Saludos.
Llegan los años veinte del siglo pasado para un sport que ya está extendido, generalizado y seguido por todo el país. Multitud de clubes proliferan en todas las capitales y pueblos donde el “deporte rey” ejerce de pleno derecho, cada día con más súbditos, hasta el punto de que son numerosas las publicaciones que o bien se dedican exclusivamente a ello (y los deportes en general pero menos) o que les reservan una buena parte en sus páginas. Recordar que el primer partido radiado ocurrió en 1927 y que, por tanto, la letra impresa era el único medio de seguir la actualidad futbolera fuera de los estadios.
Esa tendencia seguiría creciendo hasta límites insospechados, tal cual ocurre hoy y en todos los soportes posibles, abarcando la totalidad global. Probablemente no exista país alguno donde no se practique el fútbol de alguna manera.
Ganar es la palabra y aquello solo sería el inicio de la exacerbación posterior con el nacimiento de la Liga de 1928/1929.
¿Pero qué tiene de significativo ése rumor?
En primer lugar, la fecha en que se edita porque la eclosión final aún tardaría seis años en producirse. En segundo, la incógnita planteada de en qué condiciones podía un team de primera línea, consolidado, ir a por dos jugadores al otro extremo de la península. Y en tercero, la frase final intimidatoria y más que significativa de lo que se estaba viviendo en el mundo del balón.
Son años confusos para los clubes y sus equipiers porque la controversia entre amateurismo y profesionalismo adquiere cada día mayores proporciones aunque, todo hay que decirlo, la mayoría de equipos importantes practica (de forma mas o menos velada), lo que se dio en llamar “amateurismo marrón”.
Nadie se contiene y encontramos manifestaciones llamativas (seguramente por venir de donde venían y lo que viviríamos más tarde) a favor y en contra, suaves o virulentas.
Vean ésta imagen de 1926:
La Real Federación Española acaba de aprobar la profesionalización de los jugadores de fútbol tras más de un quinquenio de efervescencia.
La suerte está echada.
Pero volvamos al primer año de la década de los veinte y el Sevilla (con su ya demostrado valor, acrecentado permanentemente en cada nueva temporada, en su formidable labor de extraer nuevos talentos del balón allí donde florezcan) se trae al señor de la izquierda (lateral zurdo, por cierto) desde el a punto de desaparecer Fortuna de Vigo.
Se llamaba Herminio Martínez Álvarez… antes de continuar y si han tenido la amabilidad de seguirme hasta aquí, se hace imprescindible que hagan un impasse y que visiten el blog de mi amigo Enrique Vidal y su fantástico artículo “El hombre de goma”.
¿Han seguido mi recomendación y han disfrutado en el contenido humano del mismo y de la calidad y calidez del autor? Gracias.
[No he podido precisar sin fue Antonio González o Miguel Zapata (como contaba Pepe Brand en su Diario) quien viajó a Vigo para “fichar” al defensa. Quizás el segundo, directivo, encargó la gestión al primero.]
Junto a Herminio, el Sevilla “ficha” a éste otro:
Era Eduardo Cubells Ridaura, interior derecha y goleador valenciano, que solo andaría por aquí un año para regresar a su Valencia de toda la vida.
Y la tripleta la cierra el inconmensurable…
Creo que no será necesario extenderse en las cualidades de Juan Armet de Castellví, Kinké, aquel genio catalán que en viendo jugar al Sevilla en Madrid en 1917, se dijo que ése era el football que quería practicar, el arte que llevaba en las venas. (Si les apetece ahora, hagan otro impasse y miren y escuchen ésta joya de Antonio Ramírez “Kinké, la luz del sur”. Pues Kinké, Spencer (éste último y el gallego Herminio, primeros internacionales del Sevilla) y compañía, crearon la denominación de origen “Escuela Sevillista”, para eterno agradecimiento del sevillismo de todos los tiempos posteriores.
¿Y por qué ésa tripleta precisamente? Vean:
Ahí están los pioneros, los primeros profesionales del Sevilla Football Club y desde tres regiones diferentes.
(Disculpas si se me ha ido un poco la mano al recortar la imagen)
[Recuerden que el Sr. Marathon, corresponsal de Madrid Sport en nuestra ciudad, era ante todo bético y sobre todo, anti sevillista, en una larga serie de “informadores verdes” (como Squizo, Olmedo o Discóbolo, por ejemplo). No se extrañen, por tanto, de la mala leche explícita de su frase final porque ni era la primera ni sería la última. Siempre se tuvo en Madrid una visión desenfocada del Sevilla gracias a la “selección natural” de los cronistas que durante años contaron lo que quisieron y de la forma que mejor trataba de horadar al Grande de Andalucía, al Eterno Campeón del Sur. Ni por esas. Solo se odia a quien se teme.]
Pero si no lo han notado, miren la fecha en que la Federación Sur admite el cambio de status porque se adelantó en seis años al resto del país.
En ése 1920, ocurre esto y nadie se extrañe de lo que llegaría a pasar con el tiempo y con ése Club fundado el año anterior:
(Otra vez Marathon y su particular visión del demérito contrario para justificar los triunfos locales. Recréense en sus mordaz comentario sobre Cubells. Hoy todo sigue igual)
Pues terminó definitivamente la época del amateurismo, del fair play, del sport caballeresco como medio del “mens sana in corpore sano” para mercantilizar el deporte, para luchar por la victoria con todos los medios posibles, para GANAR. Del “poderoso caballero es don dinero” en un mundo donde derrotar al rico es toda una odisea, casi un milagro.
Esto que sigue fue escrito por A. Narciso Masferrer en 1902 y muy a su pesar, declaro que no pienso usar el “amatorismo” en el contexto futbolero.
Cuidaros.
SEVILLA FOOTBALL CLUB DESDE 1890
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