jueves, 22 de noviembre de 2012

LARGA DIGESTION

 

Saludos.

bebe-durmiendo1

¿Lo ven? Se acababa de trasegar dos pechos (cinco no procedería) completos de riquísima y nutritiva substancia blanca y duerme el sueño de los inocentes. Eso si, antes de caer de pleno en los brazos de mamá (Morfeo, el padre, contemplando embelesado), había soltado cinco regüelditos y derramado un  poquito de lactosa arrebujada con algo de líquido biliar.

Sigue así desde el domingo noche pasado y nada parece indicar que despierte antes del próximo, el día 25 sobre las siete de la tarde, clamando nuevo alimento con el potente vozarrón birirulento que le caracteriza. Sus papás tienen proyectado llevarlo fuera de excursión, al prado vicentino del

Calderón

Semana tranquila por tanto y que como dicen los papás y las mamás del muchachote (hay que ser políticamente correctos y mencionar a todos los progenitores y progenitoras ya que aunque solo tenga dos y si pretendemos usar el plural, te queda el escrito de escándalo, compañeros y compañeras, no vayamos a meter la gamba, viola incluida), debes dejarlo crecer a su ritmo para que luego te salga un Álvaro y la felicidad sea completa.

Tranquila, decía, porque apenas si escuché un cohete, dos o tres bocinazos a horas intempestivas y algún cántico arrebatador en la madrugada y que condené igualmente, recordando a los antepasados de los autores (porque yo estaba como el chavalín de la foto y debía madrugar mucho el lunes). No me imagino lo que hubiera sido el concierto de haberse dado otro resultado tal cual ocurrió la temporada pasada. Hay que reconocer que en celebraciones puntuales nos ganan aunque sean numéricamente menos, distanciadas en el tiempo y como viene ocurriendo desde hace más de un siglo.

[Véase la última Copa ganada por los de La Palmera y la que pasearon orgullosamente  durante semanas  por cualquiera fuese el sitio en que se reclamara su presencia. Yo pienso que se excedieron muchos pueblos pero también que tenían legítimo derecho al regocijo aunque, y mire usted por donde, ésa Copa yazca ahora depositada en otro Templo y ya haya sido perfectamente rehabilitada de roces, de golpes y de manchas lacrimales.]

Tranquila y digestiva, también, porque a pesar de todo y como corresponde a personas de bien (aún militando en el otro color de Sevilla), han venido a felicitarme algunos amigos, cosa que agradezco en lo que vale.

Aluvión de chistes (como no podía ser de otra forma), pero en general sin excesos que yo haya podido presenciar (haberlos hay en todas las parroquias), aunque en tono medio, sin estridencias, como queriendo cumplir con el guión de la guasa obligada y aparentando una normalidad acorde con el evento, la Historia y a pesar del adobo de los dígitos escandalosos que son, dicho sea de paso, el “tiro de gracia”. Puestos a comparar, un 5 a 1 es muchísimo más sugerente que un gol por debajo de la barrera en el último minuto y aunque ambas cosas duelan un montón.

Algo menos cómodo me sentí cuando casi todas las conversaciones giraron (y siguen girando) en torno a lo mal que lo hizo el Betis, el desconcierto táctico, los despistes y las des-calificaciones de los propios, todos los catorce participantes, y al organizador del desastre porque puestos a disparar, a lo que se menee ya que noventa minutos pueden desconfigurar al más sólido de los esquemas. Como en todas partes.

Menos cómodo porque de nuevo asistimos (mas de un siglo) a que perdió uno equipo. De la misma forma que hace unas semanas, el Real de Madrí perdió en el Sánchez-Pizjuan y las portadas se “acolapsaron” con el desastre merengón capitalino. Ocurre cuando pretendes pegarte un festín de cien euros y te ponen media de mortadela y una copita afluente del Duero.

Falló el Madrí, falló el Betis y poco sobre quien los sometió a la disciplina, a la dolorosa disciplina de pasar por las Horcas Caudinas. Como siempre.

No es oro todo lo que reluce: en Bilbao, por ejemplo, hicimos el ridículo mas espantoso cuando la realidad es que los de San Mamés (el viejo todavía), nos vapulearon a modo y manera porque pusieron más ilusión, fuerza y ganas. Punto. Y ello en sabiendo que eran (a priori) mucho menos equipo que el nuestro. Siendo así y en el legítimo derecho (imitando el ejemplo de los demás), hubiéramos podido decir que falló el Sevilla, el Grande, el que tenía todas las papeletas.

Pero las pasiones son incontrolables. Vemos a nuestro Equipo ganar y lo vemos perder y no importa lo que haga el otro porque el modelo, la referencia y el patrón son los nuestros, lo que hacemos o lo que dejamos de hacer. Hoy héroes, mañana villanos, pasado paladines.

¿Quién entiende esto?

Es la magia de los sentimientos de las pasiones semanales, del instante. De vivir el momento y disfrutarlo como si el mundo hubiera de acabarse mañana.

Es el Fútbol.

Cuidaros.

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