miércoles, 10 de diciembre de 2014

MUNICION DE BOCA

 

Saludos.

“…que me diera una mediana talega de higos secos y nueces y algunas confituras y otra munición de boca con que entretener el camino…”

(Juan Eslava Galán, “En busca del unicornio”)

Ayer leí otro magnífico artículo de Álvaro Yanes en su Salmón Palangana, donde se apuntan algunas ideas sobre medidas que, desde mi punto de vista, podrían resultar aceptables en nuestro mundo del fútbol, en nuestro infierno de violencia futbolera.

Leo, igualmente, un avance de las propuestas que prevé implantar la LFP, la execrable Liga de Fútbol Profesional (con su ultra, documentado, al frente) para, dicen, erradicar ésa lacra de los estadios.

Mucho me temo lo peor cuando salga el contenido completo. Mucho.

[Como ya he manifestado en otras varias ocasiones y hoy reitero, me disgusta enormemente que en MI Estadio, los MIOS (la pequeña parte radical que, no obstante, ponen la deliciosa banda sonora de Nervión y sin la cual todo es diferente, menos emocionante), insulten a otras aficiones. No concibo que para motivarnos nosotros, debamos tratar de menospreciar a los demás. Y si alguien me considera un puritano, exquisito, timorato o mojigato, desde ya sepa que se equivoca]

Porque otra vez se estará regulando la violencia de los ricos y la de los pobres. De nuevo obviaremos el otro tipo de violencia, la subliminal, la psicológica, la que no destaca por la sangre pero que hace muchísimo más daño que la física.

Solo pensar que el Sr. Tebas abandere medidas para frenar éste despropósito es, intrínsecamente, un insulto a la inteligencia, una ofensa. Una mofa directa y un escarnio difícil de digerir.

¿Ricos y pobres? Pues eso. Imaginemos que, como he leído por ahí y sin certeza, al Cádiz proponen multarle por una pancarta en la que se podía leer “árbitro guapetón”, con 300.000 €. Sigamos imaginando: estadio Santiago Bernabéu o Nou Camp, pancarta similar y por tanto, idéntica sanción ateniéndonos al supuesto nuevo reglamento.

Los Real Madrid/Barça abonarían la calderilla sin inmutarse (aunque luego padezcamos hasta dos minutos de noticias al respecto). Al Cádiz, por el contrario, ésa barbaridad le desequilibraría el presupuesto gravemente y sería portada, cuando menos, seis minutos ganando, por una vez, a los colosos. Letal. Pero la norma es, dirán, igual para todos. Falso de toda falsedad.

Proporcionalmente, Madrid y Barça deberían pagar 30 millones de euros. Hagan cuentas.

Pero “guapetón”, según el DRAE, no es un insulto sino todo lo contrario y si vamos a interpretar la ironía, la sagacidad, el estilo, el buen humor (que lo harán y lo hacen para y cuando les interesa)… apaga, cambia de canal, mira en el baloncesto porque pretenderán sancionar delitos de intenciones. Ni eso que llaman Código Civil o lo otro llamado Constitución.

La violencia tiene muchas vertientes, diversas formas de ser ejercida y de manifestarse sin tener que llegar a la manos, sin navajazos y sin estacazos. Sin sangre ni muertes. Formas sutiles, difusas, adobadas de lenguaje culto y perverso (aparentemente correcto) legal y avalado por un sistema, por una sociedad relajada, superficial y poco exigente. Una sociedad en que lo vulgar es elevado a la categoría de importante porque quienes deberían ejercer alguna influencia en ése sentido son, a su vez, mediocres, vanos e insustanciales.

Veamos algunos ejemplos: en el reparto de los derechos televisivos (que negocia el ínclito Tebas con las plataformas y los clubes) dos Equipos se embolsan , cogiditos de la mano y en amor y buena compañía que para estas cosas no hay más que un color, más de trescientos millones de euros. Sumen lo que les destinan a los demás, a los otros dieciocho juntos y verán un tipo de violencia.brutal, desproporcionada, insoportable.

El desequilibrio es tan abismal que dieciocho y sus miles de seguidores (la mayoría de los dirigentes, sin embargo, parecen cómodos en ésta tesitura porque, entre otras cosas, lo del fútbol es un medio en sus otros intereses) solo podrán incubar resentimientos, malestar e impotencia porque incluso los de los equipos pequeños, los que sobreviven de mala manera en la jungla de los ricos, quieren ganar, triunfar y llevarse títulos a casa. Quieren, como queremos todos, competir en igualdad de condiciones y luego que gane el mejor. Es decepcionante saber que serás derrotado antes de comenzar los partidos; que hagas apuestas por ver si te meten cinco, cuatro o siete; que difícilmente conservarás la categoría y debas limitarte a pasar un año viendo desfilar (noventa minutos, gracias) por tu estadio a las galaxias; que te humillarán por el gravísimo delito de no ser rico y no tener jugadores de noventa millones... son las ilusiones de niños, jóvenes, adultos y ancianos, condenados al fracaso seguro por pretender luchar con tirachinas contra gigantes acorazados.

Eso es de una violencia extrema pero no estará en la lista sancionable, Sr. Tebas.

Violencia es el trato vejatorio de los medios de comunicación (públicos y privados), a la inmensa mayoría de los clubes. Trato alienante con imágenes selectivas para ser generosos con dos y sus estrellas; para mostrarse magnánimos con los fallos propios, sobreseer las aberraciones impúdicamente y radical e intransigentes con los de los otros, tremendos criminales que osan tocar a los ídolos.

Violentos, subliminales, son los comentarios de los supuestos narradores e interpretadores de las imágenes durante los encuentros y los programas diarios (¿es que siempre debe haber, obligatoriamente, un comentarista ex jugador del Madrid en todas las retrasmisiones, en todas las cadenas, en todos los partidos juegue quien juegue?) que van acumulando tensión y hartazgo en los espectadores de los demás (menos dos), creando un poso de revancha que luego, en cualquier momento, aparece donde no debe y contra quien no corresponde para que usted, Sr. Tebas, pueda seguir haciendo caja.

De la misma forma, el bombardeo intensivo, machacón y saturador de información respecto de dos (y las pueriles cuitas de sus  figuras todos los días, todas las horas, todos los minutos) y el desprecio olímpico a los ídolos de los otros (aunque sean pequeños y modestos) está diseñado para orientar, canalizar y conducir a los niños en un sola dirección, en un único pensamiento, en un único motivo de adoración: todos los críos del Madrid (preferiblemente éste) o de Barça, todos con la camiseta de CR7 o de Lionel…

Esa doble moral intencionada, protegida y alentada desde todos los estamentos, es violencia aunque no esté en la lista de lo sancionable, Sr. Tebas.

Y por si todo lo anterior no fuese suficiente, tratar de igualarnos a todos solo  en lo negativo, Sr. Tebas, es violencia. Es socializar los delitos y privatizar las prebendas, como hace habitualmente, porque su capacidad para ser equilibrado, justo y democrático, Sr. Tebas, es imposible. No tiene capacidad para ello. Desconoce ésos términos.

Es usted un magnífico vasallo de sus señores, Sr. Tebas, y un violento extremo al que, seguramente, nunca le darán un ladrillazo.

En cualquier caso, me acordaré de sus antepasados (solo hasta la tercera generación y para no imputar a posible inocentes, si cabe), cada día que no me permita decirle a un árbitro que es guapo; que no me deje aplaudir y piropear al contrario cuando me marque un gol o tres; que no pueda expresar mi malestar ni siquiera en mi casa, viendo la televisión, y solo pueda enviar un whatsapp felicitando a los que me están machacando, de palabra, para que no sancionen a mi Club…

Ésa munición de boca, Sr. Tebas, es comida de subsistencia, medidas para mantenerse vivo, para justificarse, para justificar a otros, para decorar la pobreza mental y la podredumbre, para camuflar su incompetencia al servicio de terceros porque ahora no le interesa, no les interesa.

Manos a la cabeza y ataque ya lo que han consentido y alentado durante décadas. Pero ahora hay sangre visible y la violencia sangrienta es INTOLERABLE. La otra no.

Cuidaros.

3 comentarios:

EL PAPI MAGASE dijo...

MAGISTRAL Y BRUTAL,UN ABRAZO HERMANO

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

Gracias, tio grande.

Un abrazo y cuídate.

Alvaro dijo...

No sé cómo se me ha pasado este artículo. No tengo perdón de Dios.

Gracias por la mención y por dejarnos aprender de ti cada día

Abrazo