viernes, 2 de marzo de 2012

LA GENERACION QUE MIRA AL SUELO

 

Saludos.

La frase no es mía. Pertenece a Enrique Gil Calvo.

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Gil Calvo es Profesor Titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y tiene un currículo que corta la respiración. Autor de casi veinte libros, colaboraciones y un sinfín de premios.

Nacido en Huesca en 1946. Pre­mio Extraordinario de Licen­ciatura en Sociología por la Univ. Com­plutense y Número Uno de la 1ª promoción. Doc­tor Summa Cum Laude en So­ciología por la Uni­v. Com­plutense. Profe­sor Titu­lar de Sociología en la Univ. Complutense, Facul­tad de Ciencias Políti­cas y Sociología, Departamento de Sociolo­gía I.

Gil Calvo no sería mi sociólogo de cabecera porque puede que yo me sienta más cómodo cerca de Noam Chomsky, por ejemplo, cuando decide que la Lingüística (campo en el que realizó brillantes estudios) debe quedar supeditada a otros intereses sociales y se zambulle en el compromiso político.

Sin embargo, deberemos admitir (si le hemos leído algo a Gil  Calvo o tenemos algún tipo de referencia de sus trabajos), que dice, a veces, cosas muy interesantes.

La frase que da título a éste artículo es una formidable descripción de la imagen que presentan los jóvenes de nuestros días y de una fuerza visual que apabulla.

JOVEN FONO-2

Soy usuario del Metro de Sevilla y lo utilizo varias veces por semana para acudir al lugar donde realizo una de las actividades de mi tiempo libre mas gratificantes, al Sánchez-Pizjuan. Voy, por ello, a disfrutar y eso me permite observar a las personas que me rodean con un cierto relajo que no tendría si, por ejemplo, fuese a trabajar porque cuando debo hacer eso, mi ánimo no es el mismo. Imagino, por tanto, que en el Metro los demás me observan a mi, por lo que admitiremos que el trato es justo aunque no les alabe el gusto.

Confieso que desde muy joven siempre fue un pasatiempo (observar a los demás, probablemente por haber sido siempre un chico tímido e introvertido) que me satisfizo sobremanera y que a la larga me proporcionó argumentos para fomentar mi ya  mas que desarrollada curiosidad natural.

Observo, miro, veo, oigo… imágenes, momentos, situaciones… todo lo que me pasa por mis retinas o por mis tímpanos queda conservado, documentado y guardado para su posterior uso o, llegado el caso, descarte. Es un poso en un pozo que nunca se llena. Y lo hago así siempre cualquiera sea la situación en que me encuentre.

Por eso, cuando escuché a Gil Calvo elaborar ésa fantástica descripción de un modelo de sociedad, se me vinieron a la memoria la infinidad de veces que he podido observar el acto de ver a una persona joven, teléfono en mano, mirando al suelo y tecleando mensajes.

Vayas donde vayas, mires donde mires, será complicado no contemplar a alguien con la cabeza inclinada y con el aparatito en las manos. En el Metro, en el trabajo, por la calle, en los trenes, en los autobuses… te rodean decenas, cientos de personas que miran al suelo, que se comunican entre sí sin que las distancias importen y en un asombroso intercambio de mensajes que igual no son capaces de elaborar de palabra.

Han creado, incluso, un lenguaje propio (el texto SMS) que amenaza con destruir, en muy poco tiempo, siglos de creación, conservación y desarrollo de la lengua escrita para cambiarla por otra de menos recursos, mas pobre, en una aplicación exacerbada e inconsciente del principio de la “economía del lenguaje”. Será, posiblemente, tan compleja como la anterior y obtendrá los mismos fines comunicativos, pero para los que no hemos nacido en los últimos años sino mucho antes (que sería sinónimo de viejos), los que pretendemos financiar nuestros discursos con fondo y forma, los que aún consideramos que una buena epístola tiene valores propios insustituibles, nos estamos quedando obsoletos y eso, seguramente y además de definitorio, no debe ser bueno.

Yo tengo un teléfono móvil, de penúltima generación (la ultima saldrá en horas y enseguida estará superada por otra nueva, más completa, potente y compleja), con pantalla táctil, infinidad de aplicaciones que no uso e internet y además y sorprendentemente, se puede hablar con él.

Soy, además, un cliente pésimo para las compañías porque mi registro de llamadas (emitidas o recibidas y en absoluto sea por tacañería), malamente cubre el mínimo mensual fijo contratado. Y soy, también y como decía antes, un apasionado de la observación del mundo que me rodea. El teléfono, por tanto, me hurta ésa posibilidad y se convertiría, si hiciera el mismo uso extensivo de los que miran al suelo por diversión, en un elemento distorsionante que no estoy dispuesto a permitir.

Y es que los ideólogos del consumo, apartado telefonía móvil, se han convertido en las puntas de lanza de una industria que parece nunca tocará techo. Los aparatos que ofrecen cada día a los clientes son, sencillamente, auténticas maravillas de la tecnología de las comunicaciones, de la imagen, de la micro técnica y de la capacidad de extraer el mayor rendimiento de las fuentes más pequeñas.

Son tan atractivos que a nadie debe extrañar que las generaciones formadas en la sociedad de las pantallas (televisión, ordenador, tabletas y teléfonos) la “Screen Generation”, terminen perfectamente idiotizadas (con perdón) porque si no lo ven en algunas de esas pantallas suyas, el mundo no existe.

Y a mi me parece triste que todo el mundo mire al suelo en una cuasi pose de sumisión insoportable. Y los jóvenes, mas.

Cuidaros.

6 comentarios:

Terenti dijo...

Conste en primer lugar que le escribo desde el móvil, y aunque no suelo usar el lenguaje SMS, da igual puesto que ya se encargará el dichoso corrector ortográfico de hacer de las suyas. El caso es que me parece muy acertado lo que dice.

Hace 25 años, había lo que posteriormente se dio en llamar tribus urbanas (lolailos, heavies, pijos, mohs, punkies, skin heads, skin reds...). Independiente de la repulsión que la mayoría de ellas causaba, todas tenían algún tipo de ideario político y social. Hoy no queda nada de aquello, aunque seguro que a este paso volverá. Ya estamos viendo los primeros ejemplos.

Necesitamos una juventud informada y comprometida, pero o la han aburrido o se aburren ellos solos. En fin, ésto da para un buen café. Algún día.

Por cierto, magnífica elección la de Chomsky.

Un saludo.

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

Es curioso, D. Terentísimo, que las generaciones mejor formadas de nuestra historia hayan sido tan fácilmente separadas de los intereses más importantes de la sociedad.

Y aunque parezca una contradicción, el "estado del bienestar" produce individuos superficiales, dóciles y manejables.

¿Quién define el límite del bienestar?

¿Será necesario que nos lleven otra vez a la penuria para que reaccionemos?

Gracias, amigo.

Cuídate.

Flamenco Rojo dijo...

Visión de un hombre generación Gutemberg (papel-lápiz) a la generación tecnológica (ratón-teclado)...hay que ir pensando en pre-jubilar al lápiz compañero.

Un abrazo y cuídate tú también.

Rafael Sarmiento dijo...

En épocas más antiguas se procuraba mantener la incultura en la población para así hacerla más manejable. La Iglesia fue siempre el mayor cómplice de tal cosa.

Hoy día ocurre lo mismo en países sobre todo musulmanes. Consiguen, incluso, que las personas se suiciden a cambio de la promesa de la vida eterna. Y utilizan eso en sus cruzadas contra Occidente.

Y nosotros, los occidentales, nos jactamos de ser cultos y avanzados, pero en el fondo están haciéndonos los mismo que siempre, aun de otra forma. Consiguen tener idiotizada a la gente, y lo que es peor, haciéndoles creer que en verdad no es así. Convenciéndoles de que son ellos los que eligen su destino gracias a la libertad que les otorga la "democracia". Algo así como "El show de Truman", pero sin cámaras en directo.

No es nada nuevo, aunque se utilicen nuevas técnicas para perseguir el mismo objetivo.

Y dicho esto, esta noche me dejaré idiotizar por una cosa llamada fútbol que hace que no piense más de la cuenta en los verdaderos problemas de la sociedad.

Un saludo

Jose Manuel Ariza dijo...

Saludos.

D. Flamenco, compi, se queda corto. Algunos somos de la generación del cincel y la piedra. Luego recibimos alborozados el papiro y mas tarde y con la aparición del invento de Gutemberg, pensamos que habíamos llegado al cielo, al máximo.

Triste perspectiva porque cuando ya comenzamos a tener un dominio primario del ratón, aparecen los inventos de mano, los móviles y volvemos a mirar estupefactos.

D. Rafael, toda la Historia es compendio de las mejores formas y maneras de mantener determinados status. El progreso, el verdadero progreso, es permanecer dominando a pesar de que los dominados sean capaces de ser conscientes de sus realidades.

Esa es la verdadera revolución constante.

Por otro lado, me sumo a la clase idiotizada por el fútbol. Sin embargo, permítame que tome un poco de distancia para considerar que el fútbol solo me anestiese temporal y controladamente.

No es el leivmotiv de mi vida a pesar del peso específico que supone para mi.

Y es asumible en tanto no permitas que los árboles te tapen el bosque.

Gracias a todos.

Cuidaros.

P.D. ¡A por los colchoneros!

EL PAPI MAGASE dijo...

Ayer mismo subí un post con un video muy ilustrativo de esto que aqui comentas hoy,es penos,pero es real y preocupante ¿donde se quedan ya esos buenos dias que se daban por la calle a todos los que te encontrabas de mañana al ir al currelo? estamos quedandonos en esa edad de piedra que yo al menos no quiero dejar nunca,un abrazo hermano y a por los colchoneros y en pié en el minuto de nuestro Antonio.