lunes, 16 de julio de 2018

100 DIAS


Saludos.

A los nuevos gobiernos, cuando llegan al poder, se les suelen conceder “100 días de gracia” para poder vislumbrar qué política pretenden aplicar, en qué dirección o cuáles son las directrices que acometerán en su mandato. Es una norma no escrita pero que se respetaba, con sus más y sus menos, tradicionalmente. Hoy ya no es así y la batalla política comienza al minuto uno del acceso al poder del nuevo ejecutivo. Incluso antes, diría yo.

En ése primer periodo, se espera que designen a los responsables de cada área, que comiencen a aplicar sus programas y se inicie la toma de decisiones. Pasado ése tiempo, la oposición está “legitimada” para debatir, exigir, señalar, proponer… todo aquello que les parezca reprobable en los recién llegados. Por supuesto, sean cuales fueran ésa decisiones, los contrarios las verán mal y las criticarán porque no son las suyas, lógicamente, pero sobre todo, porque nosotros siempre tenemos la razón y los demás están equivocados (¡).

Cien días no son muchos, pero es lapso suficiente, aseguran, para entrever lo que se espera de ellos.

Las formas sociales y políticas en que no movemos se transforman continuamente (muchas veces para peor) aunque el principio siga siendo el mismo. Tenemos muy interiorizado el concepto de “economía de mercado o capitalismo” que postula: el mayor beneficio en el menor plazo de tiempo y con la menor inversión. Una idea que aplicamos en prácticamente todos los órdenes sociales. No podemos escapar de la sociedad en que vivimos y como parece complicado cambiarla, habrá que sobrellevarla con paciencia. Puede que haya otro mundo mejor, debe haberlo, lo hay pero se oculta contumaz.

Y el fútbol, parte importante de ésta sociedad por las ingentes cantidades de dinero que genera, las pasiones que desata y porque es un buen y enorme refugio que se ha usado siempre para camuflar otras frustraciones, no podía quedar ajeno a ésos comportamientos. El fútbol también está capitalizado desgraciadamente, demasiado, agobiantemente… y otros varios “mente” que se nos ocurran. Todos caben y siempre quedará sitio para alguno más.

La esencia se perdió en el camino, en un pasado nebuloso y ya no volverá.

Hoy los clubes son Sociedades Anónimas, en el formato que queramos, cuyo fin no es otro que el de todas las empresas: generar beneficios. Con éstos “beneficios” (ergo títulos) tu empresa prospera, se fortalece, crece y compite en el mercado de las élites. Compite en el mercado mundial del fútbol, tan sugestivo como cualquier otro.

Por eso, desde el minuto uno, exigimos resultados a nuestro Club. Los queremos ya, los queremos ahora y los queremos todos.

A finales del pasado mes de mayo, Joaquín Caparrós fue nombrado Director Deportivo del Sevilla, es decir, cabeza visible del Equipo de gestión de jugadores (entradas y salidas). Venía a sustituir a un Oscar Arias (que a su vez había ocupado el lugar que dejara Monchi) y que hizo un trabajo más que mediocre, por lo que resultaba imposible mantenerlo en ése cargo.

Pasamos del casi siempre y durante años magnífico Director (el hecho de que media Europa hubiera querido tenerlo entre sus filas es síntoma inequívoco) a un interludio/ejercicio oscuro y la recalada final en Caparrós, posiblemente aclamado por la mayoría por su sevillismo de genes.

Segundos después de ocupar su “ministerio”, oleadas de expertos (entre los que me cuento sin duda alguna) ya sabíamos con certeza los diez que debían salir y los otros diez que debían entrar. Lo sabíamos perfectamente porque somos más de cuarenta mil entrenadores, otros tantos presidentes y no menos que técnicos/directores deportivos.

Somos monstruos en esto incluso los que, como yo, no tenemos ni idea del tema. Pero como dicen del mal periodismo, no permitas que la verdad te estropee una buena noticia. Así nos hemos inventado más de setenta fichajes, analizando concienzudamente y hasta la saciedad el mercado mundial de candidatos y de los que luego, terminada la época de compras y ventas, tiraremos a la papelera. Si se acierta con dos o tres, nadie se acordará de los otros setenta “cadáveres” que dejaremos por el camino. Pero con uno basta para justificarnos aunque el índice de desaciertos sea brutal.

Otro verano igual desde…

Lo cuestionamos todo y a todos porque somos así, porque lo llevamos en la sangre blanca y roja y porque si fuéramos de otra manera, no seríamos nosotros (redundancia, por supuesto).

Al Sr. Caparrós no se le han concedido cien días (ni siquiera cien minutos, pienso) porque las especiales y urgentes necesidades del curso que ahora empieza, requieren respuestas rápidas o se nos pasa el arroz. Comenzar los compromisos directos tan temprano, nos priva de la calma necesaria y exigible en una planificación más adecuada, más completa y mesurada.

Y además, un nuevo entrenador con sus propias ideas de lo que quiere construir y los mimbres que necesita. Sabe con quién espera contar, con quién no y qué le falta. Y necesitamos que lo haga ya para estabilizar cuanto antes una plantilla competitiva.

La horrenda gestión del Sr. Castro nos ha colocado en un disparadero inoportuno con el asunto Súper Copa (entre otros varios y diversos). Lo que debería ser una balsa de aceite (club poderoso en Europa, saneado económicamente, cargado de títulos continentales, objetivo de paso a otras glorias de jugadores y modelo económico) se convierte, por la torpeza de algunos, en un pequeño infierno que molesta mucho porque tendría que ser distinto, porque sabemos hacerlo y lo hemos demostrado durante muchos años.

Añadamos una temporada nefasta con tres entrenadores… pero aun así, es más que probable que volvamos a jugar la Europa League y que solventemos los desafíos previos. Llegado ése momento, serán los otros los que tendrán que preocuparse.

Si todo eso fuera poco, el Sr. Caparrós y su grupo de asesores parece que no tienen demasiada experiencia en estas lides aunque aprenden rápido. Seguramente estoy equivocado, pero no puedo sustraerme de ésa sensación.

No obstante, los movimientos que han realizado hasta ahora han logrado esquivar la pertinaz mirada inquisitorial de tantos (amigos y enemigos). Posiblemente volvamos a buscar valores por contrastar (nos ha ido muy bien durante mucho tiempo) y encontremos joyas ocultas en otros clubes de menor relevancia: ya nos ocuparemos de pulirlos nosotros, revalorizarlos y venderlos luego a buen precio. Y seguir creciendo en los presupuestos… y empezar de nuevo el año que viene.

Estoy convencido de que el Equipo que acompaña al Sr. Caparrós debe estar trabajando a modo y manera para armar al Sevilla de los elementos justos y necesarios que nos sigan manteniendo ahí arriba, entre los mejores.

Y estoy convencido, igualmente, que más corazón blanco y rojo que pondrán éstos sevillistas en hacerlo bien, será difícil de encontrar.

Pero tenemos que ser flexibles y darle su tiempo (que es muy poco desgraciadamente) para que realice su trabajo. Y como no son posibles los “100 días de gracia”, tendremos que poner toda la confianza y toda la paciencia que nos permita el calendario.

Porque tiempo habrá de juzgar su labor… una vez realizada. Antes no, por favor.

Cuidaros.