miércoles, 29 de octubre de 2008

DEJAR HUELLAS




Saludos.

Uno no puede dejar de sentir cierto orgullo cuando tropieza, de vez en cuando, con algún portal donde puede apreciarse un sensible cambio de estilo. Y siento orgullo porque me alegra que, en la medida de lo posible, yo esté contribuyendo a que ése estilo mejore.

No comparto nada (mejor: una sola cosa, creo), con quien lo edita, pero es indudable que tras meses de pasar por éste mi blog, algo de las formas correctas de expresión se estén adquiriendo.

Me impresiona que abra como yo, que estructure como yo, que haga las pausas como yo... me impresiona y me reconforta porque quizás, con un poco más de tiempo, llegue a ser legible.

Como no es negativo que se te peguen las maneras de otros mejores que tú (yo intento extraer enseñanzas de los muchos libros que he leído y de los grandes maestros que los firman), me parece apropiado que se inicie la mejora con mi modesta aportación.

Hay, sin embargo, un componente subyacente que destroza las formas: el mensaje debe tener coherencia entre forma y fondo. Escribir bien y bonito para trasladar un mensaje horrendo, invalida los esfuerzos porque pierde, precisamente, eso: la coherencia.

Hay, además, un abuso excesivo de la hipérbole: ni todo es tan grande ni todo es tan pequeño. Debemos elegir un término adecuado, medio, y dejar la magnificencia para un asunto concreto, para enfatizar algo sin abusar, porque cansa todo un tratado en notas tan altas.

También se observa un abuso de adjetivos inadecuado: para calificar con vehemencia, es preferible escoger uno o dos compañeros para el sustantivo que señalen, con exactitud, la cualidad que se quiere destacar. Insistir mucho en ello también desvirtúa la intención.

Es conveniente, junto a lo anterior, dotarse de un léxico amplio y variado que permita la elección adecuada. En cualquier caso, siempre podremos tener a mano un diccionario de sinónimos y antónimos que nos surtan de esos elementos literarios y gramaticales que nos falten.

Se recomienda, encarecidamente, usar un lenguaje menos soez y sin llegar a la procacidad, a la vulgaridad. El nivel debe mantenerse, incluso, cuando pretendemos atacar a quien se merezca la diatriba. Un escrito elegante, bien estructurado y articulado, con un lenguaje culto y amplio, puede ejercer más efecto en el lector que un panfleto repetitivo, machacón y con evidentes desproporciones. Es insufrible.

Los nombres comunes, mal encajados, pierden vigor. Y la reiteración de términos, aburre.

No interesa, en ningún caso, plantearse demandas que lleven la respuesta implícita. Menos aún, preguntarse por cuestiones que solo el escritor puede responder. Si a ello unimos que el editor no debe admitir, en ningún caso, que le afecten las ofensas del contrincante, no debemos, por tanto, trasladar la impresión de que somos vulnerables a los dardos ajenos.

Y es esencial, siempre, huir de las descalificaciones personales, físicas, porque todos somos reos de imperfecciones y siempre estaremos expuesto a ser objeto de mofas. Además, tampoco es recomendable acusar de herencias que no puedan demostrase.

Insisto, pues, en que me siento gratamente sorprendido con los progresos y deseo que el nivel siga creciendo porque, como todos sabemos (o deberíamos saber), se pueden decir las mayores barbaridades con elegancia, con clase y con estilo y sin que el mensaje repela por grosero y bajo.

Cuidaros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

PLAS,PLAS,PLAS,PLAS,PLAS,PLAS,PLAS, tú si que eres digno de leer hermano,me vuelves a dejar sin palabras,permiteme que te diga a partir de hoy "profesor",aprendo mucho desde que te conozco,eso de utilizar el diccionario es algo que no te imaginas lo que enriquece a un bestiajo como el que te habla,eso luego trasladado a la vida real del dia a dia,se nota al expresarte con las demás personas,asi que te doy las gracias de todo corazón y una cosita,por favor una vez más te pido que no tardes tanto en escribir,me dejas huerfano de lectura de la buena,de la que deja huella en los demas,un abrazo tio,sabes que te quiero un webo.