domingo, 25 de mayo de 2014

EL EXTRAÑO CASO 14

 

Saludos.

Todo comenzó cuando en una ciudad llamada Elgin (en gaélico Eilginn y en escocés Ailgin, distrito de Moray y sobre el Rio Lossie, en el reino de Escocia) un 14 de octubre de 1854, nace en Newmill un niño al que llamaron Edward. Era el octavo hijo de una familia de 13 retoños, ocho chicas y cinco chicos. La madre de la prole se apellidaba MacAndrew.

Más tarde, muy lejos de su ciudad natal y durante muchos años, se le conoció como D. Eduardo (de la MacAndrew). Aquel chico falleció el 14 de junio de 1924.

Aunque formalizó su más grande aportación a su lugar de adopción (junto a sus amigos Hugo, Isaías y unos cuantos más, la mitad ingleses y la mitad españoles) un 25 de enero de 1890 (y que sigue plenamente vigente 124 años más tarde, aumentando su leyenda sin cesar) aquella gesta se hizo oficial un 14 de octubre, en 1905, dando lugar a la legalización del Club de Football más importante y exitoso de todo el sur mas sur de Europa.

Una de las consecuencias (directa e inevitable) de aquel evento fue la creación, en 1914, del segundo Club en importancia de ése sur sur: el Real Betis Balompié. Era el año 14 del siglo XX. Felicidades.

Pero saltemos en el tiempo y situémonos en 2013.

Acabada la temporada de Liga 2012/2013, el Club de D. Eduardo termina mal, mediocre, en medio de la tabla, noveno, lejos del lugar que, por su potencial, debería haber ocupado. Ése sitio difuminado te impide el acceso a las competiciones europeas. Sin embargo, los órganos que rigen ésas competiciones detectan que dos de los clubes situados encima, han hecho trampas en sus cuentas y son apartados. Aquello provoca que el Club de D. Eduardo sea invitado y acceda, sin proponérselo, a competir en la segunda categoría (de dos) de trofeos en disputa del viejo continente; la Liga Europa. La segunda de dos y el segundo máximo galardón posible. De dos.

La Liga Europa que comienza en 2013, debería terminar en el año 14 del siglo XXI y un 14 de mayo.

Uno de los apartados por tramposos, es el Club de Málaga, del sur sur también, y con el que las relaciones siempre fueron… difíciles. Los aficionados de la ciudad oriental culpan al de la occidental, al de D. Eduardo, de “chanchullos” cuando, en buena lid, deberían recriminar al suyo, al que falseó las cuentas y por ello castigado.

Pero el caso es que aquella plaza no fue para ellos, siendo adjudicada al siguiente en la lista, al de D. Eduardo.

Entretanto, el Club creado el año 14 del siglo XX, termina una campaña 2012/2013 espectacular, muy por encima de sus vecinos, lo que provocó no pocas explosiones de alegrías cuasi orgásmicas. Esa posición les permite acceso directo a la segunda competición europea. Para muchos, el delirio universal.

Pero las cosas irían cambiando a medida que pasaban los días, los hechos se sucedían y la algarabía inicial iba perdiendo fuerza ante los acontecimientos, ante la hemorragia imparable.

Como decía, las trampas de algunos permiten que el excluido inicial sea ascendido y forme parte del plantel que representará a los clubes ibéricos en el resto del continente. Alguien debió haber intuido que los invitados de última hora, con los que no se cuenta nunca, suelen ocasionar siempre alguna conmoción. Buena o mala, alguna.

Comienza, por tanto, el nuevo curso y las cosas mantienen, temporalmente, la inercia del anterior. Pero en las carreras de fondo, el más resistente, el mejor preparado, el más duro y entrenado suele llevarse la corona.

El Club del año 14, contra lo esperado, se desinfla, se hunde, se desmorona en la lucha liguera nacional y se instala en lo más bajo, al final del todo, aunque mantiene el pulso en la contienda europea.

El otro, el de D. Eduardo, por el contrario, comienza a dar resultados y partiendo desde el fondo, gana, remonta, escala, sube y se coloca muy arriba, en todo lo alto. Éste también resiste en Europa y dando señales (alguien debió haberlo intuido) de que progresaría sin trabas, hasta el final.

Las cosas se precipitan en el año 14 del siglo XXI.

Los hados certifican que los dos clubes de la Híspalis deberán cruzarse en la ruta Europa donde uno de ellos quedará en el camino irremediablemente, en una justa sangrienta porque hay demasiadas implicaciones, demasiados corazones y demasiadas pasiones y lazos en juego.

El burgo lleva un siglo repartiendo sus delirios entre unos y otros colores y un duelo en la cumbre polariza como nada ésa tensión ancestral.

El más antiguo, ya entonces, había revertido su situación y andaba campeando en las alturas. El otro, el más moderno, todo lo contrario y se hundía sin remedio en las penumbras porque, además, en la trifulca particular, el primero había sometido a dos varapalos considerables a sus vecinos.

Ése duelo continental se auguraba terrible.

A dos asaltos, el del 14 del XX tumba, contra todo pronóstico, al del XIX en su propio feudo, en su casa. Eso duele como pocas cosas y mientras unos se lamen las heridas, los otros festejan la victoria parcial como algo desmesurado, precipitándose en sus celebraciones sin contar que, como se debía haber sabido, quedaba la mitad por disputar.

Y surge el poder de más fuerte, del más resistente, del mejor preparado. El Club antiguo logra equilibrar la balanza y en la ruleta decisiva, es mejor y expele al otro… en su propia casa, en su feudo. Eso duele.

Pero además, lo expele de Europa. Doble dolor.

El invitado de última hora se alza, temible, a la cúspide.

Para el Club del 14 del XX, tantos golpes lo fulminan, tantos enemigos internos lo corroen y descomponen. Y los otros golpes, los externos, ayudan de manera significativa en la catástrofe propia.

El Club del 14 del siglo XX, en el 14 del siglo XXI, su año de celebración, de sus bodas de oro reales, firma uno de las peores campañas de su Historia por sus propios errores aunque, todo hay que decirlo, con la inestimable ayuda de terceros y marcando estadísticas negativas terribles.

El Club de D. Eduardo llega (yo no creo en las meigas pero haberlas, haylas), al 14 del 14 del XXI (dejando atrás, tumbados y arrasados a poderosos contrincantes) y certifica que en Europa y en ésta competición, es uno de los pocos dueños.

14 es más que once y que trece… barras.

¡VIVAN LOS CATORCES!

Cuidaros.

Sevilla F.C. kusukela 1890

P.D. 14 más 14 suman 28, es decir, catorce más catorce suman  veintiocho, D. Antonio.

1 comentario:

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

Gracias, D. Anónimo.

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Gracias.

Cuídese.