Saludos.
“Gestión o resolución de un asunto, especialmente por la vía diplomática: negociación del acuerdo de paz (Espasa Calpe)”
Es una de las definiciones que ofrece la RAE para explicar la “negociación” y es la que conviene a nuestros propósitos. Pero sigamos ampliando los términos y establezcamos las bases para ésa negociación. Todo, por supuesto, en sentido figurado porque el que suscribe no posee los elementos, las claves ni los datos suficientes y necesarios para aventurarse mas allá del mundo hipotético aunque, como decía aquel, si algo puede suceder, sucederá.
No obstante lo anterior, el que suscribe es, sobre todo, curioso y observa, piensa, deduce, se hace preguntas a sí mismo y, pecado final, vierte los resultados en éste blog (todos tenemos taras congénitas) . Las preguntas a uno mismo, advierto, tienen respuestas tan parciales y subjetivas que pueden ocasionar desde carcajadas sonoras (del lector), hasta accesos vomitivos (del lector). Aún a riesgo de ello y de los anónimos (se le esperaba, Sr. Oculto, y gracias por visitarme habiendo, como hay, tantas otras cosas importantes que hacer. No merezco semejante honor a pesar de que es tan previsible que habremos de rebajar considerablemente su nivel intelectual por mucho que nos duela), oso plasmar mis inquietudes. Sea lo que tenga que ser…
Desvarío. Volvamos a los inicios. Imaginen una mesa de negociación (habrán estado en alguna, habrán leído algo o lo habrán visto en cualquier película). Una sala amplia, una mesa larga, sillas suficientes alrededor… Suelen ser lugares tranquilos, a veces música suave, paredes de tonos medios, sin estridencias… Muy limpias e, incluso, aditamentos tales que botellitas de agua, vasos y útiles para anotar.
Llegan los emplazados (porque previamente se hizo el trabajo necesario para que acudieran las partes y hubo consenso). En general y en función de la importancia de lo que se vaya a tratar, esas partes acuden en grupo. A partir de un cierto nivel, lo normal es que capitanee la expedición el máximo responsable con sus asesores y expertos, todos avisados para obtener el mejor rendimiento posible para su causa. Hay, siempre, una preparación previa, análisis y proyecciones para que la negociación se conduzca en la forma que cada cual desea y alcance los objetivos marcados.
Pero dejémonos de rodeos y vayamos a un caso práctico (vuelvo a advertir que es solo una hipótesis):
Se citaron Del Nido, Castro y Vizcaíno de un lado, con los representantes de los Biris por otro. Se había elegido un “terreno neutral” para evitar suspicacias y a la hora acordada, allí estaban. Todos habían entendido la gravedad de los hechos recientes y todos habían apostado por “negociar” una salida digna que, pensando en el Club, mejor conviniera.
Entran los tres representantes del Consejo de Administración de la Sociedad Anónima Deportiva Sevilla Football Club citados. Permanecen de pie a la espera de los otros para las formalidades de rigor porque lo cortés no quita lo valiente.
Un rato, media hora, una hora… Una secretaría (monísima por cierto y perdonen el ramalazo de machismo), entra arrebolada y comenta:
-Disculpen… es que los representantes de los Biris no llegan y no hay manera de contactar con ellos…
Nunca llegarían.
Dejemos ya las hipótesis y hablemos en plata, volvamos a la realidad:
¿Quiénes son los Biris?
No es una Asociación o Peña que sepamos. No tienen constitución legal que sepamos. No tienen interlocutores reconocidos que sepamos… ¿Significa eso que no existen?
De ningunas de las maneras. Si en algo destacan (léase esto, por ejemplo) es por ser la banda sonora del Ramón Sánchez Pizjuan y desde hace muchas décadas. Sería impensable que en nuestro Estadio asistiéramos a un partido sin la incesante animación de los Biris, sin su aliento, sin sus cánticos sin fin, sin su apoyo constante a todos y cada uno de los que abajo, en el césped, portan el glorioso estandarte del Escudo y los Colores. Y sin sus críticas aunque hayamos tantos tan desorientados. Impensable.
Pero los Biris no tienen cabezas visibles públicas (que sepamos) y puede resultar harto complicado negociar con los invisibles.
Siendo así, observemos desde otra perspectiva:
¿A quién ha estado subvencionando el Sevilla? ¿A quién estuvo cediendo instalaciones dentro del Estadio para almacenar sus tifos, bombos y megáfonos? ¿A quién pagó los desplazamientos baratos a otros campos?
¿No eran personas físicas? ¿Se ha estado proporcionando medios materiales a… quién?
¿Por qué se mantuvo ése régimen de tutela cuando los más descerebrados organizaban, permanentemente y desde los principios de su existencia, altercados con otras aficiones? ¿Por qué nadie les dijo que las bengalas son, indefectiblemente, sanciones para el Club? ¿Nadie les advirtió que los insultos nos rebajan como afición, como personas, como sevillistas?
¿Entonces eran de los nuestros y ahora no?
¿A nadie se le cayó la cara de vergüenza al ver a unos cientos de sevillistas teniendo que ser escoltados por ingente dotación de policías para poder acudir al estadio de la carretera de Cádiz? ¿Nadie puso en grito en el cielo cuando vimos las imágenes donde apaleaban a seguidores del Atl. de Madrid? ¿Quién estuvo orgulloso de eso?
¡Tantas preguntas…!
La mayoría pacífica, la mayoría sevillista, la que acude a ver a su Equipo, la que anda desorientada y en confusión (gracias Rafael por poner letras a los sentimientos), la que solo desea disfrutar con sus Colores, con sus Jugadores y con sus Triunfos, reclama paz, acuerdos, negociación…
¿Con quién se negocia?
¿Se hicieron todos los esfuerzos previos antes de organizar el concierto de restricciones que, desgraciadamente, afecta a más inocentes que culpables?
¿Por qué tantas vísceras aplicadas a las solución fácil, a la generalista, a la que por injusta resulta, definitivamente, contraproducente…?
…el que suscribe tiene, aún, otras cuantas decenas de preguntas sin resolver aunque sospeche las respuestas. El que suscribe es reo de sentimientos de sevillismo al que le vienen grandes los vericuetos de la alta afición. El que suscribe es demasiado inocente incluso para sí mismo.
El que suscribe espera de gentes más avezada respuestas convincentes.
El que suscribe tiene capacidad para entender lo entendible. Para lo demás, no.
Cuidaros.