martes, 31 de marzo de 2009

PASEANDO POR NERVION

Saludos.

Ayer lunes me salí un poco antes del trabajo porque tenía que acudir a la Consejería de Justicia de Nervión. La delegación, como sabéis, está a dos pasos del Estadio.

Debía subsanar un pequeño detalle en la documentación de la Peña que andamos creando -es la segunda que fomento- y los trámites me llevaron apenas media hora. A la salida y como había encontrado un hueco seguro para el coche, me decidí a dar un paseo hasta nuestra casa.

Y al volver la esquina, allí estaba.

Frente a mí, la casa de los sueños, el lugar a donde tantos años he entregado y recibido más ilusión que ninguna otra cosa en mi vida.

Me dí un paseo alrededor mirando sus muros y volví a recordar aquellas tardes de gloria que viví hace años, antes de que el destino me prohibiera entrar. También los momentos de desolación. Y los de rabia.

La mujer que me parió sevillista falleció antes de ver al Sevilla en la gloria y yo, digno heredero, me tuve que limitar a la pequeña pantalla.

Como véis, soy un mal sevillista porque no tengo carné, ni acciones, ni voy al Estadio y no viajo con el equipo a los partidos ni a las finales.

Pero soy palangana, a pesar de ello.

Seguramente seré el peor de todos, pero lo soy y no puedo, ni quiero, evitarlo. Y lo soy por la sangre que me legaron.

Ayer, paseando junto al estadio, reviví en mi mente algunos momentos mágicos a los que asistí de joven, cuando podía, cuando no teníamos mosáico ni Labandón y navegábamos en las zonas grises de la Liga, en segunda y alguna temporada por Europa.

Y pensaba en todo lo que he visto y sentido -y sufrido- con mi equipo y no pude dejar de sentirme orgulloso porque hay chavales que solo conocen al Sevilla más grande, que no arrastran la historia de mediocridad que llevamos muchos a nuestras espaldas.

Me alegré por ellos porque han comenzado sus propias historias desde arriba, desde los sitios de los mejores. Tendrán efemérides señaladas, importantes, porque dirán "yo nací cuando el Sevilla ganó la primera..."; porque habrán visto la magia en su máxima expresión y verán, estoy seguro, más todavía.

No estuve cuando Puerta nos llevó al Olimpo, ni cuando llegó la primera copa. Ni las demás. Pero ayer no estaba triste porque miles de chavales han llegado al sevillismo en un momento dulce. El destino, ése que a mí no me trata bien, es generoso con ellos y por eso, ayer solo quise pensar en ésas vidas que ahora empiezan.

Durante un rato olvidé muchas cosas y solo pensé en mañana, en los mañanas que podrán vivir esos niños sevillanos y sevillistas, esos que desde pequeños han tenido camisetas, chándales y balones de su equipo. Esos que han ido a las finales y han vuelto plenos de emoción y rebosando sevillismo. Esos que serán los que cuenten a sus hijos y nietos que vieron a Kanouté danzar en un ballet de fantasía, un sílfide africano que nos enamoró por su corazón tan puro...

Ayer, solo, una media sonrisa se instaló en mi cara durante un rato porque imaginaba miles de caritas, de ojos abiertos como platos y miles de gargantitas gritanto "...y es por eeeeso que hoooy vengo a verte, sevilliista seréé hasta la muerte..".

Y les deseé todo lo que yo no tuve con todas mis fuerzas, con todo mi corazón.

Cuidaros.

4 comentarios:

Vademécum Sevillista dijo...

Me ha encantado tu post. Y no dudes de tu sevillismo, el abono o las acciones son sólo un título formal, pero el que vale de verdad es el del corazón. Sabes qué, no me canso de repetir a mis íntimos que me considero un privilegiado por la época de la historia sevillista que me ha tocado vivir. Los largos años de desierto y sinsabores nos han curtido en el sevillismo más duro e irreductible, como preparando el terreno para lo que estaba por venir y valorarlo mejor. Luego, en mi caso, el éxito del club ha llegado también cuando familiar, profesional y económicamente podía permitirme asistir a cada final, así que no puedo pedir más.
Aunque lo de los de la generación del éxito están a otro nivel. Te cuento una anécdota. Cómo no habrá sido lo conseguido que mi hija pequeña, cuando cada partido (amistoso, de liga, de uefa) etc, se acerca a su fin, todavía me pregunta si ya llega el momento de los papelitos y la copa. Esto es con lo que han nacido, y nadie lo puede cambiar.
Un abrazo.

A. Ramírez dijo...

El sevillismo es un sentimiento. Y no hay más.
Es salir a la calle el dia después al partido con el pecho henchido de orgullo y meterse en la cama y taparse la cabeza sin querer saber nada del mundo cuando se pierde. Y no hay más.
Y no tiene más vuelta de hoja.
Se es o no se es. No se es más por ir o por disfrutarlo en la mejor localidad dentro y fuera de Nervión.
Se es o no se es. Y no hay más.

MAGASE dijo...

si bonito ha sido tu paseo,mas bonitas han sido todas las inquietudes que han despertado en ti,es verdad que hay muchas personas,niños me atreveria a decir,que han conocido solo las mieles del triunfo,me alegro de ello y que de aqui en adelante no tengan que conocer nada peor de quedar fuera de europa algún año,si quieren saber de otras miserias,ya se las contaremos los viejos carcamales encantados,pero de aqui en adelante todo bueno y triunfos apunta pala,un abrazo hermano y viva el sevilla hasta la muerte.

Rafael Sarmiento dijo...

Maravilloso post.

Yo tampoco soy abonado. Tuve que vivir fuera de Sevilla durante años. Estuve en Holanda, primero, en Vitoria después, y por fin en Asturias. Cuando volví, hace tres años, el cupo de abonados ya estaba cubierto. Pero mi sevillismo no es menos que el de cualquiera de esos que tienen la suerte de ir todos los domingos al Sánchez Pizjuán. Ni que el tuyo, por supuesto. Ni el tuyo menos que el mío. Eso no se mide por acciones. Es un sentimiento, por mucho que ahora los clubes sean empresas.

Yo he hecho sevillista a polacos, belgas y holandeses que compartieron conmigo mi estancia en el extranjero, y a alaveses y asturianos también. Al menos he conseguido que el Sevilla sea su segundo equipo.

Y de paso que hablas de los chavales de este nuevo Sevilla tan grande, este verano voy a ser padre por primera vez, y me emociono sólo de pensar que todo eso que dices lo va a sentir mi hijo. Ya me encargaré yo de decirle de dónde venimos, y las malas épocas por las que hemos pasado. Porque mi hijo no podrá ser otra cosa que sevillista. Ojalá me vaya bien económicamente, y que haya abonos disponibles, para poder reengancharme a los partidos en el estadio al lado de él.

Recibe un gran saludo. Me has emocionado.