la muerte de Góngora, junto a los Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Juan Chavás, José Bergamín, Amantina Cobos, José Villalón, Luis Cernuda, Alejandro Collantes de Terán, Gustavo Bacarisse, Joaquín Romero y Murube, Fernando Labrador, Eduardo LLosent, Muñoz San Román Molleja, Laffón, Juan Miguel Sánchez, Juan Lafita, Fernando Villalón y José Bello “Pepín” que entonces trabajaba en Sevilla y era conocido por sus chistes de putrefactos (se dice que la foto que se atribuye a Serrano la hizo Pepín con la cámara del fotógrafo), el propio Sánchez Mejías (mecenas) y Blasco Garzón, Presidente de la Institución y organizador del evento?
No hemos podido verificarlo, pero en viendo las capacidades del personaje y su indudable relación con los círculos eruditos sevillanos, nos atreveríamos a pensar que fuese más que posible aunque nunca apareciera en las crónicas.
En 2009, La Palangana Mecánica publicó un artículo que recogía una excelente semblanza del único Presidente republicano que tuvo el Betis. En nuestra labor de investigación, debemos añadir éste otro resumen, obra del prestigioso Historiador D. Fernando Muñoz Altea que aunque corto, es denso y bastante descriptivo:
“…caso asombroso de precocidad y productividad intelectual…” A tenor de lo que hemos podido conocer de sus numerosas actividades hasta el fin de sus días, los calificativos serían perfectamente acertados y adecuados.
Durante su mandato, el Betis comienza a organizarse como un Club poderoso. Lo toma en Segunda División y lo lleva a la Primera, donde se mantiene dos años en los puestos medios altos hasta 1935 (cuando ya no estaba) y gana la competición. Sin embargo, las estructuras no soportarían los éxitos (como ha sucedido a otros muchos clubes) hasta el punto de estar a punto de desaparecer. La guerra civil de 1936 salvaría al Betis de la debacle.
No obstante, uno de sus logros que más ha significado y trascendido con el tiempo, fue la aprobación del Escudo masónico del Betis, diseño del Sr. Añino Ilzarbe, en la versión que se mantiene hasta hoy (con algunas variaciones porque en plena Segunda República no lucía la corona que ahora muestra, obviamente, ni el redondeado de la imagen central posterior) como ya tratamos en éste otro artículo,
Mantecón era republicano, de izquierdas y es muy posible que también fuese masón él mismo. Militaba en la Acción Republicana de Manuel Azaña.
En 1932 lo encontramos creando el Comité de Cooperación Intelectual de Sevilla, donde comparte inquietudes con Manuel Blasco Garzón.
O la pasión por la aeronáutica en la Junta Directiva del Real Aero Club de Andalucía en 1931.
En los años posteriores a su presidencia del Betis, Mantecón desarrolla una intensa vida política que incluye el periodo de la guerra civil, durante la cual y como hemos visto más arriba, ocupó cargos de importancia en su tierra. La presión militar de los golpistas de Queipo lo obligan a replegarse hacia el norte.
Fue uno de los principales protagonistas en la disolución de las Comunidades Agrarias de Aragón, modelo de gestión anarquista que luego imitarían los kibutzs israelitas en su expansión por Palestina.
Al final de la contienda, Mantecón Navasal debe exiliarse a México.
En la capital azteca y como era previsible en un sujeto de la “productividad” que hemos descrito, realiza una intensa vida de apoyo al exilio, de fidelidad a la República y de trabajos intelectuales, con colaboraciones en “España Popular” (editada en México por el Exilio), libros, ensayos o, entre otras varias, en la redacción de la revista quincenal “España y la Paz”.
Adviértanse, en la imagen anterior, los nombres que integraban el Consejo e imaginen, si es que pueden, cómo serían aquellas sesiones de redacción. Soñar en gratuito y como aún tendremos que perfeccionar un poco más la máquina para viajar en el tiempo, cerremos los ojos y volemos.
Jose Ignacio Mantecón Navasal tuvo y tiene en México un respeto que aún no se le ha concedido en España y como tantas otras veces y otros tantos nombres ilustres, seguimos pagando el altísimo precio del lujo de ignorar a los mejores.
Volvamos a 1933. A Mantecón Navasal lo sustituye en la presidencia Antonio Moreno Sevillano, abogado de Osuna, fundador de la tenebrosa (por sus componentes y actos en el golpe militar de 1936) Tertulia Bética. Digo “tenebrosa” porque además de su labor de apoyo al Betis, perfectamente respetable, fue también un conglomerado de golpistas. Hay demasiados testimonios para que nadie pretenda evadirse. Ni siquiera escandalizarse.
Bajo la presidencia de Moreno Sevillano, el Betis ganó su Liga. Y bajo ésa misma presidencia, el Betis estuvo en un tris de desaparecer.
Resulta paradójico que un Club fundado por militares, que estuvo integrado, regido y codirigido por ellos durante décadas, que aportó al golpe de 1936 una larguísima lista de socios y directivos, tuvo un claro entre las nubes, un rayo de luz entre tanta oscuridad en la persona de un intelectual de la talla de José Ignacio Mantecón Navasal.
Y por eso, Jose Ignacio Mantecón Navasal siempre me pareció un Presidente fuera de contexto.
¿Si cuando Queipo ocupa Sevilla hubiesen detenido a Mantecón… qué hubiera hecho su sucesor Moreno Sevillano?
Aragonés, bético y sevillano, nunca volvería a España. Falleció en México en 1982.
Cuidaros.
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