jueves, 6 de diciembre de 2012

UN DIA NUBLADO

 

Saludos.

He mirado esta mañana por la ventana y el cielo está cubierto de nubes, gris, triste, frío. Día de “mesa camilla”, música suave y un buen libro. O quizás aporrear el teclado con esas cosas que se me ocurren periódicamente.

Día, también, para reflexionar un poco sobre lo recogido ayer en la Junta de Accionistas del Sevilla y desde la perspectiva del más indocumentado de todos, sacar algunas conclusiones.

Conclusiones, por cierto, iguales que el día.

Los números dicen que andamos mal aunque no tanto. Si hemos de compararnos y sin que ello nos consuele, los demás, la mayoría, andan mucho peor. Algunos deberían callarse para siempre. Y si se aplicaran las leyes tal cual están escritas, descenso a la cuarta división… de Botswana. Desahucio del estadio incluido.

No entro en cifras y datos, soy de letras y tendría que estar iniciado en ellos para saber con certeza dónde están las trampas, dónde hemos aplicado dos dedos de maquillaje y con qué nombre se llama a que.

En el mundo de la letra, de la lírica, se escuchan y recogen frases que asustan, que atemorizan, que despiertan demonios antiguos que pensábamos hundidos en sus infiernos particulares y para la eternidad.

Alguien sugiere que el Sevilla debería hacer algo con los horarios y los días de los partidos; que es la más perfecta manera de cargarse un espectáculo centenario; que no hay forma de compaginar vida y la afición familiar; que andamos empeñados en expulsar a perpetuidad a los socios del futuro… y  como era previsible, cuando te dicen que más de la mitad del presupuesto anual proviene de la caja tonta, tráguese en las dosis prescritas. Una por semana pero contemplando las fases lunares y considerando el efecto de los rayos gamma sobre las margaritas.

El desquicie (que no afecta directamente a dos de veinte), propone la eliminación progresiva del elemento espectador físico en su ubicación ancestral. Desde casa y en HD (pronto veremos los partidos en 3D y ya será la ostia), no pintamos nada en el Estadio donde, casualmente, solo puedes observar el juego con la única y sola mirada de tus dos ojos, sin repeticiones, sin detalles, donde un pestañeo te hurta un gol, sin tomas en ultra cámara lenta en las que se aprecia cómo la carne lacerada por los tacos de algún majara (léase, por ejemplo, Pepe), es martilleada sin piedad.

Pronto y con las nuevas tecnologías podremos ver, en cámara desesperantemente lenta por supuesto (para goce y disfrute de los amantes del voyerismo sangriento), la rotura de los ligamentos cruzados producto de ataque furibundo de algún criminal socialmente reconocido (léase el ejemplo anterior, por ejemplo). Habrá sanción (de dos a cuatro partidos salvo despiste arbitral), mientras la víctima necesitará, mínimo, seis meses para recuperarse. Delictivo según quién, juego viril según los otros. ¡Es que son chiquititos y débiles y esto es un juego de hombres!, dirán unos terceros. ¿Terceros? ¿Los de la sede central de la Hispania Catetovetónica?

Puestos a ello, pensemos que ya solo necesitaremos el rectángulo de juego, unas vallas altas alrededor y las doscientas cámaras de altísima resolución, última generación, ligeras y compactas, óptica Carl Zeiss Un palquito acristalado donde se instalen los presidentes (que será parte del justiprecio del cargo) con la típica expresión de póker y todo un mundo, todos los demás, en nuestro salón. Sin frío ni calor, sin colas ni atascos, sin berridos, insultos o palabros de mayor cuantía contra el juez único, otrora llamado HP por definición genética.

Y miles de metros cuadrados para rentabilizar en las inmediaciones.

Si un día esto cambia, será porque los roures and compañía ya habrán saneado sus cuentas lo suficiente como para poder ser sospechosos de evasores de capital de los gordos. Luego le perdonamos el cuarenta por ciento y arreando que es de interés público.

Escuché también que “necesitamos vender jugadores” para compensar las pérdidas y además se cuantifica (16 kilos). Y se me cayeron los palos del sombrajo.

Cierto es que el lenguaje agrede porque con “vender” personas uno rememora (por lecturas que no por vivencias) los tiempos de la esclavitud: fuerte, joven, dientes y sobacos sanos, apto para el trabajo más duro… una ganga.

Los esclavos que llegaban por vía marítima en las naves portuguesas traían marcas e hierros puestos por los mercaderes para que no pudieran escapar. Solían echarles argollas en los pies, en el cuello y en los brazos y los señalaban con marcas y pinturas. En ambos carrillos les ponían una S y un clavo -es decir, la palabra "esclavo"- para que todos supieran que era cautivo y no libre: "herrado en el rostro con una s y un clavo”. (ver Alma Mater Hispalense)

Curiosa historia de la marca y el clavo. Sin embargo, prefiero quedarme con el origen “eslavo” de la palabra y el Sacro Emperador Otón I el Grande. En cualquier caso y por asociación de ideas, la “S” (de Sevilla) la llevarán todos grabados en sus currículos (no pretendamos seguir siendo tan salvajes) cuando se comenta: “ex jugador del Sevilla” o “de la cantera del Sevilla” permanentemente y así que pasen muchos años.

Y uno que fisgonea por la Historia no puede evitar acordarse de Ruiz Sosa, Paco Gallego, Agüero, Simeone, Zamorano, Súker, Polster, Francisco, Ramos, Baptista, Keita, Alves… todos grandes jugadores que “vendimos” magníficamente y con buenos réditos, salvando las cuentas o engrosando las ya buenas (las menos por cierto).

Discursos recurrentes, discursos conocidos. Discursos tristes que regresan con todo el bagaje de los malos recuerdos de las épocas grises, como el día.

Hay que solucionar el tema de los Biris. Y como sigue siendo un día gris y las ideas vagan en ése limbo perdido de asociaciones imposibles e ingobernables, uno se pregunta ¿qué tribu es ésa? No se enfade nadie, por favor, pero en teniendo en cuenta que el fundador era de raza negra, cualquier cosa vale en la libertad prosística imaginativa sin ánimo de ofender, ni de lucro.

El caso es que la inmensa mayoría pide con insistencia una solución pactada al conflicto interno y que a pesar de las aparentes predisposiciones (que nadie duda), el caso es que estamos ya en diciembre y la herida sigue sangrante.

¿Firmamos tablas o abandonamos?

¡Qué gris! ¿Qué día más gris!

Cuidaros.

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