domingo, 7 de diciembre de 2014

DE LAS 13 BARRAS

 

Saludos.

Aún a riesgo de incurrir en algún tipo de delito emocional o sentimental, hoy me detengo un rato en algunos aspectos, especialmente llamativos, del Escudo del Real Betis Balompié.

Siempre me extrañó su forma triangular tan peculiar y distinta, pero sobre todo, en sus trece barras.

Desde los orígenes mismos del foot-ball y tal cual recogen las Association Rules (normas para distinguirlo del rugby y de las que se derivan las actuales), los jugadores serán siempre once en los matches, en los partidos. Muchos equipos españoles muestran barras en ésos escudos suyos. Sin embargo, ninguno, salvo el Betis (al menos yo no lo he encontrado), sobrepasa ésa condición en la relación jugadores/barras. De hecho, pocos guardan la correspondencia exacta (caso Sevilla F.C., por ejemplo que sí lo hace), contentándose la mayoría con menor cantidad y a modo de representación de los equipamientos que lucen.

Escudo significa, según la DRAE y tomando las acepciones que nos interesan:

-Arma defensiva de metal, madera o cuero para cubrirse y resguardar el cuerpo, que se llevaba en el brazo izquierdo: el escudo del cruzado pesaba mucho; se protegía con el escudo mientras asestaba con la maza golpes a sus enemigos.

-Superficie o espacio con el emblema o las armas de una nación, de una ciudad, de una familia, de una corporación o asociación, etc.

El escudo tiene, por tanto, una inspiración ancestral bélica y nobiliaria.

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Ésas son las figuras heráldicas principales que contienen los escudos en que se basan la mayoría de los del fútbol. Verán formas muy conocidas y otras menos. Sin embargo, ninguna representa el triángulo tal como lo podemos ver en el Escudo del Real Betis.

Si consideramos que el fútbol es una forma de campaña militar adaptada a lo lúdico, a la paz (repasen la enorme cantidad de términos militares que usamos durante un partido), entenderemos que para señalarnos como distintos, diferentes y únicos, usemos las muy antiguas formas de identificación guerrera por las que se reconocían los contendientes.

El escudo era la protección física del cuerpo del guerrero. Hoy sigue cumpliendo su función, de manera idealizada, en el pecho de los jugadores y no es raro ver a algunos que lo besan tras lograr un gol. Sería el equivalente del escudero defendiendo a su señor y por el que lucharía, llegado el caso, hasta la muerte.

El Escudo actual del Real Betis es obra de D. Enrique Añino Ilzarbe-Andueza de 1931/32 y presenta un diseño particular, diferente, fuera de los cánones de la mayoría de los conjuntos del panorama futbolístico español.

Escudo actual

Es, tal cual se aprecia, un triángulo invertido, con un círculo inserto en el que se inscriben las siglas BB (Betis Balompié) y la corona otorgada “R” (RBB) al Equipo en 1914. Pero no siempre fue así.

Miren la evolución a lo largo de los años:

Escudos Betis

En 1957, el Presidente Benito Villamarín. confirmo la modificación de José María de la Concha y dispuso las barras de otra forma (de siete verdes y seis blancas, a lo contrario, tal cual pervive).

Escudo sin modificar

Desde los inicios, el circular (común a muchísimos Equipos y otros tantos que aún lo portan), pasó a la actual forma triangular del Sr. Añino, como decía. Pero ése de 1931/32 (inferior izquierdo), diseñado durante la II República (donde las referencias monárquicas estuvieron proscritas), presenta especiales circunstancias. Vean éstas imágenes:

Escudo AñinoMasones 1

El de la derecha es el símbolo masónico que identifica a la Orden de la Masonería. La “G” y el compás (formando una “A”) representan las siglas del Gran Arquitecto, siendo que es la manera en que denominan a dios y por tanto, no es extraño que toda ésa simbología este plagada de herramientas para la construcción (el humilde palustre aparece casi siempre).

Dicen los masones (francmasones), que su Orden procede de los arquitectos que diseñaron y construyeron el Templo de Salomón. Sin embargo, se fundan en el siglo XVII aunque, como la mayoría de ésas órdenes, idealizan sus orígenes llevándolos a inicios inciertos, cuando menos, o sencillamente increíbles.

Cuando el Sr. Añino diseña ése Escudo, España vive una efervescencia masónica notable. Numerosas publicaciones…

GRANDE ORIENTE PORTADA 1932

GRANDE ORIENTE SEVILLA 1930

…se editan por todo el país y no son pocos los partidos republicanos que están influidos por miembros y afiliados masones. Veamos algunas estadísticas de nuestra ciudad sin dejar de considerar el carácter secreto de la organización y por tanto, la dificultad en identificar a sus participantes. En primer lugar, una relación de las logias de Sevilla y provincia:

ALVAREZ - 1

Ahora veremos un cuadro que nos informa de los miembros (identificados, insisto), pertenecientes a partidos políticos.

ALVAREZ-2

Y por último, otro en que se observa la evolución y el incremento de integrantes en apenas una década.

ALVAREZ-3

Vemos que en los años en que se presenta el entonces nuevo Escudo del Real Betis (1931/32), las cifras se han disparado considerablemente. Con el golpe del General Franco en 1936, la masonería pasó a ser ilegal y perseguida con saña. Los “rojos y masones”, juntos y revueltos, eran la quintaesencia de los demonios franquistas.

Pero a pesar del carácter secreto de las logias, hubo conocidísimos y eminentes masones, Grandes Maestres, tales que Diego Martínez Barrio. Este sevillano nacido en 1883, fue Diputado, Ministro de la Gobernación (en dos ocasiones), Ministro de Guerra, Ministro de Comunicaciones, Presidente del Congreso de los Diputados, Presidente del Consejo de Ministros (en dos ocasiones) y Presidente, dos veces también, de la República. Y Gran Maestre Masón.

 Decreto 1933 D. Martínez Barrio 

Por Sevilla y junto a Martínez Barrio, encontramos a otros ilustres tales que Demófilo de Buen, notable intelectual.

DEMOFILO DE BUEN 1930

El Sr. de Buen también ocupó cargos importantes: catedrático de derecho civil en Sevilla y Salamanca y presidió las salas de lo civil y de los social en el Tribunal Supremo durante la II República.

…o a D. Ignacio Mantencón Navasal, a la sazón Presidente del Betis entre 1932 y 1933, perteneciente a la Logia Constancia. D. Ignacio (Zaragoza 1902, México 1982), por otra parte, era un erudito e intelectual, con una larguísima lista de publicaciones, presente en la Sevilla más ilustre de los años que rodearon a la II República. Fue otro de los exiliados forzosos tras y durante la contienda.

1963 Carta Mantecón

No insistiré más en las conocidas referencias masónicas del Escudo del Real Betis porque ha sido ya tratado extensamente. Por ejemplo, lean el magnífico trabajo de D. Emilio Carrillo titulado “Guía secreta de Sevilla”.

Sin embargo, debemos volver al postulado de éste trabajo: las 13 barras.

Miren de nuevo el Escudo y observen que la “B” central tal parece un 13, además de las columnas verdes y blancas: 13.

Escudo actual

No es casual. No lo parece.

El número 13 tiene connotaciones negativas en la sociedad actual. Es posible que se asocie a los doce apóstoles mas Jesús (el decimotercero, torturado y muerto un viernes). Es, también, un símbolo masónico e, incluso, más antiguo. Los Templarios, de los que los masones heredaron muchos de sus principios, símbolos y procedimientos,  eran muy afectos a ése número de tan nefastas resonancias.

El viernes 13 de noviembre de 1307, la Orden del Temple fue literalmente destruida. El Rey Felipe IV, el Hermoso, ordenó la destrucción de aquellos incómodos acreedores. Ordenó, también (en connivencia con el Papa Clemente V), la muerte de muchos de ellos en la hoguera, entre los cuales se encontraba Jacques de Molay, Gran Maestre de la Obra, condenado junto a otros 36 templarios en el atrio de la Catedral de París y ejecutado a fuego en una isla del Sena, en marzo de 1314.

Antes de ésa asociación de “mala suerte”, los templarios eran profundos devotos de la cifra:

Se levantaban a media noche para rezar 13 padrenuestros en la capilla. Luego volvían a la cama.

El Jueves Santo, el limosnero seleccionaba a 13 pobres a los que los hermanos lavaban los pies y mas tarde, tras la ceremonia religiosa, les entregaban dos panes, dos monedas y un par de zapatos.

O el Templo de Salomón que, decían, contaba con doce columnas en la capilla interior (doce más dios, trece), que recoge el Antiguo Testamento de la Biblia (Reyes, 6, 7 y 8). Mas tarde, Jesús se rodeó, como decía mas arriba, de doce discípulos.

Los masones, de igual forma, construyen su Templo Material con ésas mismas doce columnas: 6 al norte (septentrión) y seis al sur (mediodía).

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Las referencias bíblicas sobre la construcción del Templo de Salomón, están, como vemos, íntimamente relacionadas tanto con templarios como con masones.

¿Qué inspiró al Sr. Añino?

CONCLUSION.

Todo parece indicar que las 13 barras no son arbitrarias, ni estéticas. Parecen obedecer a una suerte de arcano diseño masónico.

¿Era D. Enrique Añino masón? Probablemente. No he podido constatarlo debido, como decía, a lo críptico de sus logias. Sin embargo, quizás D. Enrique Añino Cañal (al que tengo el honor de conocer, todo un caballero, y al que profeso un genuino respeto) pudiera aclararnos éste punto.

La situación social de aquella época fue muy propicia para ello y las señales son evidentes.

Por otra parte, espero y deseo no haber molestado a nadie con éste trabajo. Guardo muchísima más información adicional (aunque lo mas importante he procurado mostrarlo aquí), sobre una época difusa debido a los acontecimientos posteriores.

En cualquier caso y si alguien se siente ofendido, mis disculpas por ser tan osado.

Cuidaros.

Bibliografía consultada:

Álvarez Rey, Leandro. Universidad de Sevilla. “Masonería y partidos políticos en la Sevilla de la II República (1932-1036)”

Biblioteca Nacional de España (BNE)

Manquepierda.com

Torres H. Mantecón, Marco Aurelio. “Bibliografía general del doctor José Ignacio Mantecón Navasal”.

Moses Israel, Claudio. “Las columnas B y J”.

Ortiz Villalba, Juan. Universidad de Sevilla. “La persecución contra la masonería durante la Guerra Civil y la Post-guerra”.

Ferrer Benimeli, José A. Universidad de Zaragoza. “El modelo sociológico de la masonería”.

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