EL CASO DE MADAME MARTA

 

Saludos.

En las últimas décadas del siglo XIX, un notable inventor musical, Gustave Auguste Besson, vendía como rosquillas instrumentos de viento para orquestas y especialmente la corneta, fruto de su propia iniciativa y muy alabado instrumento entre los especialistas.

La compañía permanece aún como una industria de renombre y reputación entre los maestros del noble arte de hacernos pasar ratos agradables a través de los oídos.

Pero hoy no hablaré de música aunque lo parezca.

La historia comienza en 1895 en Sevilla, cuando los periódicos lanzan una noticia aparentemente poco relevante pero que muestra a las claras que el sensacionalismo nació justo con el primer cronista, cuando impresionaba su mano con humo en la pared de una cueva o cuando tallaba símbolos en las piedras a golpe de cincel.

Madame Besson era la rica heredera del negocio familiar de D. Gustave Auguste y había matrimoniado con Adolphe Fontaine en 1880, extendiendo sus establecimientos a Francia, con casas en ambos lados del Canal. Sin embargo y a pesar de la insistencia de los periodistas, se llamaba en realidad Marthe Josephine Besson. Madame Marta.

Llega a Sevilla, como podemos leer, huyendo del Sr. Fontaine y acompañada de su hija Adele…

… y de un joven desconocido que recibe “préstamos” cuantiosos (para la época) y con justificantes cuando menos extraños.

En palabras del vicecónsul Mr. Edward F. Johnston…

…un “amigo que la acompaña hasta dejarla instalada”. Ya ven la capacidad que han tenido siempre los diplomáticos de camuflar las realidades con palabras finas.

Madame Marta trae una larga lista de residencias y huidas precipitadas por toda Europa: Bélgica, Holanda, Portugal, Málaga y Sevilla, perseguida siempre por el Sr. Fontaine y con una serie de denuncias maritales a sus espaldas. Y en Sevilla se produce el desenlace final. Sevilla tuvo que ser.

Pero Madame Marta debe llevarlo todo bien atado y documentado porque sale siempre indemne. Veamos cómo va su estancia en Sevilla porque no dejan de aparecer nuevos y sorprendentes datos:

Ya conocemos la identidad del “amigo”, el Sr. Alcaraz. Y tal cual cuenta el periodista, parece una novela de suspense, no exenta de humor, con robos de correspondencia, peleas e insultos en la calle y todo aún por decidir. Madame Marta sigue convenciendo a las autoridades y periodistas de ser víctima del celoso marido y proclamando la falsedad de las denuncias.

Tres días más tarde, se acumulan incidentes...

…intervienen abogados, representantes consulares y un juez y el “circo” a las puertas del hotel donde los curiosos asisten al extraño y divertido espectáculo en tres idiomas. No tenemos noticias de los comentarios de los espectadores, pero apuesto a que en conociendo a los sevillanos, el caso debió haber sido tratado y filosofado en las tabernas con la profundidad y con el respeto debidos que nos caracteriza.

No hay más. Dejemos las conclusiones en el final del marido celoso.

Y en Madame Marta.

El Sr. Alcaraz, como vemos, se largó de rositas.

Y las “últimas noticias”.

Otro día, cuando tenga más tiempo, intentaré conocer el final de la historia en el Reino Unido. De momento, nos quedamos con la última residencia de Madame Marta en un mausoleo londinense.

Cuidaros.