domingo, 13 de marzo de 2011

ADIOS, LUIS

 

Saludos.

luis-fabiano

Se marchó Luis Fabiano, vuelve a su casa.

Deja en Sevilla seis años de gloria y seis de penas. Me quedo con las primeras.

Seis años en que soportamos doce (verano e invierno) amagos, declaraciones y pretensiones de marcharse, de mostrar “falsas” ofertas de otros clubes, de pretender ingresar en las nóminas de los gigantes del euro (sin conseguirlo) para “apretar” al Sevilla…

Doce entrevistas que luego hubo que desmentir, que matizar o negar para, una vez de regreso y sabido que seguía en plantilla, renovar su inquebrantable lealtad con el Equipo de Nervión.

Seis años de desesperación y de magia, de furia indolente o de maravillas impensables. Seis años de “pinzas” idas o implicación absoluta.

Infantil en casi todas las ocasiones, sus respuestas al compromiso contractual variaron en función del tiempo, de las bajas atmosféricas, de los muelles del colchón o de la mirada triste del jefe.

Partidos en que salió a devorar y otros en que un ladrillo bien acertado hubiera recibido el aplauso generalizado (es una forma de hablar, no confundan). Años en que nos preguntábamos que qué le habían visto al tipo ése (con más cara de marroquí que de brasileiro) para mantenerlo en la plantilla.

Me llegó a desesperar en muchas ocasiones y a maravillar en otras. Claros y oscuros. Grande, no obstante, cuando quería.

Pensemos: soy de extracción muy humilde de un país en que la pobreza (cada vez menos) es generalizada; el destino me ha dotado de unas cualidades excepcionales para un deporte que llevamos en la sangre desde el vientre materno; jugamos al ritmo nacional (samba); invadimos, porque tenemos la mayor cantera del planeta, todo el resto del mundo; no hay equipo importante (salvo contadísimas excepciones) que no tenga uno o varios de los nuestros en nómina; la vida de deportista de élite no suele alargarse más allá de los seis, ocho, diez años; tengo, por tanto, que ganar el máximo posible y voy a, sobre todo, Europa (donde se invierte más pasta en jugadores); me traigo de vuelta, cuando acabe, mejor veinte que quince; mi familia y varias generaciones posteriores (si no hago locuras) tienen el futuro asegurado…

Soy brasileiro y juego al fútbol.

¿Quién no haría lo mismo?

No les llaméis mercenarios. No lo son. Son como cualquiera (de poder hacerlo) y en cualquier trabajo. Hasta el más humilde de nosotros podemos cambiar para mejorar el salario. Eso hacen ellos.

Pero nos dejan momentos difíciles e instantes de gloria.

Por ello, Luis, yo te deseo larga vida. Y lo hago porque he podido verte jugar muchas veces y marcar goles maravillosos. Y olvidaré los malos momentos (¡tantos!) porque estás ya en la Historia de Mi Equipo.

Gracias.

Que te vaya bonito y vuelve alguna vez. Te daremos un aplauso descomunal, maravilloso mamón.

Cuídate.

2 comentarios:

Vademécum Sevillista dijo...

Lo suscribo absolutamente, querido amigo. Siempre he pensado que poniendo a todos los de la Generación del Centenario al cien por cien de sus cualidades, el mejor de todos ellos era Luis. No ha sido más porque no supo, pero gracias a esa cabeza infantil, hemos sido nosotros, y no otros,los que le hemos disfrutado. Por eso, y por un diabólico contrato que al final mereció la pena firmar. Podremos decir que le vimos jugar, como mis abuelos decían que vieron jugar a Campanal "el Gordo" o a Pepillo.

EL PAPI MAGASE dijo...

que arte eso de maravilloso mamón,lo has terminado de la forma que creo que esta afición lo terminaria,gran jugador se va,pero vendrán mas como este o mejores ¿verdad hermano? un abrazo.