miércoles, 16 de julio de 2008

EL PLACER DE VIAJAR

Saludos.

En unos días, en unas horas, me marcho de viaje. Son mis vacaciones.

Desde muy joven, "vacaciones" significa, para mí, viajar.

Muchas veces he soñado que había nacido tarde porque mi esencia, mi espíritu y todas las fibras de mi ser, estaban compuestas de, por partes iguales: fantasía, imaginación, curiosidad, aventura, ansias de saber y falta de prejuicios.

Y digo que nací tarde porque de haberlo hecho hace uno siglos, es probable que hubiera estado en la nave de Colón, o junto a James Cook, o con Livingstone...

Viajar significa, para mí, conocer.

Viajar es, para mí, saber de otras realidades; hablar con otras gentes; conocer otros puntos de vistas; mirar otros paisajes; escuchar otras historias...

Conozco muchos países y en todos lo he pasado bien. He salido al mundo dejando en casa todos los prejuicios, todos los estereotipos, todo lo que sabía previamente y me he peresentado allí con la mente abierta, con ganas de saber, de conocer, de asimilar...

He absorvido olores, colores, sabores e historias humanas. He hablado con la gente.

Hablar con la gente, sobre todo la gente sencilla, la de por la calle, es una experiencia inolvidable. Saber qué piensan, cómo nos ven, qué les divierte, qué le apasiona, a qué juegan, qué comen, qué beben, cuáles son sus escalas de valores...

A pesar de todos mi años de estudios, nunca he aprendido tanto como cuando vas allí, los ves, los hueles, los escuchas y los guardas en el corazón.

He dejado amigos en muchos puntos de la geografía mundial; he probado las comidas que hacen ellos; he bebido sus bebidas; he visto sus casas, sus trabajos y sus hogares...

He sabido de gente feliz, de gente triste, de gente hermosa y de gente buena. He conocido personas (humanas); he hablado con gente joven y con ancianos, con gordos y flacos, con grandes y pequeños, con rubios y morenos, con listo y torpes, con feos y guapos...

De todos aprendí algo.

La experiencia de caminar por otras ciudades, otras aldeas, otros campos y otros paisajes, te convierte en un ciudadano del mundo. Te muestra, sin tapujos, que solo eres una mota más de polvo cósmico. Te enseña que todo aquello que realmente importa, está dentro de tí. Te quita toda la prepotencia. Te hace ser más humilde y ver el mundo como lo que és: una aldea global llenas de corazones, buenos y malos, que pugnan por vivir.

El mundo es la gran escuela.

Me marcho de viaje a conocer mundo y espero que el mundo me conozca a mí y me acepte como soy, porque solo le pido que me deje disfrutar de su contemplación.

Cuidaros y viajad siempre que podáis.

¡Hay tanto por conocer!

1 comentario:

Anónimo dijo...

buén viaje hermano,que os lo paseis muy bién,aqui os esperaremos y ya nos contareis vuestras experiencias,un abrazo para ti y tu gran mujer de tu hermano y toda su trupe.