viernes, 12 de febrero de 2010

EL DOLOR DEL PARTO

Saludos.

Cuentan las mujeres madres, las que han parido, que ésa experiencia es lo más grande, emocionante, feliz, doloroso y terrible de toda su existencia; que la llegada de la nueva criatura, por nadie sabe qué razón y que a mí se me escapa, debe pasar por un suplicio tremendo y sangriento que altera y condiciona todo el resto de su vida.
Algo así vivimos en Getafe y todo anuncia a que aún no ha terminado, que éstas son las penúltimas contracciones.
Lo de Madrid fue doloroso en grado sumo. Tremendo. Vergonzante incluso porque debería haber habido un mundo de diferencias entre éstas dos entidades.
Pero ésa nueva criatura anuncia su llegada y ello matiza el bochorno porque si aciertan en solo dos más de las andanadas que nos pegaron, hoy habría una revolución violenta en masa.
¿Debemos alegrarnos de llegar a otra nueva final?
Sin duda. Estamos eufóricos porque el parón de dos años nos estaba sentando mal. Muy mal.
Pero el parto es letal.
Son dos años y medio de buscar, indagar, investigar, ver, mirar, deducir... un esquema, un sistema, unas señas de identidad en mi Equipo y no doy con ellas. Y como no me considero tan torpe como para no advertirlo en tantos partidos, debo concluir que es que no hay.
En Psicología se estudia que lo milagroso es que la criatura salga bien porque las probabilidades de que algo interfiera y estropee el proceso son tan altas que nadie consigue explicar que la especie siga reproduciéndose, aceptablemente, sin parar.
Decía el catedrático que su única explicación era la suerte -encongiéndose de hombros y dejando a la imaginación y creencias de cada cual la causa subjetiva del fenómeno-.
El elemento sorpresa, la táctica secreta de nuestro Equipo es la suerte.
Un portero fantástico y hasta ocho elementos defensivos incorporados, en dos años y medio, frente a uno creativo puro y dos atacantes.
Son datos estadísticos.
Y en todo éste tiempo y en la mayor parte de los partidos, salen destacados los chavales de ésa demarcación, de la de atrás, e insistimos en no querer ver las señales de humo ni en haber aprendido que la época más brillante de nuestra Historia, el bienio mágico, se produjo porque todo estaba configurado para el ataque. Sin ambages.
Y alquien debería explicar quién y porqué desmanteló aquella máquina de golear para transformarla en una paredón, en un frontón.
Éste pase a la final tiene doble valor y una explicación lógica:
Tal cual vemos la marcha del Equipo en éstos dos años y medio, que se nos ponga a tiro un trofeo es una tabla de salvación para la propia afición y sobre todo, para el técnico. La indigestión de haber conseguido tantas cosas en tan poco tiempo, dió paso a la sequía y los estómagos se nos estaban revelando a pesar de la "venta" de éxitos -relativos-.
Por eso, recordar las emociones del bienio, otra vez, tiene doble valor porque la confianza en las posibilidades no es, precisamente, el fuerte de la afición. Una afición disconforme que crece cada día y que pide, reclama y exige modos y maneras de Equipo Grande, de pedir lo máximo y luchar por ello, de ser ambiciosos, parecerlo y demostrarlo.
Y la lógica nos dice que siendo la copa el título más a mano, hay que apostar por él porque para los premios gordos, los gordos de verdad, nos falta mucho aún y el sentimiento general, desgraciadamente, es que se alejan.
Se nos acusa, a los que pensamos que no tenemos el mejor técnico posible, de que pensemos, digamos y escribamos que los logros son de los jugadores y los errores del técnico.
Ante el Getafe, nos dieron la razón.
Sin contemplaciones.
Sin los Palop, Cala, Escudé, Adriano, Zokora, Navarro... hubiera sido un desastre lamentable. Y en ningún momento tuvimos la sensación de que podíamos hacer un gol porque no habíamos salido a hacer eso. Otra vez jugamos a no perder y la suerte, queramos o no, estuvo con nosotros.
Y aunque todo estaba configurado para que la final la hicieran dos equipos de Madrid, nuestro santo particular, San Andrés, estaba de nuestro lado.
Pero esto no ha acabado y queda el último apretón.
Y no nos hagamos muchas ilusiones porque alguien, en algún despacho oculto, mira hacia otro lado y hará lo que tenga que hacer.
Pero estamos ahí y podemos si queremos y si no olvidamos que esto es solo un premio menor para la mayoría y gigantesco para unos pocos.


Cuidaros.

3 comentarios:

Rafael Sarmiento dijo...

No puedo estar más de acuerdo. Con Jiménez me está pasando algo parecido que con Koné. Siempre he defendido a ambos con la esperanza de que el tiempo me diera la razón. Con Koné me tuve que tragar mis expectativas. Y con Jiménez algo de eso amenaza con empezar a ocurrir.

Yo soy de los que han defendido que el equipo no jugaba bien porque no estaban los mejores. Pero una cosa es no jugar bien, y otra el ridículo de Getafe. De los dos partidos contra el Getafe.

Estoy preocupado y confundido. Y, por supuesto, muy contento por llegar a la final. Pero la paciencia de cada uno tiene un límite. Estoy absolutamente en contra de los que pitan por pitar, pero que el equipo no juega a nada es un hecho incontestable. Y ya van dos años y medio.

Se acaban las excusas y las explicaciones. Y no sabes la rabia que me da, pero me temo que, como con Koné, con Jiménez también me tendré que tragar mis expectativas.

Espero que, al menos, sea viendo al equipo cumplir con sus objetivos, y con otro título en las vitrinas.

Un saludo

balonreondo.- Fran y ... dijo...

Creo que hay que contar con todos los factores para poder tomar decisiones. Y recordar el momento de elegir a Manolo Jiménez para técnico.
Y como lo recibieron desde el primer día.
En mi blog escribo sobre el tema.
Un saludo
Fran

juan antonio dijo...

Amigo José Manuel; un post magistral que comparto al 200%. Los de Renault echamos de menos tus sabios comentarios.Por si no lo sabes, nos hemos mudado de casa. Ahora volcamos nuestras frustaciones, alegrias y demás sentimientos en www.sevillismoymas.com
Un abrazo sevillista.