jueves, 23 de abril de 2009

UN DESCANSITO

Saludos.

Me tomo unas cortas vacaciones y marcho a descubrir mundo -que es una de las cosas más importantes para mí-.

Volveré a finales de la semana que viene.

Desde donde voy, el Sevilla tendrá mi apoyo incondicional para doblegar al polvo de estrellas y hacerles morder el polvo, el de tierra.

Sed buenos.

Cuidaros.

miércoles, 22 de abril de 2009

YO RENUNCIO






Saludos.

Yo renuncio a comentar más nada sobre nuestro equipo. Abandono.

Espearé al final de la Liga, esperaré a que pase lo que tenga que pasar y seguiré esperando que seamos MUY GRANDES -más de cincuenta años esperando y puedo seguir así algunos más-.

Este es mi blog personal, el de un sevillista, que cuelga comentarios de nuestro equipo y otras cosas.

Desde ahora y hasta que acabe el campeonato, solo habrá sitio para otras cosas, mis cosas, mis recuerdo, mis ideas y aquellas noticias o sucesos que me hagan reflexionar.

Nada más sobre el Sevilla. Nada.

Seguiré viendo los partidos y seguiré apoyando con todas las fibras de mi ser.

Pero no comentaré nada ni de los partidos, ni del juego, ni de Jiménez, ni de Del Nido...

Ya no.

Sufriré -o disfrutaré- en silencio.

A los anónimos del tipo que sean -pro, anti y solo por joder-: podéis iros a descansar porque ya no tendréis motivos para escribir insultos y barbaridades.

Nadie está obligado a entrar aquí, a leerme y aún así, os pido perdón a los amigos que, me consta, me visitáis de vez en cuando.

Quizá los temas que trate en adelante no os interesen. Lo entenderé. Pero como dije en otro momento, mi paciencia se agota.

Cuidaros.

EL CLUB PARASICOLOGICO

Saludos.

Durante unos cuantos años, de los muchos que pasé viviendo fuera de Sevilla, me sentí invadido de la pasión que se desató en España por los fenómenos paranormales.

Fueron tiempos de ovnis, telequinesias, psicofonías, ectoplasmas y ouija. Años de radio con Antonio José Alés y sus intrigantes "Alerta Ovni", de lecturas Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, cuando hacían divulgación científica, y de Erich Von Däniken y Lobsang Rampa.

Nos juntamos unos cuantos amigos, todos devotos de lo esotérico y decidimos crear nuestro Club Parasicológico.

Tuvimos la inmensa suerte de llegar a ésa actividad cuando ya éramos adultos y realizar nuestras investigaciones con el distanciamiento suficiente, con carácter "deportivo" y como un divertimento. Mera curiosidad que impidió que algunas de nuestras experiencias nos provocaran trastornos posteriores.

Conozco algún caso de personas, demasiado jóvenes, que siguen arrastrando traumas fruto de hipnosis o viajes astrales mal planteados y peor superados.

Pero nosotros solo éramos curiosos. Y era la moda. Y quisimos hablar con los marcianos y poseer el "tercer ojo".

Llegamos a conocer a Manuel Osuna, "Honest Man", el pionero de la ufología en España y gran maestro para todos los que un día decidimos surcar los cielos nocturnos en busca de intligencias superiores. Y el maestro nos dijo: "podréis investigar un día, un mes, diez años o toda la vida, como yo, que nunca pasaréis de rozar lo oculto con la punta de los dedos". Y así fué.

Pero volvamos a aquel pueblo donde unos amigos quisimos desvelar los secretos del cosmos.

Como grupo versátil, decidimos no limitarnos a una sola actividad y organizamos veladas de ouija, grabaciones de psicofonías, noches de avistamientos, fotografía en infrarrojo -porque los "iniciados" sabíamos que es la única película sensible a presencias extrañas- y charlas, larguísimas charlas para desentrañar los orígenes del universo, el sentido de la vida, los porqués del hombre, los dioses...

Tamaño despropósito, seguramente, solo consiguió enturbiar aún más nuestras mentes y producir lo que somos ahora.

O todo lo contrario.

Con la ouija llegamos a tener un dominio cierto y sometíamos al tablero a las más diversas, intrincadas y profundas preguntas que imaginarse pueda. Las respuestas, generalmente, nos dejaban confundidos -porque eran ininteligibles o no sabíamos interpretarlas-. A veces, por el contrario, intentábamos hacerle "trampas" formulándole preguntas de una obviedad insultante y jamás, jamás, logramos que fallara.

Un día le dimos una sesión de ovnis y tras más de media hora de torturas al vasito, nos "informó" que haríamos un avistamiento a un día y hora determinados. Dijo que veríamos una formación de nueve naves, en ala delta, dirección norte-sur.

Excitados, esperamos el momento y nos desplazamos a una zona alejada de la población, donde las luces no interfirieran la visión del cielo nocturno. Apenas quince minutos antes de la hora convenida, el cielo se cubrió de nubes y no se alejaron hasta pasada media hora del tiempo de la cita.

Hubo quien quiso partir el tablero. Otro se emborrachó allí mismo y todos, al unísino, nos cagamos en una larga seria de cosas durante mucho rato, a berrido limpio. Todas de muchísimo respeto.

Pero no siempre fracasamos. Antonio José Alés, a quien tuvimos el gusto de conocer y tratar en muchas ocasiones -veraneaba en la aldea de El Rocio-, organizó una "Alerta Ovni" cuyo centro de operaciones se fijó allí. Aunque no se notificaron avistamientos espectaculares, sí que pudimos observar una luz anaranjada, redonda como una pelota de tenis, que se desplazó en todo el arco nocturno, a baja altura y gran velocidad y sin sonido alguno.

Hay una medida para determinar el tamaño de los ovnis cuando se ven en los cielos: si estiras el brazo y levantas el pulgar, la uña será la referencia para comparar. Así, podremos decir que vimos un ovni que "medía" media uña. Luego, por trigonometría, se puede llegar a saber, con aproximación, el tamaño de lo observado.

La pelota anaranjada de aquella noche, "medía" casi una uña entera, lo que significaba que "aquello" era muy grande.

Una noche de avistamientos, nos instalamos en un paraje que los lugareños llaman "La Boca del Lobo". Es un sitio recóndito y como su nombre sugiere, oscuro. De una oscuridad intensa y obsesiva. Ideal para detectar luces no convencionales.

Íbamos cargados de los pertinentes prismáticos y cámara fotográficas cargadas con película infrarroja, unos bocadillos y agua. Estuvimos por allí unas horas mirando, observando y anotando todo lo que quiso dejarse ver. Y aunque no hubo eventos llamativos, ocurrió algo insólito: Cuando decidimos marcharnos, aún quedaban dos o tres fotos en mi cámara y decidí dispararlas para terminar el rollo. Enfoqué hacia los árboles en la distancia y disparé; luego hacia un descampado y la última, hacia las bolsas de los equipos que teníamos en el suelo.

Al revelarlar ése rollo, en ésa última foto, aparece una cara de facciones regulares y lo que parece una barba. Está algo difusa y no se aprecian con detalles los rasgos, pero sí puede notarse que tiene unos pabellones auriculares notables, cejas espesas y rostro fino y alargado.

En ésa época, ninguno del grupo usaba barba.

Otra noche, en mi casa, hicimos la enésima sesión de psicofonía. Tenía una azotea pequeña, dos plantas más arriba de donde vivía y aislada con las suficientes garantías como para grabar allí sin intereferencias.

Tomamos una grabadora, una cinta de 90 minutos nueva, virgen, el micrófono con más de dos metros de cable -es necesario no grabar cerca de la cassette porque el motor puede producir errorres y ruidos- y tras consignar la introducción pertinente -día, hora, lugar y número de psicofonía-, depositamos el micrófono en un cojín y dejamos que trabajara sola.

Pasado el tiempo, subimos a recoger el equipo. Rebobinamos, nos colocamos los auriculares, subimos el volúmen al máximo y le dimos al "play". Pasaron los minutos y nada extraño ocurría. Pero cuando llevábamos alrededor de ochenta minutos, comenzamos a escuchar un golpeteo rítmico que iba creciendo y creciendo hasta que lo identíficamos, fácilmente, con un corazón. Pero se habían grabado los cuatro golpes reales -sístole y diástole- y a tal volúmen que hubimos de regular la escucha.

Pasados unos minutos, fue decreciendo hasta desaparecer.

Aquello nos "mosqueó" un tanto y enseguida pensamos en que alguien se había subido allí, se había colocado en micro en el pecho y nos estaba gastando una broma.

Sin embargo y para mayor seguridad, intentamos grabarnos nuestros corazones... sin el menor éxito. Un micro de cassette no grabar un corazón desde fuera, desde el pecho. Y ni en sueños, los cuatro golpes.

La cinta se difundió a nivel nacional desde el programa de Antonio José Alés.

Un miembro del grupo era Félix, un amigo especialmente inquieto, impulsivo y fantasioso. Con frecuencia debíamos frenarle sus "ideas" de investigación porque proponía cosas imposibles. Una noche en que volvía con su novia desde la capital de la provincia, divisaron unas luces extrañas enmedio del campo.

Félix frenó de golpe, dejó el coche con la novia dentro en la carretera y se lanzó en carrera a "conocer" -comentó más tarde- a los extraterrestres. Uno minutos después, estuvo a punto se ser arrollado por una cosechadora que hacía horas extraordinarias.

Tuvimos momentos muy enriquecedores en nuestro Club Parasicológico, grandes fracasos, algunos aciertos y sobre todo, muchísimas charlas con gente animosa y curiosa. Amigos con los que, a veces, conseguimos explicaciones filosóficas rocambolescas y jamás logramos estrecharle la mano a un señor verde y decirle:
"bienvenido a la Tierra".

Cuidaros.

martes, 21 de abril de 2009

Y LOS SUEÑOS, CINE SON

Saludos.

Ayer volví a ver la película Casablanca y van... me sé los diálogos de memoria.

Sigue alucinándome lo que puede hacer un director hábil, Michael Curtiz, con cuatro perras y un guión cutre, rayano en lo pobrecito, pero con una magia que la convierten, para mí, en una de las más grandes obras del arte moderno.

Adoro el cine y mi relación con el celuloide es antigua y sólida. Para un crío con una mente llena de mundos posibles, el cine representaba la fuga de lo cotidiano, del gris ambiental de la dictadura y casi la única posibilidad de vivir otras realidades.

Y lo adoro todavía más porque desde los catorce a los diecisiete años, trabajé en una distribuidora de películas para Andalucía y tenía acceso a ver hasta dos sesiones gratis cada día.

Era, como veréis, un niño. Un niño con más imaginación que cuerpo y fantasía para dos cabezas y el cine, aquel rectángulo luminoso de grandes proporciones, me surtía de las sensaciones que la vida de entonces me hurtaba.

En aquella empresa teníamos un laboratorio donde se revisaban los rollos, se corregían defectos -casi todos los proyectores ocasionaban rayados y cortes-, se recibían las nuevas y se enviaban a los locales andaluces -llegué a saberme los nombres de todos los cines de nuestra tierra-.

Teníamos dos chicas que las manipulaban. Sobre una mesa amplia, dos soportes metálicos verticales donde se colocaban los rollos y con una manivela, pasaban de uno, el lleno, al otro, vacío. Angelita, que tuvo la grandeza de dejar que me hiciera su amigo -la primera persona que me llamó, cariñosamente, "Pepito" y que supuso un pequeño choque para mí, llamado siempre Jóse en casa-, iba mirando la cinta y cuando detectaba algún fallo, cortaba la parte dañada, raspaba un poco los bordes y aplicando acetona y un artilugio de presión, en unos segundos, volvía a pegarla.

Comprenderéis que cuando una película ya llevaba algún tiempo rodando, los cortes y saltos de escenas llegaban a inutilizarla, por lo que había que sacar otra copia del almacén.

Cuando se recibía una película nueva, venía acompañada de un cartón grande, rojo, de la Censura. Allí se especificaba qué escenas había que suprimir. Y Angelita, cumpliendo rigurosamente lo que ordenaba la autoridad, suprimía lo que hubiera que suprimir.

Pero iba tirando ésos trozos en una caja de cartón y regularmente, me regalaba aquellos fotogramas que recogían momentos que jamás se vieron en nuestras pantallas. Era desnudos, semi desnudos, piernas, pechos... Una joya para un adolescente.

En casa teníamos un proyector de 8 milímetros y yo conseguía manipular los fotogramas -de 35- de tal forma que lograba ver ésos tesoros. Imaginaros las consecuencias de aquello a ésas edades.

Hace unos años ví Cinema Paradiso y lloré. Lloré recordando mi vida y mi relación con el cine. Lloré porque a pesar de las triquiñuelas para escapar de la rigidez social, reviví la misma impotencia ante la mojigatería de la que no fuí consciente siendo niño.

De la misma forma y cuando de adulto fuí consciente de lo que los doblajes habían hecho con mis adoradas películas, sentí furia. Una furia sorda y peligrosa, desesperante, porque no habrá jamás justicia suficiente para explicar la castración social de varias generaciones. Y no habrá nunca razón que acredite el daño que la religión oficial nos hizo.

También trabajaba Ana Mari, secretaria del jefe. Un morenaza espectacular que se me antojaba actriz sin suerte, sin haber tenido alguna posibilidad, aunque la realidad era muy otra. Era, sencillamente, una secretaria. Pero mi cabeza creaba mundos.

Ana Mari, que también me premió son su amistad -incluso con su defensa cuando mi inexperiencia me ponía a los pies de mi jefe-, me regaló un día un beso "de película". Un beso que sigo llevando guardado en mi corazón porque por aquel entonces, Ana Mari era para mí LA BELLEZA en una mujer.

Y nuestros dos vendedores, nuestros "comerciales". Dos tipos que se recorrían Andalucía dos veces al año e iban vendiendo lotes de películas a los cines. Por supuesto, en el lote cabían algunas buenas y varias malas. Y su trabajo consistía en entremezclarlas sabiamente, es decir, contando los argumentos con tanta ficción como para hacer "picar" al comprador. Luego verían que eran, sencillamente, bodrios.

Uno de ellos, Alberto, tenía todo el aspecto físico de Miguel de la Quadra Salcedo y al igual que con Ana Mari, yo pensaba que había sido actor, en otra época, porque ya tenía algunos años. Tampoco aquí acerté pero yo me lo pasaba muy bien imaginando.

Cuando regresaban los vendedores, era los momentos de mayor trabajo porque había que programar las fechas para que los rollos estuvieran en los cines en las fechas establecidas y todo el soporte administrativo que suponía.

Y el contable, Alfonso, al que robaba cigarrillos a escondida, sin tregua y porque me caía mal y porque me pagaba muy poco.

Y Manolo, el jefe directo, el que me hartaba de trabajo mientras charlaba por teléfono, se iba a tomar café dos horas o tenía "reuniones" con los dueños de los cines de Sevilla. Mientras, yo debía atender el negocio solo.

A los diecisite, me fuí a la mili y mi vida tomó otros caminos.

Pero el cine sigue haciéndome soñar con la misma fuerza, la misma intensidad que entonces y sigue llenando mi cabeza de las mismas sensaciones de cuando era un niño curioso.

Cuidaros.

EL TRAMO FINAL

Saludos.

Dos días después del espectáculo de Mestalla y tras haberme leído mil opiniones a favor y en contra de lo ocurrido -porque no pude ver el partido en directo y he tenido que verlo después-, concluyo con unas cuantas consideraciones.

En efecto, debo darle la razón a Del Nido porque el partido lo perdimos nosotros con nuestros fallos y errores puntuales y con dejarle el balón al Valencia. Otra vez el pasito atrás. Otra vez dejamos escapar con vida a un enemigo herido.

Pero no solo eso.

El árbitro, ése energúmeno que nos ha machacado siempre, fué designado por el Colegio para dirigir éste partido. La historia de Bernardino con el Sevilla no es nueva y hay pruebas de que es el equipo más castigado por éste tipo de toda la Liga. Ignoro si hay alguna cuestión personal en ello -algunos apuntan a vínculos familiares con béticos, lo que no me parece una causa suficiente habida cuenta de lo que nos jugamos cada semana-, pero lo cierto es que se le escoge, de todos los posibles, para pitarnos sabiendo que hará una demostración de inquina a base de tarjetas.

Porque se sabía, lo sabíamos y lo sabían y por eso estaba él y no otro.

Las razones para elegirlo se me escapan, pero resulta que es colocado, sabiamente, en un momento clave para la clasificación definitiva. Y para los dos próximos, otros dos ejemplares de árbitros de bajo nivel, por decir algo, y filiaciones conocidas.

Todos contra el Sevilla, en momentos clave, repito, y otros dos cuando jugamos contra los jefes del fútbol español. Elegidos desde la Federación.

A pesar de que se me pueda acusar de ver fantasmas, de persecusiones, no puedo evitar pensar que se van colocando éstos y no otros para ir minando, para hacer labor de zapa y no solo por los puntos en juego. Para ponernos "de los nervios" y desquiciarnos.

El Sevilla es un club molesto para los grandes porque, como bien apunta Ravesen en su excelente blog, representa una forma nueva, eficaz y modélica de gestionar un club. Y sin un presupuesto estrambótico, sin fichajes excéntricos y consolidando el club de manera contínua y sólida.

Como he dicho en otras ocasiones, en poco tiempo seremos los terceros en discordia y eso asusta.

Asusta a los poderosos -cómodamente instalados en sus negocios, en sus status y en su dominio estamental a todos los niveles-, que no se resignan a aceptarnos en el club de los selectos y ponen las trabas necesarias para evitarlo. Y los impedimentos, ésas trabas, comienzan en los medios que sabiamente manejan en todos los campos posibles, acosan sin tapujos, sin pudor y con ánimo, exclusivo, de dividir a la afición, al Club. Siguen con el sistema de fichajes, las sanciones recurridas y termina en la selección parcialísima, exquisita, de los árbitros.

Y quien me llame visionario, puede repasar las estadísticas y que me diga cuándo uno de los grandes ha sufrido algún castigo semejante a lo que Bernardino nos ha perpetrado en varias ocasiones.

¿Os imagináis un Valencia-Madrid o Valencia-Barcelona con el mismo tarjetero que el del domingo pasado? ¿A que no? Impensable. Imposible.

Y si alguna vez algún árbitro se despista y pita lo que vé, se le encierra en la nevera un par de meses.

Y si es al contrario, también, pero los puntos se los queda el Madrid o el Barça.

Pues al Sevilla, cuando cada punto vale el doble, cuando llegan los momentos decisivos de la competición, se nos ponen en fila toda la flor y nata del arbitraje y en la etapa de mayor crudeza, contra los grandes. Y el Valencia, detrás nuestro.

El mismo Valencia que casi con seguridad, tendrá que dejar salir a Villa, Silva, Mata, Pablo Hernández, Joaquín... hacia mejores destinos y para poder recomponer su caja. ¿El precio es que se quede en Champions el año que viene? ¿A costa de lo que sea? ¿Que pague el Sevilla ése supuesto pacto?

Porque si mi teoría es cierta, veremos más arbitrajes "raros" a favor de los de Mestalla en lo que queda por jugar. Y de algún otro por debajo. Démosnos tiempo.

Y veremos cómo se protejen los dos de arriba, frenando al único equipo que hoy, en España, puede hacerles frente. Y al único Club con la progresión necesaria para obligarles a repartir el espacio de la cúspide.

Y los arbitrajes "raros", contínuos, persiguen sabotear. Y desesperan y ponen nerviosos. Y lo hacen durante un partido y durante una fase de la Liga. Minan. Minan. Minan.

Todo dirigido desde arriba, desde los centros de poder.

Sigo sin ver claro que juguemos Champions y ni siquiera con liguilla previa porque no estamos dando la talla y no nos van a dejar. Fallamos en los momentos cruciales y tenemos que acarrear los arbitrajes en silencio, sin levantar la voz.

Tantos años de maltrato arbitral, federativo y económico me hacen sentirme pesimista y no puedo evitarlo porque la historia, si algo bueno tiene, es la capacidad de recordad cómo se nos hurtan ligas y puestos de champions.

La memoria.

Cuidaros.

lunes, 20 de abril de 2009

¿QUIEN VOTÓ A VILLAR?

Saludos.

El 24 de noviembre del pasado año, la Real Federación Española de Fúrgol celebró elecciones a la presidencia. El Sr. Villar las ganó obteniendo 144 votos -de los 165 presentes-, es decir, el 87%.

El Sr. Villar lleva en el cargo desde 1988 y deberá estar hasta 2012.

Es poseedor de las condecoraciones:

  • Real Órden del Mérito Deportivo, en su categoría de Medalla de Oro, del Gobierno de España.
  • Gran Collar Extraordinario de la Orden de Honor al Mérito del Fútbol Suramericano.
  • Distinciones varias de Federaciones de Ámbito Autonómico y de Clubes españoles.
Ha ostentado y ostenta los siguientes cargos en UEFA:

  • Desde 1992 : Miembro del Comité Ejecutivo y Vicepresidente (2000)
  • 1992 - 2000: Presidente de la Comisión de Fútbol Sala.
  • 1992 - 2000: Vicepresidente de la Comisión del Campeonato de Europa.
  • 1992 - 1997: Miembro del Comité Ejecutivo en la Comisión de Expertos sobre Transferencias.
  • 1992 - 1996: Presidente de la Comisión para Agentes Licenciados.
  • 1992 - 1996: Miembro de la Comisión del Campeonato de Europa Sub - 21.
  • 1994 - 2000: Presidente de la Comisión para el Desarrollo Técnico y Comisión JIRA.
  • Desde 1998 : Miembro de UEFA en el Comité Ejecutivo de FIFA.
  • Desde 2002 : Vicepresidente 3º.
  • Desde 2002 : Miembro del Comité Ejecutivo en el Proyecto Meridian.
  • Desde 2003: Presidente del Grupo de Trabajo para el Desarrollo del Fútbol.
  • Desde 2007: Presidente de la Comisión de Árbitros.
  • Desde 2007: Miembro del Consejo Estratégico del Fútbol Profesional.
  • Desde 2007: Presidente Adjunto de la Comisión Jurídica.
  • Desde 2007: Miembro del Foro Estratégico del Fútbol Profesional Europeo.
Y en Fifa:

  • 1993 - 1994: Miembro de la Comisión Técnica.
  • Desde 1995: Miembro de las Comisiones Organizadoras de las Copa del Mundo Francia 98, Corea y Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010.
  • Desde 1998: Miembro del Comité Ejecutivo, en representación de UEFA
  • Desde 1998: Presidente de la Comisión de Fútbol
  • 1998 - 2002: Miembro de la Comisión de Árbitros
  • 1998 - 2002: Vicepresidente de la Comisión Técnica
  • 2000 - 2002: Miembro del Buró Goal
  • Desde 2002: Vicepresidente
  • Desde 2002: Presidente de la Comisión de Árbitros
  • Desde 2002: Vicepresidente de la Comisión para Asuntos Legales
  • Desde 2007: Asesor especial de la Comisión Estratégica
El Sr. Angel María Villar, como veréis, está bastante bien enquistado en todo los órganos importantes de la trama mundial del fúrgol.

Éste Sr. Villar que, como digo, preside la Federación Española y dentro de ésta, en sus órganos, está el Comité Técnico de Árbitros.

Sin hacer un gran esfuerzo, podemos deducir que el control arbitral lo tiene, directamente, el Sr. Villar. Y el Sr. Villar es el mismo que dijo, textualmente, que "no se cerraba el campo del Barça porque él no quería". Afectado primero, el Sevilla.

No obstante y desde entonces, los cierres no se producen con tanta facilidad como cuando nos tocaba a nosotros y prefieren, magníficos administradores, multar económicamente a los equipos. Con ésos dineros, por ejemplo, se permiten vidas regaladas de altísimo standing.

El Sr. Villar es un perro agradecido. Agradecido porque lo mantienen ahí unos pocos clubes -los que gobiernan la Liga- y él les devuelve el favor administrando contra cualquiera que ose toserle a los poderosos. Y todos ganan.

Pues el Sr. Villar, ése que gestiona el fúrgol español, el que designa los árbitros que machacan a dieciocho equipos de la Liga BBVA, gana las elecciones con abrumadora mayoría.

¿Es masoquismo? ¿Hay otros intereses ocultos? ¿Qué intereses?

No se explica que dieciocho equipos graznen domingo sí, domingo también de los árbitros, los que designa Villar y su amigo y subalterno Victoriano Sánchez Arminio, y cuando llegan las elecciones, arrase.

No es lógico.

¿O sí?

¿Qué intereses ocultos permiten que se legisle a favor de dos y en contra de dieciocho y que, sorprendentemente, gane las elecciones año tras año, por mayoría y sin oposición?

¿Porqué el Sevilla, uno de los equipos más perjudicados de la Liga, sigue sin levantar la voz?

¿A quién votó el Sevilla en las elecciones del pasado 24 de noviembre?

Quizás puedan explicarnos porqué miles y miles de sevillistas de corazón, de carné y de sentimiento, deben ofuscarse casi cada partido y nadie, nadie, nos explique que hay un pacto para eso. Un pacto secreto de acatamiento y sumisión y por intereses inconfesables.

Cuidaros.

domingo, 19 de abril de 2009

ES, SENCILLAMENTE, MIEDO





Saludos.

Por razones familiares -venía conduciendo- , no he podido ver el partido y solo he escuchado algunas crónicas de después.

Pensando en el caso Bernardino, como en los tirillas que nos anuncian para el Madrid y el Barça, llego a la conclusión de que sencillamente nos temen.

Nos tienen miedo.

Esos grandísimos equipos, cargados de títulos y trofeos, Ligas y Champions, nos tienen pánico. Un terror que les atenaza y a pesar de sus millones, de sus estrellas, sus medios y ayudas oficiales, deben echar mano de toda triquiñuela posible para frenarnos.

Sea como sea, sí o sí, deben frenarnos porque nos los comemos en poco tiempo.

Pues no son tan grandes ni tan poderosos, ni tienen tanto señorío como se adjudican ellos mismos. Y no lo son porque en un once contra once, sin chanchullos, quizás les sacaríamos las vergüenzas. Y lo pasado en los últimos tiempos, poniéndoles las caras colaradas a ambos en más de una ocasión -como ya escribí en su momento-, nos está costando una factura cierta. Humillar a los ladinos tiene un coste.

De la manera que sea, con las armas que poseen -y las poseen todas-, nos destrozan impúdicamente, ante millones de testigos y ellos siguen ahí, arriba y ganando cosas. Y les importa bien poco que gritemos, que nos quejemos porque seguirán arriba y nosotros abajo.

Bernardino es solo la mano que sujeta la pistola. El cerebro está en Madrid y Barcelona, ambos los dos, y no consienten, no ceden y organizan lo que tengan que organizar porque nos tienen miedo.

Porque si los dos próximos partidos hubiésemos podido contar con todos nuestros efectivos y con unos árbitros justos y legales, puede que ni el Madrid ni el Barça salieran tan superiores como pretenden ser.

Nos tienen miedo.

Llevo años convencido de que tanto unos como otros, gobiernan la Federación y el Comité de Árbitros a su antojo, que son ellos los que dictan las normas y dirigen a quienes tienen que pitar aquí o allí, contra éste o aquel. Saben perfectamente a quién hay que frenar, de la forma que sea, y lo hacen.

Y lo hacen quitándote jugadores -doble daño porque te debilitan y ellos se refuerzan-; lo hacen permitiendo que los árbitros les juzguen a ellos con otro rasero que a los demás; lo hacen con los medios y con la Federación; lo hacen enviando a lacayos del poder para que te piten de una forma determinada y lo hacen, por fin, comprando lo que tengan que comprar, sin el menor atisbo de vergüenza.

¿Alguien habló de ética? ¿De honradez?

No hay tal en el fútbol, en la economía. Como en el amor y en la guerra, en éste deporte todo vale para ellos.

Sobre todo si te tienen miedo y cobardes como son, deben que usar todas las jugadas sucias posibles para ganarte. Cara a cara, límpiamente, no tienen lo que hay que tener, lo que se ufanan de tener porque les faltan los testículos suficientes.

Nos tienen miedo.

Cuidaros.

sábado, 18 de abril de 2009

Y LOS SUEÑOS, CINE SON

Saludos.

Ayer volví a ver la película Casablanca y van... me sé los diálogos de memoria.

Sigue alucinándome lo que puede hacer un director hábil, Michael Curtiz, con cuatro perras y un guión cutre, rayano en lo pobrecito, pero con una magia que la convierten, para mí, en una de las más grandes obras del arte moderno.

Adoro el cine y mi relación con el celuloide es antigua y sólida. Para un crío con una mente llena de mundos posibles, el cine representaba la fuga de lo cotidiano, del gris ambiental de la dictadura y casi la única posibilidad de vivir otras realidades.

Y lo adoro todavía más porque desde los catorce a los diecisiete años, trabajé en una distribuidora de películas para Andalucía y tenía acceso a ver hasta dos sesiones gratis cada día.

Era, como veréis, un niño. Un niño con más imaginación que cuerpo y fantasía para dos cabezas y el cine, aquel rectángulo luminoso de grandes proporciones, me surtía de las sensaciones que la vida de entonces me hurtaba.

En aquella empresa teníamos un laboratorio donde se revisaban los rollos, se corregían defectos -casi todas los proyectores ocasionaban rayados y cortes-, se recibían las nuevas y se enviaban a los locales andaluces -llegué a saberme los nombres de todos los cines de nuestra tierra-.

Teníamos dos chicas que las manipulaban. Sobre una mesa amplia, dos soportes metálicos verticales donde se colocaban los rollos y con una manivela, pasaban de uno, el lleno, al otro, vacío. Angelita, la que tuvo la grandeza de dejar que me hiciera su amiga -la primera persona que me llamó, cariñosamente, "Pepito" y que supuso un pequeño choque para mí, llamado siempre Jóse en casa-, iba mirando la cinta y cuando detectaba algún fallo, cortaba la parte dañada, raspaba un poco los bordes y aplicando acetona y un artilugio de presión, en unos segundos, volvía a pegarla.

Comprenderéis que cuando una película ya llevaba algún tiempo rodando, los cortes y saltos de escenas llegaban a inutilizarla, por lo que había que sacar otra copia del almacén.

Cuando se recibía una película nueva, venía acompañada de un cartón grande, rojo, de la Censura. Allí se especificaba qué escenas había que suprimir. Y Angelita, cumpliendo rigurosamente lo que ordenaba la autoridad, suprimía lo que hubiera que suprimir.

Pero iba tirando ésos trozos en una caja de cartón y regularmente, me regalaba aquellos fotogramas que recogían momentos que jamás se vieron en nuestras pantallas. Era desnudos, semi desnudos, piernas, pechos... Una joya para un adolescente.

En casa teníamos un proyector de 8 milímetros y yo conseguía manipular los fotogramas -de 35- de tal forma que lograba ver ésos tesoros. Imaginaros las consecuencias de aquello a ésas edades.

Hace unos años ví Cinema Paradiso y lloré. Lloré recordando mi vida y mi relación con el cine. Lloré porque a pesar de las triquiñuelas para escapar de la rigidez social, reviví la misma impotencia ante la mojigatería de la que no fuí consciente siendo niño.

De la misma forma y cuando de adulto fuí consciente de lo que los doblajes habían hecho con mis adoradas películas, sentí furia. Una furia sorda y peligrosa, desesperante, porque no habrá jamás justicia suficiente para explicar la castración social de varias generaciones. Y no habrá nunca nada razón que acredite el daño que la religión oficial nos hizo.

También trabajaba Ana Mari, secretaria del jefe. Un morenaza espectacular que se me antojaba actriz sin suerte, sin haber tenido alguna posibilidad, aunque la realidad era muy otra. Era, sencillamente, una secretaria. Pero mi cabeza creaba mundos.

Ana Mari, que también me premió son su amistad -incluso con su defensa cuando mi inexperiencia me ponía a los pies de mi jefe-, me regaló un día un beso "de película". Un beso que sigo llevando guardado en mi corazón porque por aquel entonces, Ana Mari era para mí LA BELLEZA en una mujer.

Y nuestros dos vendedores, nuestros "comerciales". Dos tipos que se recorrían Andalucía dos veces al año e iban vendiendo lotes de películas a los cines. Por supuesto, en el lote cabían algunas buenas y varias malas. Y su trabajo consistía en entremezclarlas sabiamente, es decir, contando los argumentos con tanta ficción como para hacer "picar" al comprador. Luego verían que eran, sencillamente, bodrios.

Uno de ellos, Alberto, tenía todo el aspecto físico de Miguel de la Quadra Salcedo y al igual que con Ana Mari, yo pensaba que había sido actor, en otra época, porque ya tenía algunos años. Tampoco aquí acerté pero yo me lo pasaba muy bien imaginando.

Cuando regresaban los vendedores, era los momentos de mayor trabajo porque había que programar las fechas para que los rollos estuvieran en los cines en las fechas establecidas y todo el soporte administrativo que suponía.

Y el contable, Alfonso, al que robaba cigarrillos a escondida, sin tregua y porque me caía mal y porque me pagaba muy poco.

Y Manolo, el jefe directo, el que me hartaba de trabajo mientras charlaba por teléfono, se iba a tomar café dos horas o tenía "reuniones" con los dueños de los cines de Sevilla. Mientras, yo debía atender el negocio solo.

A los diecisite, me fuí a la mili y mi vida tomó otros caminos.

Pero el cine sigue haciéndome soñar con la misma fuerza, la misma intensidad que entonces y sigue llenando mi cabeza de las mismas sensaciones de cuando era un niño curioso.

Cuidaros.

DEJEMOS LAS COMPONENDAS





Saludos.

Nosotros lo tenemos el doble de difícil que otros pocos.

No somos de Madrid ni de Barcelona; no tenemos seis o siete periódicos nacionales ni seis o siete televisiones ni radios ni "prisa" -solo para mover el balón-; ni guardamos un "as" en la "marca"; no tenemos gobierno de ninguna Federación ni de Comité alguno; no susurramos, en un despacho oscuro, lo de "por lo civil o por lo criminal" y "que parezca un accidente"...

Nosotros solo podemos ganar los partidos metiendo más goles que los otros.

Y nosotros llevamos décadas soportando a los árbitros como si de una enfermedad genética, de nacimiento, nos amargara la vida cada siete días. Una profunda jaqueca que solo se supera tomando un calmante el domingo siguiente y ganando.

Nos quedan 24 puntos que conquistar y debemos salir a por ellos.

Sin contemplaciones. Sin componendas. Sin aritmética.

El problema, la angustia, la tienen los que nos siguen porque hay tres o cuatro peleando por una plaza.

Nosotros a lo nuestro.

Y porque tenemos la suerte de que la cabeza, los grandes, ya está casi definida y salvo catástrofe natural de proporciones inimaginables, seremos terceros. Sí o sí.

¿Qué pasaría si estuviéramos a uno o dos puntos del Madrid? ¿O ellos de nosotros? Solo nos queda la esperanza de que el colchón que nos llevan sea suficiente para que la "cucamona" que nos hagan sea menor, en prevención de darles alcance y que solo debamos mirar para abajo, por donde pueden echarle una manita a otros y contra nosotros.

Por todo eso, debemos pensar que los 24 puntos que nos faltan sean nuestros. Y pelear por todos y cada uno de ellos.

Hacer cálculos no me sirve. No hay tema para mí porque podemos lograrlos. Podemos si queremos.

Cuidaros.

viernes, 17 de abril de 2009

UN NIÑO DE ENTONCES

Saludos.

Cuando yo era niño no había televisión.

Debe parecer chocante para lectores de pocos años, pero la tele no había llegado cuando yo usaba calzón corto y la radio era el único vínculo con el mundo que existía mas allá de las fronteras de tu barrio.

Y el cine de Yon Güein, Yoni Veismuler, Janfri Bógar y Gary Cúper en aquellas películas épicas de indios y comboys, de romanos, piratas y selvas africanas.

Luego, con los años y cuando despertamos a la naturaleza, descubrimos que aquellas criaturas que acompañaban a los hérores eran mujeres. Y desde entonces, casi que solo miramos a Ava Garner, Ester Güilian, Rita Jaiguor y Audri Jepbur.

Nuestros juegos estaban en nuestras cabezas. Un grupito de cuatro o cinco críos de entonces, era un hervidero de ideas y propuestas, un brain storm cincuenta años antes de su invención.

Y estaba el fútbol.

Siempre había uno del grupo cuyos padres, más pudientes, le regalaban un "balón de reglamento" -hasta mucho más tarde no supe que "reglamento" no era un material-. Pero no teníamos botas y por tanto, debíamos jugar con los zapatos Gorila de Calzados Segarra y su maravillosa pelotita verde oscura. El alto riesgo de rotura de los Gorila nos angustiaba, pero el afán deportivo siempre venció a la reprimenda -y a veces algo más-, por el deterioro.

La calle era, por antonomasia, el campo de fútbol. Con su adoquinado. Jugar un partido en una calle con el acerado y los adoquines, era un desafío que nos obligaba a ser especialmente habilidoso porque una caída podía resultar fatal. De hecho, raramente no terminábamos con las rodillas y los codos deconchados o las piernas plagadas de marcas sanguinolentas.

Cuando tuvimos acceso a un verdadero campo de fútbol, de tierra, el espacio se engrandeció sin límites. Y aparecieron las carencias. En una calle, un patadón bien dirigido llegaba hasta la defensa contraria. En un campo, apenas al círculo central.

Había que pegarle muchísimo más fuerte, correr más, más rápido y olvidarse de las florituras de triangular contra la pared y rodear al otro en carrera. Un campo "oficial", era un mundo exigente que agotaba de verdad y donde se sudaba a lo grande, a lo bestia.

Entonces también había invierno. Y llovía y el "balón de reglamento" se convertía en un arma pesada capaz de abrirte una brecha en la frente de tres dedos si te pillaba el lado de las costuras. Y la tierra se convertía en fango espeso, pesado y succionador que te obligaba a multiplicar los esfuerzos hasta la extenuación.

Pero al día siguiente jugábamos de nuevo sin que jamás haya sabido de dónde sacábamos las energías y siga sin saberlo.

Por supuesto, la mayor parte de las veces sin árbitros. Eso significaba que las faltas, los penalties, los corners, los saques de banda... había que "negociarlos" si el otro, los otros, interpretaban que no existía tal. Las negociaciones, regularmente, se evacuaban en puro boxing.

Nuestro mejor campo, la "tierra amarilla", terminaba justo al borde de un pronunciado barranco hasta donde, varias veces por partido, había que bajar aplicando la famosísima "Ley de la Botella" -el que la tire, va por ella-. Era, posiblemente, la única regla que acatábamos de antemano los bandos en litigio.

Los rudimentos: dos equipos de hasta once -raramente conseguíamos dos completos-; dos porterías -montones de piedras a siete pasos-; el balón, cada vez, de una de las facciones; por tiempo o goles y a la batalla.

¿El premio? Un soberano abucheo a los perdedores, con mucha guasa pero sin dejar de notar las miradas de "ya os pillaremos mañana". Hasta entonces, todo el barrio se enteraba de la paliza.

Había un problemilla que nunca terminamos de solucionar del todo: a menudo, los de nuestro barrio, palanganas, debíamos contar con uno o varios amigos verdolagas, buenos de verdad o por falta de efectivos, y alinearlos contra nuestros deseos. Hubiera sido indigno que "los nuestros", por muy verdes que fueran, jugaran con los del otro barrio.

Pero la pasión por el fútbol era tan fuerte, que se les perdonaban los "defectillos".

Mi primera visita al Sánchez Pizjuan, siendo apenas adolescente y cuando pude comprarme yo la entrada, significó el descubrimiento de varias cosas: el campo era de yerba verde intenso; nunca antes había visto tanta gente junta en un recinto cerrado; tampoco antes había escuchado el himno del Sevilla cantado por miles de gargantas en directo; jamás había imaginado el colorido de un estadio y he llegado a olvidar de qué partido se trata aunque si recuerdo que ganamos por uno a cero.

Probablemente, tal cúmulo de nuevas sensaciones que viví me hayan pasado una mala jugaba con la memoria, pero lo que no olvidaré nunca, mientras viva, es la emoción de cantar mi primer gol de sevillista. Porque yo he sido siempre del Sevilla y solo del Sevilla, sin segundo equipo.

Pero hace mucho tiempo de eso y ahora, hoy, las cosas han cambiado tanto que tenemos un puñado de títulos y un equipo como nunca hubiera soñado. Y sigo siendo del Sevilla y lo seré hasta la muerte.

Cuidaros.

miércoles, 15 de abril de 2009

MUJERES Y FUTBOL

Saludos.

Los que ya contamos con una vida larga y hemos visto fútbol desde los tiempos del NODO, de Juan Tribuna, del Tío Pepe y su Sobrino, de Matías Prats y del blanco y negro, también hemos visto como se usaba éste noble deporte para ocultar problemas sociales y junto con los toros, proclamarlos como los eventos nacionales de mayor alcance -sin olvidar las concentraciones en la Plaza de Oriente-.

El fútbol, desde siempre, ha sido "cosa de hombres" y durante muchas décadas, el único deporte digno para los "machotes" españoles. De ésta manera tan tajante, la sociedad de mis años de juventud enfrentaba una forma de visión -perfectamente anclada en unos valores religiosos de dudoso valor humano- a lo que en otros ámbitos, allende las fronteras, se consideraban "mariconadas".

En Europa, con uno o dos siglos de ventajas sociales, hombres y mujeres, mujeres y hombres, han practicado deportes con normalidad, han destacado en ellos a todos los niveles y siempre se ha considerado una práctica saludable para el crecimiento físico e intelectual de los pueblos.

Así, junto a las "mariconadas" para ellos, se unían las "marimachos" para ellas. Las chicas francesas, inglesas, americanas, nórdicas... que corrían una pista en calzón corto, no podían ser normales porque las mujeres normales, las "mujeres de bien", las españolas, no enseñaban las piernas. ¡Y no digamos el cuerpo bajo un ajustado bañador en una piscina olímpica!

Los tiempos cambiaron, afortunadamente, y España, el último reducto, se incorporó ansiosa a la normalidad europea. Hoy, hablar de mujeres en los deportes es tan natural como hablar de hombres.

Pero lo que más me llama la atención y que para mí significa el cambio más radical, es ver las gradas de un estadio de fútbol llenas de mujeres. Mujeres estáticas, en movimiento, gritando, cantando, animando... como los hombres.

Niñas, adolescentes, adultas y ancianas sintiendo la misma pasión, el mismo ímpetu de los que siempre se sintieron amos de éste deporte. Mujeres discutiendo al mismo nivel que los hombres, con las mismas ideas de estrategia, de buen juego, de conocimiento... impulsando a su equipo.

Mujeres normales. Hombres normales.

Y me agrada. Y más cuando las ves jugando a la pelota, con tanta clase como ellos, con la misma entrega y luciendo sus colores con orgullo.

Hoy, los estadios de fútbol se me antojan la mejor muestra de cambio social radical y aunque aún les quede un trecho para terminar de alcanzar los niveles suficientes y de "normalizar" los toros, no me cabe duda de que acabarán por hacernos normales a los hombres.

Para los que peinamos canas, la llegada de las mujeres a ocupar el sitio que les corresponde, ha sido un auténtico vendaval de frescura y libertad, de igualdad y respeto. Y aunque todavía queden mastodontes antediluvianos, la mayoría, la inmensa mayor parte de los hombres, han dejado de mirar a las mujeres en el fútbol como injerencias impropias.

Suerte, chicas.

Cuidaros.

martes, 14 de abril de 2009

OTRA LECCION DE PUNDONOR

Saludos.

Acabo de ver el partido Chelsea 4 - Liverpool 4.

Me decanté por éste porque me pareció que el Bayern 1 - Barça 1 no tenía mucha historia sabiendo que los catalanes llevaban cuatro goles de ventaja.

Y otra vez tengo que escribir en favor del fútbol inglés -cuatro equipos en cuartos de final a pesar de que por aquí digamos que la Liga española es la mejor del mundo-, porque como ya he dicho muchas veces, no es el más vistoso, ni es mágico, ni los artistas/malabaristas pululan por ésos campos, pero no encuentro equivalentes en ningún sitio a la capacidad de sufrimiento, de lucha, de esfuerzo y entrega, a la profesionalidad de ésos jugadores -incluídos los muchísimos españoles que compiten allí-.

Me siguen admirando las formas y los fondos: la disputa fuerte y limpia de los balones, no hacer teatro, no dejarse caer, no simular, no engañar... y no protestar al árbitro aunque sea español y malo.

Con éstos equipos, normalmente, tienes asegurada la emoción porque jamás darán un balón por perdido; nunca los verás "escaquearse" y mirar para otro lado.

Son, sobre todo, grandísimos profesionales y eso se nota en el terreno de juego.

Ha sido un encuentro muy emocionante porque el Liverpool -al que reconozco que le tengo las máximas simpatías del Reino Unido-, ha luchado por ganar los noventa minutos y ha estado a punto de vencer al super poderoso Chelsea, el de los millones del ruso.

Y resulta curioso que los veas jugando y sepas que allí abajo hay cinco o seis españoles, dos o tres argentinos, alguno del este de Europa, Brasil y unos cuantos ingleses, pero no lo notes porque todos juegan con la misma pasión y la misma fuerza.

Son disciplinados, formales y machacones y salen a respetar al público, a los aficionados, exhibiendo con todo lo que llevan dentro. Y es mucho.

De nuevo tengo que homenajearlos porque otra vez me han transmitido la generosidad de los honrados, de los decentes, de los dignos y competentes -con sus aciertos y con sus errores, con sus capacidades mayores o menores-, que saben que los espectadores van a verlos y a animarlos, incansables, los noventa minutos. Y les devuelven el honor con sacrificio y abnegación.

Siempre me he preguntado que si viéramos tanta dedicación en ésta parte del mundo, unido a la magia y la filigrana que poseemos, ¿dónde podríamos llegar?

Cuidaros.

lunes, 13 de abril de 2009

QUERIDOS COMENTARISTAS

Saludos.

Manuel, Ravesen, Alvaro... permitidme que os responda con otra entrada.

Yo estoy muy contento de que ocupemos la tercera plaza. Mucho y ojalá dure.

Lo que trato de decir y puede que ya no tenga más recursos lingüísticos para hacerme entender, es que el Sevilla tiene equipo para más. Y no digo tonterías.

Que no somos el Barça ni el Madrid y que no podemos regalar nada porque no tenemos árbitros, despachos, tanto dinero ni federaciones.

A nosotros nos cuesta el doble hacer lo mismo que otros. Y no podemos bajar los brazos en ningún momento. Todos, todos, TODOS los puntos son pocos para nosotros.

Por supuesto que sé de sobras que esto es fútbol y que no siempre se gana. Llevo toda la vida sabiendo eso.

Pero me revela la ACTITUD, la falta de ANSIAS, no ENTREGARSE, no LUCHAR hasta la extenuación... eso no lo veo. No lo veo.

Y me jode sobremanera ver a los nuestros jugar a ritmo de pachanguita, como ayer en la mayor parte del partido. ¿En qué pensaban, ostias?

¿Solo cuando nos marcan descubren que vamos perdiendo y arrean en busca de la enésima gesta del último minuto? ¿Las apuestas ofensivas solo surgen cuando vamos perdiendo?

¿Qué hay de nuestras mejores armas? ¿Porqué tantos experimentos de contención?

Ya sabemos que tenemos una buena defensa, los números están ahí.

Lo que no tenemos son goles porque no llegan los balones arriba, en buena situación.

Estoy cansado del pelotazo a Kanouté como fórmula magistral porque ésa es una medida excepcional. Y el malí no produce ni la mitad jugando así.

¿Tres centro campistas contra el Getafe y las bandas, nuestras famosas bandas, casi inoperativas sabiendo, como sabíamos todos -menos uno-, que vendrían a encerrarse atrás?

¿El Getafe? ¿Quién es el Getafe?

Es espantoso.

¿Y quién dijo que no se puede jugar bien? ¿Os digo un equipo que juega de fábula, gana, golea y va el primero?

Si, ya sé que nos somos el Barça, pero si hay quien lo hace y nosotros, que podemos, ofrecemos el espectáculo de ayer, de anteayer y de casi dos ligas... contra lo peorcito, pues ya me diréis.

Ahora vienen los fuertes. ¿Estamos guardando las esencias para salir en los informativos? ¿Para que nos compren los ricachones?

Lo siento, hermanos, pero mi resistencia está siendo puesta a prueba partido tras partido y no es justo.

No es justo porque no estoy pidiendo la luna. No invento nada. No soy estúpido.

Tenemos una plantilla excepcional y me subleva que la mezclemos con gaseosa.

Hay derrotas y derrotas. Y no me parece de recibo, desde ningún punto de vista -hasta me suena a cachondeo-, que todos los mantas de la Liga nos tomen el pelo.

Y no me gusta que a los sevillistas nos tomen el pelo.

Cuidaros.

DE LA INCERTIDUMBRE A LA CERTEZA





Saludos.

Escribía horas antes del partido -ver entrada "INCERTIBUMBRE" mas abajo-, que me temía la peor versión del Sevilla y -me cago en tó lo que se menea-, me salí con la mía.

Otro bochorno de equipo y van...

Todo lo más malito de la Liga viene a recoger aquí. Todo el mundo del submundo, entra al súper de Nervión y se lleva su carrito lleno y con el bono descuento, por casi nada.

Pues éste es el Sevilla de la incertidumbre, el mismo que cedió graciosamente la segunda plaza, que salió dos veces de Europa, de la Copa y que ahora, cuando puede decirle a todo el mundo "ésta plaza es mía", se le sueltan las tripas y la caga.

Otra vez.

Este es el equipo que el curso que viene, si no terminamos de joderla del todo, deberá enfrentarse a los grandes de Europa en Champions.

Ahora el que se caga soy yo.

Ayer sentí vergüenza propia y ajena porque mis once, los que defienden mi escudo, deberían haber sido apaleados al final del encuentro. Y al del banquillo, más.

¿Éstos cobran igual ganen o pierdan?

Y leo a popes del sevillismo, intentando justificar lo injustificable, arremeter contra otros sevillistas "porque quieren que juegue bonito". Y sin saber de fútbol, declaran, demostrarnos que lo que hizo el Getafe es lo correcto.

Para nada se les lee lo que no hizo el Sevilla. Para nada. ¿Resultadistas? ¿Estéticos? Ni una palabra del desastre individual, colectivo, estratégico y deportivo. Nada. La culpa es de los que queremos que juegue bonito.

Pues no. Para nada, insisto.

Yo tampoco tengo pajolera idea de fútbol pero sí sé, con absoluta certeza, cuando un equipo juega mal, no juega, hace el ridículo y pierde. De la misma forma, cuando juega mal y gana. Y llevamos casi dos ligas viendo lo mismo y salvo alguna excepción, todo lo demás es purito ladrillo, cuate.

Pero no se debe decir nada del equipo, de la Directiva ni del entrenador porque, automáticamente, te pones en la trinchera de enfrente, con los PRISA y los verdes y porque así "no ayudas al equipo".

Pues para nada, tampoco.

No quiero.

Si de la misma forma que contra Málaga y Valladolid se hicieron buenos partidos, casi todo el resto es penoso. Y digan lo que digan los entendidos en fútbol -no como yo-, solo la calidad individual de casi todos nuestros jugadores nos está manteniendo ahí. Solo eso.

Con otra plantilla, estaríamos peleando con los verdes para ocupar plaza de descenso. Y quien no quiera verlo, que mire hacia otro lado.

Dejaros de milongas y empezad a pegarle patadas en el culo a los jugadores, al Presidente, al Director Deportivo y, por supuesto, al entrenador a ver si espabilan porque no tienen derecho a ofrecernos éstos espectáculos calamitosos. Y vamos a espabilarnos "antes de" porque luego, con pedir perdón, asunto concluído.

Es tremendo que hayamos vuelto a los tiempos de la incertidumbre, de la inseguridad, del balonazo, de la defensa a ultranza, del catenaccio, de los timoratos, de los cagones, de la perversión del fútbol...

Del fútbol espectáculo, resultadistas. Porque el fútbol ES espectáculo. Os pongáis como os pongáis. Y porque estamos capacitados para jugar bien, para ganar y para dar ESPECTACULO porque a éste Sevilla se le puede y debe exigir un poquito más, un poquito para no dejar a tantos miles abochornados, malhumorados y cabreados.

Hoy, cuando escribo esto, sigo con la misma mala leche que me quedé ayer cerca de las nueve de la noche. La misma y yo sí sé, con seguridad, de quién es la culpa aunque, repito, no tenga pajolera idea de fútbol.

Pero leyendo a algunos, no quiero tenerla.

No insultéis nuestra inteligencia, hermanos. No lo hagáis.

Cuidaros.

domingo, 12 de abril de 2009

SAHARA

Saludos.

Ayer pasamos un día estupendo con una amiga que vino a visitarnos. Aunque sevillana, vive en Málaga y nos cuenta que pronto, para finales de año, se vuelve a su tierra.

Es viuda y se siente sola porque ya lo le ata nada allí. Además, cuando vuelve y encuentra a sus familiares y amigos, dice que se le renueva la sangre.

Después de una excelente comida en un restaurante de los discretos, de los que me encantan, de esos que no están en las guías, que no tienen estrellas Michelin ni destacan por su estética, pero con una cocina para tirar cohetes, nos dedicamos a lo que nos gusta: hablar.

Y hablamos un poco de todo, como siempre. De viajes -los tres somos viajeros empedernidos-, de libros, de cine, de sus impresiones de Sevilla cuando redescubre su ciudad tras muchísimos años viviendo fuera...

Como amenzaba con prolongarse la sobremesa, nos trasladamos a tomar café al Taj Mahal de Bormujos -que ella no conocía-, el cafetín decorado profusamente con motivos árabes e indios.

Pedimos los tés, café y pastelillos de rigor -lo siento pero no paso aquella bebida- y volvimos a hablar. Entonces nos cuenta emocionada que le han concedido la acogida en verano de una niña saharaui, una chiquita de nueve años -aunque en la foto parece menor-, y que está preparándole la mejor acogida posible.

Casi se me saltan las lágrimas.

Durante años estuve colaborando con una supuesta ONG en la creencia de que ayudaba a una niñita peruana. Me enviaron fotos, dibujos hechos por ella, sus calificaciones escolares... Todo era mentira. Me estafaron como a tantos otros y como conocimos por la prensa, unos vividores estaban montándose su propio negocio con nuestras cuotas.

Incluso llegué a escribirle una carta al padre de la niñita donde le prometía cuidar de ella, pagarle los estudios hasta, si era necesario, la Universidad -en Perú o España-, con una única condición: que estudiara y que no la dedicaran a tener hijos a los catorce años.

Pero era un montaje infame.

Mas tarde y también durante años, intenté conseguir una niña saharaui de acogida en nuestras vacaciones, en verano. Pero siempre nos ponían al final de la lista porque no teníamos hijos. Y siempre nos quedábamos fuera.

Los cupos se completaban con ésas familias porque, nos explicaron, era más efectivo que los chavales compartieran el tiempo con otros niños españoles. Se sentían más cómodos.

Lo entendíamos a pesar de nuestra tristeza.

Ahora, sin embargo, nuestra amiga, que vive sola, lo ha conseguido y eso ha despertado mi ilusión con las mismas ganas, intactas, que tenía antes. Y vamos a intentarlo otra vez.

Porque tengo con el Sáhara el mismo sentimiento que con la mayoría de los países suramericanos: un profundo sentido de deuda histórica. Una historia en la que hemos abusado ignominiosamente de esos pueblos, los hemos masacrado, robado y asolado y cuando nos hemos ido de allí, con el rabo entre las patas, les hemos dejado inculcados todos los vicios de poder necesarios para que ellos solos y contra ellos mismos, hayan seguido masacrándose sin el menor reparo.

Con el Sahara, colonia española, fuimos tan cobardes y ruines de dejarlos abandonados en manos del miserable rey marroquí, el sátrapa dictador de Rabat.

Eran tan españoles como lo pueda ser yo, pero los tiramos a la basura en un canje vergonzoso de políticos sin escrúpulos, como casi todos.

A pesar de ello y con un sentimiento de respeto y cariño que jamás les hemos devuelto, los saharauis siguen mirando a España como madre, como amiga y esperando, con una paciencia infinita, que tengamos la decencia de levantar la voz ante la ONU en su favor, de exigir al nuevo tirano del norte que renuncia a un territorio que no es suyo.

Porque los saharauis ya estaban allí cuando llegamos los españoles y Marruecos, como unidad política, no existía.

En el Sáhara no hay petróleo, ni oro, ni diamantes ni material alguno para fabricar microchips. No, en el Sahara hay fosfatos -el sesenta por ciento de la producción mundial- y esos ya los tienen controlados los marroquíes, cedidos, graciosamente, por el gobierno español.

A pesar de todo ello y como siempre, los pueblos están muy por encima de sus gobernantes. Así,cientos de familias andaluzas, cada año, comparten sus vidas con niños procedentes de los cuatro campamentos -cada uno con seis o siete "pueblos"-, repartidos entre Argelia y Mauritania, en puro desierto y con unas condiciones de vida absolutamente duras. Inhumanas.

Esos niños, durante dos meses, nos regalan sus sonrisas, sus miradas, sus cariños... Se convierten en "nuestros hijos sarahauis". Las relaciones que se establecen duran toda la vida y cada año, también, decenas de familias viajan hasta esos "pueblos", en invierno, para reunirse con sus "hijos", para conocer a "sus familias" y para compartir con ellos unos días de amistad y solidaridad.

Los relatos que hacen las personas que han viajado hasta allí son, sin excepciones, de una ternura estremecedora: del recibimiento, la acogida, lo que te ofrecen quitándoselo ellos mismos, del agua...

¿Cómo es posible que después de tantísimos años de maltratarlo de mil formas diferentes, los saharauis sigan queriendo a las gentes de España y los españoles -aunque no todos-, quieran a los saharauis?

Nadie podrá explicármelo nunca con claridad suficiente porque yo jamás hubiera actuado así.

Quizás sigamos sin saber el alcance de nuestros corazones.

El año próximo, si tengo suerte, acogeré una niñita -niña, por supuesto, porque la vida, ya dura de por sí, es especialmente grave para ellas- y si tengo suerte y el destino lo quiere, pediré recibir el regalo de tener en mi casa a una sarahui durante un par de meses.

Si el destino quiere.

Cuidaros.

INCERTIDUMBRE





Saludos.

Es probable que mi comentario marque una nota distinta en los miles de ánimos que, desde todos los ámbitos, deseamos para el encuentro de hoy.

Como bien señalan los comentaristas sevillistas, se nos está poniendo la clasificación tan al alcance de la mano que no puede evitar sentir incertidumbre ante el momento porque -no es la primera vez-, tantas facilidades parece que nos aflojan las piernas.

Lo tenemos a "güevo" para consolidar la tercera plaza y es otro hito para un Sevilla irregular, capaz de mantenerse arriba, solo superado por los dos gigantes, pero capaz, también, de dejar escapar oportunidades únicas.

Lo siento, pero no puedo dejar de sentir ésa incertidumbre.

Estoy convencido de que todos -y en el todo incluyo a los Aficionados, la Directiva, el Cuerpo Técnico y los Jugadores-, sabemos lo importante que son los puntos de hoy. Y también estoy seguro de que saldremos a ganar.

Pero siento temores de lo que es capaz de hacer mi Equipo, para lo bueno y para lo malo, en situaciones límites. Y ésta, a pesar de todo, lo es.

Quedan aún partidos para hacernos fuertes, pero es impensable que dejemos escapar las oportunidades "fáciles" si pensamos en que luego viene un tramo harto difícil. Lo sabemos, lo saben y eso que es tan evidente, puede hacernos fallar.

Ojalá que no ocurra.

En cualquier caso, miles y miles de palanganas, la mejor afición del mundo, enviarán hoy alientos para mover un mundo, para empujar a once artistas a seguir escribiendo la Historia de un Club Grande.

Y yo estaré entre ellos.

Cuidaros.

sábado, 11 de abril de 2009

SENSACIONAL














PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera , capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos»


Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco , Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias , José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.

viernes, 10 de abril de 2009

DE PRISA

Saludos.

Promotora de Informaciones, S.A. (PRISA), es el grupo dominante en España de la información -apartados de comunicación, educación, cultura y entretenimiento-.

Controla (ver enlace http://es.wikipedia.org/wiki/PRISA), de manera que a través de sus diferentes medios, domina la mayor parte de la información a la que podamos tener acceso en éste país.

Si bien tiene una línea editorial visible -sus coqueteos con el PSOE son indisimulados-, es cierto que se mantuvieron fieles a ésa relación en el período de gobierno del PP, lo que les supuso no pocos quebraderos de cabeza: intentos de procesar a su presidente, intentos de desbaratar el sistema de fianzas de Canal Plus, intentos de "abrir" el fútbol por "interés nacional" creando otra plataforma, etc.

Como líderes en casi todas las facetas, en el deporte no podían ser menos: desde su diario estrella El País, pasando por el deportivo AS, los programas específicos de radio El Larguero y Carrusel Deportivo y Digital Plus con su sistema de PPV -pay per view o pago por visión-, los convierten en, sin duda, los principales creadores de opinión.

Su alianza con el Real de Madrid es histórica a pesar de que me consta que no siempre hubo buenas relaciones entre las cúpulas de ambos emporios. El equipo capitalino, heredero de una larguísima tradición franquista, debía amoldarse a los cambios políticos y la PRISA, ya desde antes de la mudanza de régimen, apostó por los nuevos aires democráticos de la mano de Polanco.

Esto, que puede parecer chocante, no lo es en absoluto: tanto PRISA como el Real de Madrid, son empresas, conglomerados comerciales, cuyo fín último es, por tanto, presentar balances positivos al final de cada año y dejarles beneficios a los accionistas.

El equipo, amparado en los sentimientos de sus seguidores y la Promotora, bajo la fachada de la "información", detrás del mismo objetivo, es decir, hacer rentables sus tinglados. Por ello, es fácil entender que siempre hubiera entendimiento entre ambos.

Y es sencillo, desde PRISA, apretar los dientes frente a la historia y el pasado del Real -si es que decirlo así pueda parecer una osadía por mi parte-, si dándoles el tratamiento adecuado, incrementan los lectores, oyentes y televidentes.

El Real es, probablemente, el equipo más titulado del mundo; uno de los que cuenta con mayor masa social, ubicado en una ciudad de más de cuatro millones de habitantes y capital del Estado y aunque por sus propias fuerzas y el apoyo que ha recibido siempre desde todos los estamentos, debería ser el único club español importante, la burguesía nacionalista catalana, con todo su poder económico, soporta a otro equipo de dimensiones parecidas aunque con menos pedigrí: el Barcelona.

Y llegamos al entente perfecto y al modo de la organización política occidental, encontramos dos grandes clubes -el símil en política serían dos grandes partidos-, para mantener nivelado el sistema, sin grandes vaivenes, con oscilaciones suaves y dentro de una franja aceptable de picos y valles.

PRISA, por tanto, se organiza para alabar al gigante porque eso le deja dinero y el coloso se deja adular -de hecho, lo exige para poder sentirse a sí mismo-. A resultas de ello, el resto de clubes deberán permancer siempre en segundo plano, casi invisibles, aunque haya algún año que alguno se revele un poco y "saque los pies del plato" ganando algo.

Ésa política de oscurecimiento forzado de segundones sirve para resaltar, supuestamente, la pretendida brillantez del gigante. Por ello, vemos que se maltrata directamente a los clubes, se manipula la información, se inventan falacias, se crean conflictos ficticios o, sencillamente, no se habla de ellos.

Si ocurre, como es el caso del Sevilla, que un club se estructura, se organiza, se hace rentable, crea sus propios medios y logra éxitos, la imagen única del todopoderoso puede oscurecerse y quitarles clientela. Si además, ése club apuesta por otros canales que no sean PRISA, se convierte, automáticamente, en enemigo abierto y declarado.

Hay que hacerle la guerra. Sucia, si es necesario.

Todo ello complica a los aficionados, los seguidores de los equipos de segunda fila que tienen pocas opciones para elegir los canales de información y así encontramos quejas diarias de miles y miles de adeptos sobre el trato que reciben... pero siguen comprando ésos periódicos, oyendo ésa radio y viendo ésa televisión.

A PRISA le va bien y no encuentran razones de peso para cambiar.

Además, no nos extrañemos de que ésa guerra de PRISA contra el Sevilla se recrudezca en la medida que el Club siga la trayectoria ascendente que marca, inexorable, desde hace unos años, desde la llegada de Del Nido a la presidencia. Porque no es de recibo que otro club que no sea el Madrid, acapare portadas, titulares y cabeceras con cinco títulos en dos años. No es de recibo en la capital del reino.

Y a pesar de que el otro club de la ciudad hispalense lleve años penando por no descender, el trato preferente de PRISA no tiene otro objetivo que debilitar las filas rojas y blancas. Solo eso.

Y parte de ése trato "especial" que nos propinan es la descarada intención de homologarnos, de igualarnos y equipararnos cuando las distancias, hoy, son abrumadoras en favor del equipo de Nervión. Parece de broma pero no lo es, como tampoco que se pretenda presentar a los máximos dirigentes de ambos clubes como los mismos payasos.

PRISA y sus medios, por tanto, son enemigos de un equipo -el que sea pero en éste caso el Sevilla-, que si sigue su progresión actual, en pocos años será el tercero en discordia, el único capaz de plantarle cara a los gigantes -en todos los terrenos- y por ello, desestabilizador de un sistema asentado, rentable y cómodo.

No nos encolericemos porque todo se reduce a operaciones mercantiles.

Y sobre todo y en la medida de lo posible, no participar en el mercadillo: no comprarles sus prensas, ni ver sus televisiones, ni escuchar sus radios. Si a pesar de ello lo hacemos, tengamos la suficiente claridad de ideas para no dejarnos contaminar dándole, a ésa información viciada, el valor exacto que tiene.

Cuidaros.

miércoles, 8 de abril de 2009

NOSOTROS A LO NUESTRO

Saludos.

Porque antes de que Del Nido pronunciara la famosa frase -que también en el aspecto creativo es puntero-, siempre había procurado moverme en mi entorno, en el del Sevilla.

Es inevitable no saber cosas de otros equipos -sobre todo en Sevilla-, pero miraba al Betis con cierta lejanía. Tengo amigos y familiares adeptos verdes, como los tengo de otros equipos andaluces y españoles, pero mi espacio solo lo ocupa uno.

Hay entradas en mi blog sobre temas generales -porque socialmente me interesan- y la mayoría sobre el Sevilla -éste es un blog de un sevillista-. Ninguna sobre el Betis... hasta hoy.

Y no voy a hacer sangre aunque la situación me lo haga fácil.

Ayer conocimos la destitución de Chaparro y nadie está pegando gritos. Es natural que los clubes -a excepción del Real de Madrid que destituyó al suyo yendo los primeros "porque jugaba muy mal" (atención, navegantes)-, recurran a la medida cuando los resultados no llegan. Y es así porque es más fácil y económico que mandar al paro a seis o siete jugadores.

Además, los modos de los entrenadores, sus métodos, sus estrategias, sus preferencias personales sobre los propios jugadores... causan, la mayor parte de las veces, que las plantillas no respondan y en muchas ocasiones, abiertamente en contra.

El mejor ejemplo que se me ocurre y más próximo en el tiempo, ha sido el equipo inglés del manchego traidor: apenas lo despidieron, el Tottenham -varios partidos perdiendo- encadenó una serie de victorias importantes. ¿Era la plantilla? ¿Era el entrenador? ¿Si eran tan malos antes, porqué de pronto, con otro míster, comienzan a jugar?

Casos como ése los hemos visto durante años y hay una máxima antigua y conocida: "entrenador nuevo, victoria segura". No siempre, pero casi siempre se cumple.

El problema de nuestros verdes, los de La Palmera, no está en los jugadores ni en el entrenador. Y todos lo sabemos, hasta el más ignorante de los sevillanos. Incluídos los que no saben de fútbol y ni les gusta.

El problema son las estructuras del Club.

Administrar un club como si fuera una tiendita de ultramarinos y cuando te rodean grandes superficies, no parece la mejor manera y se debe hacer harto difícil. Me cuentan -y pongo en cuarentena porque me es imposible comprobarlo- que el máximo dirigente supervisa las facturas de todo lo que se compra en el Club. De todo. Y estamos hablando de una organización que mueve muchísimo dinero y a mucha gente.

Puede que exagere quien me cuenta eso, pero no me extrañaría en absoluto que fuese cierto porque llevamos años viendo cómo se ahoga un Club que tienes miles de seguidores y abonados.

El modelo unipersonal, basado en los impulsos y sentimientos de una persona -la que posee la mayoría de acciones-, choca frontalmente con lo que debe ser una estructura organizativa dinámica, moderna y eficaz. Es un cuello de botella que impide un desarrollo efectivo de la entidad.

Sospecho -porque no lo conozco-, que el problema debe estar en que ése máximo dirigente es absolutamente desconfiado y que ésa actitud le lleva a no compartir acciones que supongan gestión de dinero. Debe vigilarlo todo personalmente -desde facturas de folios a los fichajes de relumbrón- y eso enfanga el normal desarrollo de una empresa. La anquilosa y la asfixia.

Sabemos del pasado mercantil de ése señor y sabemos cómo llegó a construir su imperio, por lo que no me extraña que alcanzada a la dirección del Betis, siguiera funcionando de la misma manera. Es obvio que pensaría que si a él le fué bien en su economía particular, todo apuntaba a que dirigiendo al equipo seguiría igual.

Pues no. Son cuestiones muy diferentes y en el montón de años que lleva al frente del Betis, pocos o muy pocos méritos reales puede presentar. Muy pocos.

Y la función de ése máximo dirigente se oscurece aún más porque aparece el que llamé "efecto eucalipto", es decir, el otro modelo de la ciudad, el bueno, radicalmente diferente y rodando a un ritmo imparable, obliga a hacer comparaciones que, para ellos, deberán ser "odiosas".

Se trataría, en buena lid, de observar, aprender, copiar y aplicar soluciones que funcionan si realmente pretendes y deseas que tu empresa crezca y sea rentable. Hace muchísimo tiempo que conocemos el espionaje industrial y hemos visto casos espectaculares de ello.

Y no es complicado: buscar a las personas adecuadas, delegar funciones, dotarlas de autonomía y pedirles resultados.

Tan sencillo y tan complicado a la vez.

Los regímenes personalistas, los reinados absolutos, hace demasiado tiempo que desaparecieron en cualquier aspecto de la sociedad. Y aunque lleves en el nombre la palabra "real", hoy es una empresa, un entramado económico que es necesario y exigible que funcione y sea rentable.

Y más aún porque además del dinero, debes gestionar sentimientos.

Cuidaros.

domingo, 5 de abril de 2009

EL MARTILLO Y EL TACÓN





Saludos.

Un día, en casa de un amigo, llegué a visitarlo justo cuando estaba reparando la tapicería de una silla.

-¡Pasa, pasa! -me invitó-.

-Hola, tío. ¿Qué haces? -pregunté ante el cuadro que tenía ante mí-.

-Un momento que estoy terminando de arreglar esta silla.

Entonces me fijé en que intentaba clavar dos puntillistas, apenas un centrímetro cada una, con el tacón del zapato. Extrañado, pregunté:

-¿No tienes martillo?

Y él, sobrado, repuso:

-Si, tengo martillo, naturalmente. Pero para dos clavitos, me basta con el tacón.

Y en efecto, tras catorce o quince golpes -dos o tres de la otra forma-, logró dejar ajustado el borde de la tapicería que se había sublevado.

Por supuesto, esto es una metáfora. Es un suceso que nunca ocurrió y fruto, exclusivamente, de mi imaginación.

Sin embargo, ayer tuve ésa sensación viendo jugar al Sevilla. Con todos mis respetos -y lo digo sinceramente-, el Recre es una tapicería sublevada que tratamos de ajustar con el tacón del zapato.

Lo importante son los tres puntos, como bien sabemos y como se nos va a recordar desde todas las atalayas; eran puntos fundamentales y se trajeron; seguimos ahí arriba, consolidando la tercera plaza -con la ayuda inestimable de los perseguidores- y todos contentos.

Firmamos las mejores cifras de la Historia del Club y no entiendo porqué no estamos todos los sevillistas en la calle, lanzando cohetes y enarbolando las banderas. No lo entiendo.

Supongo que estaremos esperando a que termine la competición y que ésa posición de privilegio sea definitiva. Y lo celebraremos, espero, doblemente: haber logrado la plaza de Champions -solo detrás de los monstruos- y por terminar con las zozobras.

Porque si tenemos martillo, ¿porqué nos empeñamos en usar el tacón del zapato?

Cuidaros.

viernes, 3 de abril de 2009

EL EFECTO EUCALIPTO

Saludos.

Se dice del australiano eucalipto que es el árbol más voraz de la naturaleza a pesar de que se cultiva en muchísimos países. Su rápido crecimiento -puede llegar a alcanzar los 60 metros en pocos años-, lo hacen ideal para industrias tales que las papeleras.

La ciencia ha demostrado que la leyenda que soporta éste árbol es falsa y que, por tanto, aquello que leímos de que sus raices crecen horizontalmente, que absorben toda la humedad disponible y que segregan unas esporas herbicidas, nos es cierto.

Pero sí existe el "efecto eucalipto" -si nos quedamos en lo de la leyenda- y la definición, en fútbol, sería:

Cuando un Club de fútbol crece desmesuradamente, no permite que los demás lo hagan a su alrededor.

Tenemos casos evidentes en la capital donde el Real de Madrid, enorme gigante devorador, lleva décadas ahogando al Atlético, al Getafe, al Rayo... Sus esporas invaden todo el espacio disponible y no permite el crecimiento constante y continuado de competidor alguno.

Impregna a la sociedad entera -y por extensión a todo el país-, acaparando la información, la atención, los famosos...

Los otros, penosamente, bastante hacen con subsistir, alguna temporada algo mejor y constante peligro de exterminio.

En Barcelona ocurre lo mismo: el Barça, otro eucalipto mastodóntico, extiende su sombra y oscurece a un Español que sobrevive a duras penas, con más temporadas malas o mediocres que brillantes.

El Barça, como el Madrid, lo chupa todo.

Solo cuando vemos equipos únicos, solos o casi solos en una ciudad -y mientras mayor sea, más fácil-, tendremos un desarrollo aceptable. El Valencia -aunque ahora lo estén pasando mal por su mala gestión-, monopoliza la afición en la ciudad.

El Depor, el Athletic de Bilbao, el Málaga, el Recre... No tienen, ni han tenido, otro club de la entidad suficiente para luchar por el espacio disponible.

Y llegamos a Sevilla.

Históricamente, ambos clubs han luchado por ocupar el universo futbolístico hispalense, en un combate fraticida que dura ya un siglo. Es, con toda probabilidad, el caso más atípico.

Y si bien es cierto que ha habido temporadas muy buenas de alguno de los dos, mientras el otro hacía justo lo contrario, nada que ver con los ejemplos de Madrid y Barcelona.

Sin embargo... los últimos años puede que estemos asistiendo al nacimiento del efecto eucalipto en Sevilla.

El Club de Nervión lleva unas temporadas haciendo las cosas muy bien en todos los ámbitos: desde la llegada de Del Nido a la Presidencia, el Sevilla ha reorganizado sus estructuras, las ha modernizado y funcionan como un reloj. Las nuevas formas lograron eliminar las penurias económicas y hacer del Sevilla una entidad con números, muy buenos, negros.

Además y como resultado de la excelente gestión, los triunfos comenzaron a llegar en un bienio excepcional -cinco títulos- y colocándose entre los mejores de Europa. El Sevilla de 2009 es ya un referente en todo el mundo e imparte lecciones de diligencia a muchos otros equipos.

Cada paso ascendente del Sevilla, hacen al Betis más débil. Véase, si no, que los años de crecimiento uniforme de los de Nervión, llevan, parejos, años de carencias e insuficiencias en los de La Palmera, nefasta gestión y sufrimientos infinitos para no descender.

Es, justo, el tiempo paralelo pero cada uno en una dirección diferente.

Si todo sigue así -y todo apunta a que seguirá-, es posible que estemos siendo testigos de la aparición de un gigante -relativo, por ahora- y el estancamiento en la zona gris del otro.

Lógicamente, me alegraré de que el Sevilla siga creciendo aunque el precio sea que le hurte el espacio al Betis. Si así es y así debe ser, también lo lamentaré porque tengo amigos béticos, excelentes personas, que lo pasarán mal.

Pero si no hay espacio nada más que para uno, pues EL SEVILLA.

Y ¡hasta la muerte!

Cuidaros.

miércoles, 1 de abril de 2009

UN PUESTO DE TRABAJO

Saludos.

Yo trabajo en una empresa que emplea a muchos miles de personas en varios puntos de España y Europa.

En uno de los centros que tiene en Sevilla, llevo casi treinta años entrando antes de las siete de la mañana y cada día, al llegar, no ha dejado de sorprenderme -en tantos años- lo empinado, cuesta arriba, que está el suelo. Sin embargo, a la salida -a eso de las tres de la tarde-, todo es cuesta abajo. Parece milagroso y es una prueba convincente de que la tierra no es rígida y sufre malformaciones constantes.

Y como yo, el resto de compañeros, los mismos que a las dos te dicen "estoy rendido" y sin embargo, una hora más tarde le salen alitas en los tobillos. Parece una competición, que lo es, alcanzar el coche en primer lugar y colocarse en la pole.

Son momentos eternos porque el hambre es bestial y en alguno momentos puedes llegar a imaginar lo que sienten los guepardos cuando miran a la gacela. Pero si has logrado situarte de los primeros y ya ni miras atrás, sabes que comerás unos minutos antes que el que se ha despistado y sale al final de la larga cola.

En esos minutos que rodean a la salida observas, por ejemplo, que muchos compañeros han crecido: llevas toda la mañana viéndolos con los pantalones amontonados sobre los zapatos, por debajo de la blanca bata y cuando a las tres reaparecen desde los vestuarios, les ves los cacetines.

Es asombroso porque al día siguiente vuelven a menguar otras ocho horas.

En mi puesto y rodeado de unas cuarenta personas, sobrevivo al ruido ambiental, adobado con varios aparatos de radio que, por supuesto, cada cual sintoniza en su emisora preferida.

Los hay que oyen al Herrera, otros al Francino y hay, incluso, quien prefiere al animalito de Jimenez Losantos. La mayoría, sin embargo, opta por la música de tal forma que me rodean Kiss FM, M80, Los Cuarenta y hasta Radio3, en un picadillo de ruidos taladrante porque ocurre que en sus afanes por los gustos particulares, suben los volúmenes un tanto. Los de más allá, distraídos de lo propio, hacen lo mismo. Y la película se repite con el tercero, con el cuarto...

Desde hace un tiempo, muchos usan auriculares y eso nos impide seguirles la pista. No obstante, me consta que varios escuchan SevillaFC Radio, la otra y Radio Marca por lo que -salvando a los primeros- es fácil hacerse una idea de lo que deben sufrir ésos cerebros.

También tenemos algunos ejemplares del pleistoceno y le pegan a la copla como decosidos. Pero no es La Copla, es la copla, en chiquinino, es decir, toda la morralla de imitadores/as de las Grandes. Por suerte, son minoría y pronto se les coacciona para que vuelvan al redil y abandonen el suplicio. Algunos días y como para congraciarse, nos regalan al Perales, al Iglesias y al hijo del Iglesias. Deprimente.

En general son gente solidaria que gustan compartir sus delicias con los demás.

Teníamos un compañero, ya jubilado, que soportaba igual de mal que yo tanto ruido (cuando me resulta del todo irritante -la mayoría de los días- opto por colocarme tapones de seguridad en mis orejas y así amortiguar el tormento). Ése compañero, muchísimo menos paciente que yo, se levantaba, se acercaba al perpetrador y le espetaba:

-¡Baja la radio o te la tiro!

Con los años, los demás aprendieron que no hablaba en broma porque fueron muchos los aparatos que acabaron en la papelera más próxima. Alguno no volvió a sonar nunca.

Otro de los momentos cumbres es la "hora del bocadilo". Primero hay que decir que "hora" no son sesenta minutos, sino nueve (mensaje para algunos). Tenemos un sistema en el que pedimos ésos bocatas con un día de antelación, en una lista de diez o doce especialidades y bebidas -refrescos y cerveza-, pagadas en parte por la misma empresa.

Son baguettes y se dejan comer sin grandes protestas. Las bebidas, de lata.

Cuando llega la chica con el pedido -sobre las once-, enseguida descubres a los más hambrientos porque:

a) Salen disparados a recaudar su botín.

b) No esperan a la hora oficial -once y media- y atacan sin compasión.

c) Emiten un dramático alarido si como ocurre a veces, olvidó el día anterior añadirse a la lista o si hubo algún error en la entrega -lo que sucede de vez en cuando-.

Son, entenderéis, instantes de mofa para los más deslenguados.

Y como en todo colectivo humano que se precie, tenemos una rica y variadas carta de tipos estrambóticos:

-Ojeadores -que lo miran todo y no se cortan un pelo en meterte la cabeza en el papel que estés leyendo-.

-Escuchadores -probablemente con poca vida interior-, pasan sus jornadas atentos a todo lo que digamos el resto y recabando -ignoro con qué fin-, cuanta información les sea posible sobre nuestras vidas.

-Habladores -que es una forma amistosa de definir al cotilla, fisgón, murmurador, cuentista, chismoso y correveidile-. Es la especie más peligrosa porque jamás les verás una mala cara, un mal gesto... en tus proximidades. Apenas te retires dos pasos, despliegan toda sus baterías, en línea, y con los calibres gruesos. Te ponen "a parir" aunque no haya nada un motivo especial para ello. Tienen una memoria prodigiosa y aún se acuerdan de aquella vez que pisastes una mierda de perro, lo que debe ser una afrenta insoportable para su orgullo. Expertísimos en encontrarle contra argumentos a cualquier cosa que hagas porque siempre hay un lado malo, un fin oculto o un beneficio inconfesable.

-Y directamente, EL PELOTA. Señores, la ESPECIE por excelencia:

¿Qué trabajo que se precie no tiene uno o varios PELOTAS?

Son esos que se gastan una pasta en tabaco y en café -aunque no fumen y los médicos le hayan prohibido las bebidas excitantes- para surtir al jefe. Hay, con mucho humor, quien los define como "inversores".

Son tremendamente eficaces en despiece humano y los mejores comunicadores -dirección hacia el jefe-, de todo cuanto ocurre en sus cercanías. Por supuesto, la información convenientemente sazonada, matizada y maquillada para que el oyente con poder se documente de las carencias y defectos de todos los demás. Y si alguno compite con el PELOTA en cualquier área, no os cuento lo que pueden llegar a decir.

Son, también, bastante cobardes. Si te enfrentas a ellos con un simple y sencillo ¿tú que estás diciendo de mí?, os prometo que jamás he visto gente más inocente, más dolida y contrita. Además, saben con precisión quién fué el verdadero propalador de la infamia. Con nombre y apellidos.

Es la ESPECIE y sospecho que es imposible no toparse con alguno en todos los trabajos.

Creo que por hoy me he despachado bien y dejaré para otro día el resto de circunstancias de mi trabajo.

Cuidaros.