martes, 31 de julio de 2012

HABÍA MIL EJEMPLOS…

 

Saludos.

Mil, diez mil, decenas de miles…

Se podía haber hecho un reportaje sencillo y sin estridencias, como es él. Se podía haber hecho un pequeño y modesto acto de homenaje a un chico francés que ha entregado buena parte de su juventud a un Equipo (casi que ni importa cual) cuando se despide tras seis años y medio de entrega, tesón y esfuerzos.

Y títulos.

Se podía haber destacado la parte humana (la deportiva ya lo hizo él), de la buena persona que lleva dentro y que, en muchos casos, originó no pocas críticas de los suyos por “blando”. Y se podía haber sido honestos, caballerosos y éticos.

Pero la Cuatro, ése canal afecto al becerro blanco (de entre la pléyade de sumisos interesados que pueblan el universo ¿informativo?), prefirió la vulgaridad, la estulticia, la chabacanería y el panegírico estúpido a un solo señor y amo.

¿Eso les divierte? ¿Ésas imágenes de estúpidos eran necesarias? ¿Nunca sacan a sus estúpidos propios? ¿Me dirán que no los tienen y que es potestad solo del sur?

Porque ésos cretinos se piensan que denigrar a los demás eleva el nivel de los propios, que dividiendo vencen, que todo lo malo les es ajeno y exclusivo de los otros…

¿Quieren que les recuerde cositas de los suyos, señores de la Cuatro? ¿De todos los suyos incluyendo vidas humanas, avenates, infames, locos, impresentables…?

No, no lo haré porque me situaría a su mismo nivel y eso es lo que esperan, lo que desean, lo que suponen les dará dinero. ¿Era eso? ¿El dinero? ¿Alabando sin vergüenza solo a uno y deshonrando a los demás les hace más grandes, ganar más, “vender” un producto insoportable a costa de lo que sea?

“Lo que sea” se llama ética y aún les queda camino por recorrer para llegar a tenerla por muchos televidentes que logren amontonar frente a las pantallas.

Y todo el montaje gira en torno al juego limpio, a la igualdad de oportunidades, a los niveles… esos a los que tanto temen porque de ser así, todo el teatro que orquestan cada día se vendría abajo cual castillo de naipes.

Solo pueden ser lo que son de la manera que lo organizan dentro, fuera y alrededor porque de otra forma les sacarían los colores.

Igual no son tan grandes como pretenden.

Claro que el fin justifica los medios ¿o no? ¿Será miedo?

Cuidaros.

lunes, 30 de julio de 2012

BAJA ACTIVIDAD (pero nula no)

 

Saludos.

Actividad-1

Han sido meses de una intensidad absoluta y justo es que nos tomemos un descanso para evitar colapsos y atacar el próximo curso con mejores perspectivas (si es posible porque nos hemos puesto el listón muy alto).

No obstante, no todos desaparecemos en agosto. Un servidor, por ejemplo, andará por aquí tratando de capear el temporal de…

 

Actividad-2

…que aunque los científicos dicen que tendremos unos años de baja actividad solar, lo cierto es que por estos pagos parece…

Actividad-3

…justo lo contrario y ni siquiera el escudo magnético, en forma de araña, consigue detener la avalancha de grados cual maldición divina (incluso los no creyentes somos capaces de sacarle rendimiento a eso).

Pero no todos nos vamos, como decía, y por aquí quedamos unos cuantos “de guardia”. A saber: El del Voladizo, el del QuegrandeeresSevilla y el Algarivo.

Suficien (que diría aquel).

Es, sobre todo, para los navegantes. Incluso los que ahora no dejan ver sus tripas para que un Romero cualquiera les disperse el ganado.

Aquí andamos y sea lo que tenga que ser.

Y a sudá la gota gorda.

Cuidaros.

jueves, 19 de julio de 2012

VIOLENCIA Y VIOLENTOS

 

Saludos.

Decía Gandhi que “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”. También que “lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.

Hay, pueden comprobarlo metiendo en el buscador la palabra “violencia”, muchísimas frases de ilustres personajes para definir el acto humano, exclusivamente humano, de ejercer la violencia. Y tiene que ser necesariamente humano porque las demás especies carecen del concepto intelectual indispensable y sine qua non es posible hablar de ella.

La Violencia, que solo en circunstancias especiales, únicas, estrictas y muy limitadas puede ser justificable, tiene, como habrán podido leer en la Wikipedia (que a veces presta buenos servicios aunque otras, desgraciadamente, yerre), diversas y diferentes formas de ejercitarse.

Somos, desde otro punto de vista, hijos de nuestro tiempo. Y nuestro tiempo abarca desde los albores de la aparición de la especie sobre La Tierra (milenio arriba, milenio abajo) hasta ahora mismo, hasta el momento en que lees éstas líneas. Por ello, las sociedades violentas producen ciudadanos violentos (como siempre fue y siempre será) porque es parte intrínseca e insoslayable de nuestra condición. El modelo “no violento” de sociedad está por construir.

Estamos, por tanto, inmersos en un caldo de cultivo perfecto para que mostremos nuestras carencias, deseos, frustraciones o impotencias a través de comportamientos iracundos y agresivos, de búsquedas de soluciones imperfectas, inacabadas, erróneas… pero sencillas y fáciles, sin demasiadas complicaciones especulativas y al alcance de cualquier mentalidad.

Asimov (bioquímico y escritor estadounidense), decía que “la violencia es el último recurso del incompetente”.

Violencia física o psíquica solo se diferencian en sus formas externas.

A veces hablamos de “violencia gratuita” queriendo significar que se ejerce sin perspectivas de obtener ningún beneficio aparente (lo hacemos como observadores en tanto que desconocemos las motivaciones que impulsan al violento). En cualquier caso y en su nivel profundo, la frase es una trampa porque lo opuesto sería “violencia cara”, es decir ¿sería socialmente aceptada si el acto conllevara una retribución visible? ¿Lo ocurrido en Irak, por ejemplo, estaría justificado por el control del petróleo que mueve nuestros coches o nuestras industrias?

El debate no estaba en Rota y sigue sin estarlo porque lo sucedido en la localidad gaditana es, a lo sumo, una anécdota, un escalón más del dislate social que padecemos (y todos somos actores y cómplices, por acción u omisión), de la exacerbación de los sentimientos, de la perpetua urgencia para disfrazar realidades desagradables amparándonos en satisfacciones momentáneas a falta de otras metas de mayor enjundia, de logros mayores. Es trasladar a un momento y sitio determinados el fracaso social o personal. Solos o en grupos.

No deberíamos, siendo así, exigir más de lo que cada cual pueda dar. No debemos y sin embargo lo hacemos porque ¿son más culpables los aficionados al fútbol que, por ejemplo, se enzarzan en una pelea durante un partido, sin causa aparente o juzgada como banal (siempre como observadores) que quienes mantienen durante años discursos agresivos, provocadores, belicosos y violentos aunque lo presenten revestidos de formas aparentemente “civilizadas”, hablando o escribiendo muy bien, muy cultas?

¿Qué diferencias encontraremos entres los púlpitos, las tribunas, las editoriales, los micrófonos, los blogs o las pantallas y el acto vandálico, físico, en un estadio?

¿Quién legitima las actuaciones de unos y otros? ¿En qué nos basamos para erigirnos en jueces de los demás? ¿Quién los condena? ¿Quién o qué nos reviste de la autoridad necesaria? ¿Qué modelo somos y de qué para pensar que nuestra crítica es buena o acertada y la de los otros no?

¿Señalar, condenar y castigar a los violentos? Por supuesto. Sin dudas pero… ¿eso nos garantiza que en una sociedad que perfecciona cada día sus métodos de creación de individuos agresivos (es inherente al sistema mismo), no volverán a ejercer como tales o no vendrán otros a sustituirlos?

Triste ilusión.

Si hemos de hacer algo coherente, comencemos por arriba y dejemos de provocar sentimientos reaccionarios, de alentar deseos que nunca podremos satisfacer, de aceptar las reglas (las internas, las éticas, especialmente) sobre todo cuando no nos favorecen. De respetar.

No valen los discursos de quienes durante años se han amparado en posiciones protegidas para ejercer sus magisterios, de quienes los han alentado, de quienes mantienen ésos alegatos en cualquiera sea el panorama desde el que dominan el escenario para, sorprendentemente (o no tanto), perpetuarse en su egocentrismo (ahora arriba, ahora abajo), en su necedad, en el infantilismo de pensar que siempre tenemos razón, en los que se erigen en pequeños y perfectos prototipos de… ¿qué?

"Hay pícaros suficientemente pícaros para portarse como personas honradas". Napoleón Bonaparte.

Cuidaros y sálvese quien pueda.

domingo, 15 de julio de 2012

REGRESO AL SUR

 

Saludos.

Unos días de descanso lejos, muy al norte, rozando la frontera del país de los guiñoles (escucho una frase que se me queda y aunque uno tenga el sentimiento nacionalista en modo “estanbai”, dice “soy español ¿en qué quieres que te gane?. Es divertida, por lo menos), gozando de naturaleza a “tutiplen” (los parques naturales de Ordesa y Aigüestortes son, sencillamente, impresionantes), con eternas caminatas montaña a través de horas y horas (alcanzando de pleno el complejo de cabra montesa), con vistas espectaculares…

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Entrambos, una inmersión profunda en el románico pirineo (y Las Cinco Villas), admirando las formas sencillas, monumentales, de los arquitectos de lo divino con materia humana.

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Y pasada la parte mística, vuelta a lo natural, sin modificaciones aparentes. El Parque Natural de Aigüestortes.

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Descanso, desconexión casi absoluta (solo lo necesario para no perder el ritmo y no tener que pasarme a la vuelta tres horas leyendo correos atrasados de mis compañeros palanganas) y vacaciones. Esas que, fraccionadas a lo largo del año, consiguen que me relaje mejor, que rompa el ritmo de trabajo y disfrute. Disfrute del tiempo libre que me gano el resto del año.

La anécdota es la dueña de un restaurante (donde comimos muy bien) que a pesar de su cerrado acento catalán, supo entender que los andaluces no somos vagos ni maleantes, que trabajamos como el que más, que nos partimos el lomo igual que catalanes, vascos, gallegos, castellanos…

Y que los sinvergüenzas no tienen pasaporte.

Cuidaros.