Saludos.
“No hay amigo para amigo:
las cañas se vuelven lanzas”
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes y Saavedra.
Cap. XII
La frase proviene de las antiguas justas de caballería cuando se entrenaban en el arte del combate. Lo que comenzaba como un juego arrojándose cañas (como sustitutas de los aceros), solía terminar de mala manera.
Juego, todo es juego a veces inocente, sutil, maquiavélico…a veces perverso y otras tragicómico.
Hablemos de derechos y de obligaciones. Hablemos de juegos, de jugadores y de reglas.
Establezcamos, pues, esas reglas porque son esenciales o no alcanzamos la categoría de juego. Y un juego es también, sin dudas, un combate donde hay vencedores y vencidos. Juego que, puede ocurrir, acabe mal, acabe con lanzas.
Parece recomendable que los jugadores o contendientes se conozcan, sepan unos de otros, tengan certeza de su presencia física porque no sería factible luchar contra fantasmas o seres anónimos, seres escurridizos… necesitamos al contrincante aunque los tiempos nos faciliten la virtualidad de lo imposible (ése tremendo invento que suplanta interrelaciones que no podrían ser de otra forma). No hagamos como la última vez en que la huida quedó impresa en nuestras mentes. ¿Miedo? No lo creo. Otras urgencias justificadas quizás.
Decidamos el terreno, el tablero o el campo donde presentar las armas, el honor o donde disputar la partida. Acordemos o delimitemos las áreas, los escaques, las casillas...
Acepto pistola o sable, tú decides. Claro que puede suceder que tengamos la tentación de considerar al enemigo demasiado pequeño y no nos faltará razón aunque olvidemos aquel refrán antiguo que sentencia que “no hay enemigo pequeño”.
Pero hay desafío porque tú así lo has querido (llevas pidiéndolo mucho tiempo) y en ése afán tuyo de no permitir otras voces, de pensarte en posesión de la verdad, de proclamar una única visión excluyente... sea y no te vuelvas atrás porque ambos sabemos lo que decimos, por que, donde y como. No ofendas las inteligencias que ya has abusado bastante de ello. Ahora hablamos en serio. Muestra tu nivel, el de verdad, si puedes. Yo espero y trataré de estar a la altura.
Hagamos un movimiento cada uno. Ya sabes: blancas abren, negras responden. O dispara tú primero que si fallas, lo haré yo enseguida. ¿Sorteamos el saque desde el centro?
Antes de todo ello tendremos la memoria suficiente para saber a quién nos enfrentamos, qué hizo, contra quién, a cuales venció. ¿Cuáles son sus tácticas, su currículo, sus méritos, sus medallas, sus estrategias..?
Recordemos (nos irá la victoria y el propio juego en ello), la categoría del contrario y su historial porque para el más pequeño, si gana, será un doble triunfo. Para el grandioso, si acepta, uno menor y de escasa entidad aunque todo sea mensurable, discutible, parcial y subjetivo.
Y no olvidemos las sorpresas.
Démonos un plazo, un tiempo y atengámonos a él. Recuerda que las reglas deben cumplirse si se aceptan por las partes. No valdrá exigir y negar a un tiempo, no conceder iguales derechos, iguales armas o adulteraremos el resultado (aunque seamos expertos en ello). Recuerda que en el terreno de juego las diferencias millonarias se superan con la actitud.
No hagamos de nuestras lealtades, como hasta ahora, objeto de veleidades, de vientos cambiantes, de oportunismo y honores que no nos hemos ganado porque la diosa Fortuna no acogió en el momento y sitio precisos. No presentemos mala cara cuando el destino nos ponga a prueba o mostraremos nuestro verdaderos rostros, esos que cada día nos cuesta más ocultar.
Tengamos clase, seamos dignos del rival.
No mintamos. No proyectemos nuestras carencias o nos parecemos a otros a los que no consideramos de nuestra entidad. No alentemos la sinrazón de otros dándoles la razón porque todo conduce a ello. No lo hagamos. Seamos honestos, sobre todo, con nosotros mismos.
Y cuando todo esté dispuesto… ¿jugamos?
Prueba con un chico (si no te da grima porque lo consideres demasiado pequeño) ya que todas tus batallas anteriores nadie te hizo caso. Ni siquiera tus legiones. Ni siquiera tus aliados.
¿Jugamos?
Cuídate allá donde quiera que vayas.
5 comentarios:
Si hablamos de reglas de juego, de derechos, de obligaciones...el problema surge cuando uno de los dos cotendientes, después de aceptar las reglas, no las cumple en el foso y aunque exista un juez que imparte justicia y se salta "a la torera" las reglas...entonces puede ocurrir que las cañas se vuelvan lanzas o...al revés, que las lanzas queden en simples cañas. Para un contendiente, claro.
Un abrazo, artista.
Saludos.
Ciertamente aunque, lo lamento D. Marcu, sospecho que yerra.
Es un post en clave solo para una persona y ésa persona entiende lo que digo a pesar de que lo obvie porque tendría que admitir que, por ejemplo, me lee. O puede que alguien se lo comente, como suele ocurrirle a éstos advenedizos, ya que ellos jamás descenderían tanto.
Desde la cumbre de su ego no se ve el suelo.
No jugará porque existe la posibilidad de que pierda y por ahí no pasa.
Gracias, amigo.
Cuídate.
P.D. Tenemos pendiente una charleta y una cervecita y ya va siendo hora de saldar viejas cuentas.
Hermano sin duda es una invitación en toda regla y con reglas valga la redundancia,desde luego no seria yo quién me atreviera a recojer ese guante,ni siquiera osaria meterme en ese cañizal,yo las cañas tan solo las usaba de niño para hacerme una cometa y no veas como me lo pasaba,espero que el protagonista del post tampoco se atreva a entrar en ese reto,perderia si o si,de eso no tengo la menor duda,aunque en vez de con cañas viniera con el septimo de caballeria,no no va a aceptar el reto hermano,asi que te quedarás esperandolo por muy clarito y directo a la cara que lo retaras,espero que estés bien hermano,a mi el cambio de estación me tiene por los suelos con esta pegajosa calor membrillera,recibe un abrazo de tu fiel escudero y no me hagas tener que velar armas para ninguna contienda,que ya hace tiempo que las guardé en el arcón y no me acuerdo si las engrasé o las guarde con todo el mojo que tenian.
En un principio sospechaba que hablabas en clave.
Con mi segunda lectura creí que no.
Y al final ha sido que sí.
Presento disculpas y a ver si los dioses te ponen delante al adversario en otra ocasión, y podéis jugar o lo que sea, que parece que no.
Cordialidad para Vd.
SAludos.
No hará falta, hermano. Es poco y huye.
D. Marcu, nada que disculpar. En el futuro haré una nota aclaratoria para evitar pérdidas de tiempo a mis amigos.
Gracias.
Cuidaros.
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