sábado, 8 de noviembre de 2008

UNA REFLEXION, AHORA








Saludos.

A pesar de que saber que me arriesgo a ser tachado de cosas imposibles, debo hacer mi comentario sobre la marcha del Sevilla.

Habréis notado que llevo muchos días callado y que no escribo sobre nuestro equipo y solo lo hago sobre otros aspectos que también me interesan (libros, cine, etc.), pero me está costando muchísimo permanecer callado y hoy ya me lanzo.

A todo aquel que se le ha ocurrido criticar a Manolo Jiménez, se nos ha colocado el cartel de anti algo, de no ser buenos sevillistas, de querer que fracase…

Tamaño despropósito solo consigue que descubramos mentes intolerantes, incapaces de ejercer una mediana crítica constructiva (existen grados de crítica, no lo dudéis) y que son personas que jamás mirarán hacia dentro.

Parece que solo es posible ser sevillista si el apoyo al equipo es incondicional, fanático y obsesivo; que quienes como yo, pensamos que Manolo no está a la altura del proyecto deportivo que se pretende desde la presidencia, somos reos de beticismo, intereses ocultos, apoyos misteriosos…

¿Porqué no ser tan sencillos como para pensar que no se está de acuerdo en cómo se está llevando y punto? Sin darle más vueltas.

Yo no estoy conforme. Y no puedo estarlo porque hemos perdido cuatro partidos fáciles: dos de Liga (de esos puntos que a priori no deberían haberse escapado, que llenan el saco para que la próxima primavera estemos arriba), uno de Copa que parece de cachondeo y uno de Uefa contra un equipo que, si bien aparentó ser fuerte, reconozcamos que no es, ni de lejos, rival para el Sevilla. No, no lo es y que nadie pretenda venderme la idea de quesea un gran conjunto.

Insisto en ello porque el Stándar de Lieja solo tiene dos jugadores aceptables. El resto, aunque os parezca demasiado expeditivo, no valen mucho. Además, la defensa es pésima. Equipos de media tabla españoles no la querrían para sí. Y estaba el equipo A y solo faltaba Kanouté.

¿Qué tenemos muchas bajas? ¿Qué todas en la delantera? Es verdad. Y es verdad que si no se prevé que podamos tener bajas en alguna línea (aunque sea de manera masiva) sin tener respuestas adecuadas, quizás nos haga dudar de la contundencia con que se nos ha vendido la supuesta “idoneidad” de la plantilla. Algo no cuadra.

No quiero, tampoco, cebarme con Luis Fabiano porque si en mi mano estuviera, la sanción interna sería ejemplar, de órdago. Me cuesta creer que un profesional de ése nivel, sea capaz (y no es la primera vez que lo hace) de dejar al equipo manco por chorradas. No lo entiendo.

Como tampoco entiendo que tras el arbitraje del mamón de Pérez Lassa, el Presidente o el Director Deportivo no hayan salido a la palestra, hayan montado un follón de tres pares y hayan organizado tal bronca (a riesgo, incluso, de ser inhabilitados un tiempo), para dejar claro que si el juego es ser mafiosos (léase Real Mandril), nosotros tendremos que ser los mejores mafiosos, los más mafiosos.

Cuando el impresentable de Mijatovich habla de “mano negra”, debemos interpretar que dice: “mano” de la Federación y “negra” del uniforme de los árbitros.

Visto lo visto, ahora ya sabemos que lo que estaba diciendo el impresentable es: deja de jodernos a nosotros y jode a los demás, a los que podamos hacerles sombra (excepto al Barça porque es demasiado poderoso).

No, no puedo estar conforme con el equipo porque falla en los tramos fáciles. No quiero ni pensar en lo que se nos viene encima.

Miedo me da.

Ahora podéis tacharme de lo que queráis porque solo me importará saber que soy palangana hasta la médula y que mis aspiraciones pasan por que mi equipo, el Sevilla FC, esté arriba, gane, consiga títulos y juegue bien (si es posible), porque ya he dicho muchas veces que a los amantes del fútbol como deporte, nos gusta ver buen fútbol en cualquier parte y el mejor fútbol en nuestro equipo. El mejor.

Yo quiero un equipo cicatero, ramplón y conservador. No quiero.

Necesito que jueguen bien, que me divierta verlos y no vivir acongojado pensando en el equipo que viene. No quiero

Quiero tener de nuevo la sensación de que no me importe un carajo cómo se llame el que venga o al que vayamos a visitar.

Y deseo que Manolo lo haga mejor o deje paso a otro para que el Sevilla FC esté en lo más alto.

Siempre.

¡Hasta la muerte!

Cuidaros.

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